Los desafíos del trabajo informal femenino
En septiembre de 1924 se promulgó la ley de salud y seguridad social en Chile, lo que implicó el establecimiento de la formalidad laboral. Pero, del mismo modo quedó definida la informalidad, la que afecta mayoritariamente a las mujeres. Los autores de esta columna escrita para CIPER señalan que “el acceso automático a prestaciones básicas de seguridad social sin depender de cotizaciones regulares es una excelente medida para aliviar la carga económica a mujeres que se encuentran en el sector informal”.
Este año se conmemoran 100 años de salud y seguridad social en Chile. Esta conmemoración se basa en la promulgación histórica en 1924 de la ley N°4.053 (el contrato de trabajo) y las leyes N°4.054 y N°4.055, entre otras. Estas leyes, vinculadas al contrato de trabajo, la obligación del empleador de proteger la salud de sus empleados(as) y de contratar un seguro para el pago de indemnizaciones en caso de accidentes del trabajo, inauguran no sólo la seguridad social, sino el empleo formal en Chile. Entendido como un empleo donde los(as) trabajadores(as) gozan de acceso a seguridad social, la formalidad laboral es producto directo del establecimiento de los criterios que conforman la seguridad social y sus beneficios – salud, indemnización por accidentes del trabajo, pensión de vejez e invalidez, bono de cesantía.
Al mismo tiempo, el establecimiento de la seguridad social y la formalidad laboral también inauguraron su negación: la informalidad laboral. Porque al introducirse los criterios que conforman la formalidad laboral, de forma recíproca se instauraron los criterios que conforman la informalidad laboral. Definida como aquellas actividades económicas donde los(as) trabajadores(as) participan sin acceso a seguridad social, además de estar en condiciones de inestabilidad laboral y obteniendo menos ingresos (INE, 2024a), la informalidad laboral constituye la negación de la seguridad social.
La informalidad laboral en Chile no solo se define como la negación de los beneficios de seguridad social, sino que también se caracteriza por su fuerte feminización. Las actividades económicas realizadas por mujeres en el ámbito informal, como el trabajo doméstico no remunerado, el cuidado de personas, o el comercio por cuenta propia en ferias y mercados, representan un porcentaje significativo del empleo informal en el país. Según datos recientes del INE, el 62% de las mujeres trabajadoras informales no tienen acceso a seguridad social, lo que las expone a mayores niveles de vulnerabilidad económica y social. Esto pone en evidencia cómo la informalidad laboral femenina no solo es un problema histórico, sino también una realidad persistente.
SI bien la promulgación de las leyes de seguridad social en 1924 marcó un hito en la protección laboral en Chile, estas mismas leyes reforzaron dinámicas de exclusión hacia las mujeres, al estar diseñadas para un mercado laboral industrial dominado por hombres. Durante los primeros años de su implementación, la cobertura de seguridad social para las mujeres era prácticamente inexistente fuera de los empleos asalariados formales. Por ejemplo, en 1930, sólo el 12% de las mujeres tenía acceso a los beneficios de seguridad social. Este marco normativo, basado en el modelo alemán de Bismarck, contribuyó a perpetuar la exclusión de las mujeres, especialmente aquellas que se desempeñaban en roles no industriales o en sectores de baja remuneración. (...)