A 50 años de la Reforma Universitaria
Al cumplirse medio siglo de este proceso de reforma, el sistema universitario chileno ha progresado en forma creciente y significativa. “Este desarrollo y crecimiento en calidad tuvo sus orígenes en un trabajo conjunto y silencioso que lleva ya 130 años, que estuvo influido por el proceso de reforma y por el riguroso trabajo posterior realizado por la comunidad universitaria”, sostiene el rector Ignacio Sánchez.
En 1967, la Universidad Católica se encontraba en medio de un álgido proceso de reforma que influyó en todo el sistema universitario nacional, y que había comenzado varios años antes en esta misma casa de estudios, en su homóloga de Valparaíso y en otras instituciones del país. Profesores y estudiantes, animados por una visión de futuro, impulsaban un conjunto de cambios a la manera de entender la misión y el sentido de las universidades. Así, lo señala el rector Ignacio Sánchez en una columna del 11 de agosto en el diario El Mercurio. “Hoy se cumplen 50 años de la toma de la Casa Central UC, hecho que tuvo una gran significación en ese proceso y en la percepción de la opinión pública sobre los desafíos que enfrentaban los claustros académicos. Es un momento propicio para analizar esos acontecimientos y sus repercusiones con amplitud y objetividad”, apunta la autoridad.
Según sostiene, la necesidad de reforma obedecía a diferentes factores, tanto externos como desencadenados al interior de las propias instituciones, discutidas por académicos y estudiantes con un genuino interés de aportar a la universidad y a la sociedad. Debido a la agitación social de la época, a la presencia de múltiples cambios, a la politización de la sociedad y a los desafíos que surgían de la misma Iglesia,-a través del Concilio Vaticano II-, no es fácil identificar las raíces y motivaciones más profundas de la reforma universitaria. Esto, agrega, es posible lograr hacerlo a la luz de las demandas iniciales del movimiento estudiantil de la época. La documentación es abundante, en particular desde los cuatro años previos a 1967, en que ya se manifestaban inquietudes de cambio. “Se habían planteado propuestas que iban a potenciar la calidad, a través de la consolidación de un cuerpo de profesores de planta con labor universitaria exclusiva”, afirma.
En primer término, dice Sánchez, se hacía un llamado a potenciar el desarrollo de la ciencia e investigación, ya que la universidad entregaba una formación muy profesionalizante. Junto a ello, “se apreciaba una falta de formación integral de los estudiantes, que impedía una visión global del hombre y del mundo”. Segundo, agrega, se sentía la ausencia de un verdadero compromiso social de la UC, al no considerar los problemas acuciantes del país en sus mallas curriculares, en la investigación que realizaba y en la integración de alumnos. Tercero, “se apreciaba una deuda en torno al rol de la catolicidad, como un sello e impronta propia de la UC. En este sentido, se extrañaba una mirada más amplia e inclusiva de lo católico, recalca.
En cuarto lugar, dice que se planteaban serios problemas de calidad en aspectos académicos y administrativos, lo que implicaban riesgos económicos, de sustentabilidad y crecimiento institucional. Quinto, “se ponía en tela de juicio la idoneidad de las autoridades universitarias, en particular de la Dirección Superior, tanto por su mecanismo de designación, -que no consideraba una consulta a la comunidad universitaria-, como por su falta de experiencia en actividades académicas”. Finalmente, afirma que la participación vinculante de los diferentes estamentos, -profesores, estudiantes y funcionarios-, en la conducción de la universidad era una solicitud muy clara, a través de su participación en el Consejo Superior y otros órganos de gobierno de las facultades.
En resumen, manifiesta que las principales demandas de profesores jóvenes y estudiantes al inicio del proceso de reforma universitaria se centraban en tener una mejor universidad al servicio del país. Específicamente, “en el aumento de la calidad de la docencia e investigación, en el compromiso público de la UC y en la participación de la comunidad universitaria en guiar los destinos de la institución”, sostiene el rector. En los años siguientes, dice, varios de estos aspectos se confundieron con la actividad política de la época y estuvieron influidos por presiones partidarias externas que escapaban a la universidad. A pesar de ello, “todos los aspectos continuaron potenciándose, -en especial el aumento en la calidad del proyecto universitario-, y en lo que se refiere al sistema de gobierno universitario, -que incluía una participación vinculante-, éste se modificó con el golpe militar de septiembre de 1973, lo que determinó un cambio significativo en las autoridades de la UC y en todas las universidades del país”, señala.
A 50 años de este proceso de reforma, según Ignacio Sánchez, la UC y el sistema universitario chileno ha progresado en forma creciente y significativa. “Este desarrollo y crecimiento en calidad tuvo sus orígenes en un trabajo conjunto y silencioso que lleva ya 130 años, que estuvo influido por el proceso de reforma y por el riguroso trabajo posterior realizado por la comunidad universitaria”, admite. Agrega que es necesario analizar esta historia y desarrollo, en un año en que se discute el futuro de la Educación Superior que el país proyecta para los próximos años. “La historia nos enseña y nos proyecta”, subraya.
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Noticia en CNN.
Reportaje en TVN.