Acto de esperanza
Más de ochenta instituciones (entre ellas Unesco) participaron en la UC en el Congreso de Educación Católica. El objetivo fue analizar los aspectos principales de una educación de calidad, equitativa, inclusiva, innovadora y sustentable. “La pasión por educar, el sentido vital de la educación, como un crecimiento personal, genuino, comunitario y con impacto en la cohesión social, avanzando en una real cultura del encuentro, han sido los aspectos claves del Congreso”, precisa el rector Ignacio Sánchez en una carta que reproduce La Segunda.
photo_camera El profesor africano Peter Tabichi, ganador del Global Teacher Prize 2019, fue uno de los expositores del Congreso de Educación Católica, que reunió a más de 80 instituciones participantes para reflexionar sobre el presente y futuro de la educación en todos sus niveles- Foto Pastoral.
“Parte esencial de nuestra misión universitaria es reflexionar sobre el presente y futuro de la educación en todos sus niveles, frente a los cambios acelerados que vivimos. La redacción de la nueva Constitución, las brechas educativas producto de la pandemia y la disminución creciente de la matrícula de estudiantes en las facultades de educación son un contexto especial para reflexionar sobre estos desafíos.
La semana pasada, en la UC se realizó el Congreso de Educación Católica, con más de ochenta instituciones participantes (entre ellas Unesco). El objetivo fue analizar los aspectos principales de una educación de calidad, equitativa, inclusiva, innovadora y sustentable. Se realizó un dialogo sobre los aportes de la educación en tiempos de cambio, relevar el sentido de la educación católica e inspirar a las generaciones jóvenes en la vocación por la educación.
"En la visita del Papa Francisco a nuestra universidad (...) nos invitó a enseñar a pensar lo que se siente y se hace; a sentir lo que se piensa y se hace; y, por otra parte, a hacer lo que se piensa y se siente"- rector Ignacio Sánchez.
En la visita del Papa Francisco a nuestra universidad, en enero 2018, nos instó a desarrollar una educación que integre y armonice el intelecto, los afectos y la acción —es decir, la cabeza, el corazón y las manos—, lo que permita un crecimiento personal y social. Nos invitó a enseñar a pensar lo que se siente y se hace; a sentir lo que se piensa y se hace; y, por otra parte, a hacer lo que se piensa y se siente.
La pasión por educar, el sentido vital de la educación, como un crecimiento personal, genuino, comunitario y con impacto en la cohesión social, avanzando en una real cultura del encuentro, han sido los aspectos claves del Congreso. Junto a ellos, el valor trascendente y espiritual de una educación católica al servicio de la persona y de la sociedad, que está en el centro de nuestra misión formadora. Grandes desafíos en una sociedad plural, que debe estar abierta a la entrega generosa y respetuosa de todas las miradas de la sociedad”.
