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Cuando pintar a Dios es un arte


El iconógrafo Federico Aguirre llegó hace poco de Europa para integrarse a la Facultad de Teología. En Chile se cuentan con los dedos de una mano aquellos artistas que se dedican a la iconografía en forma profesional.

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photo_camera Archivo UC

Cuenta que llegó al mundo de los íconos después de un largo camino, en el cual pasó por la arquitectura, el dibujo, el griego e incluso la escritura. Federico Aguirre (37), iconógrafo, se integró recientemente a la Facultad de Teología UC. Viene llegando de finalizar su doctorado en Culturas y Lenguas del Mundo Antiguo, en la Universidad de Barcelona para asumir el rol de jefe de programa en el Diplomado en Estudios de la Religión.

“Cuando estudiaba arquitectura había tenido un primer contacto con el mundo de los íconos, a través de la película biográfica del pintor medieval Andréi Rubliov, dirigida por Andréi Arsénievich Tarkovski. Intuí que detrás de esa tradición de la Iglesia había algo importante, algo sumamente contemporáneo. Después de licenciarme en literatura en la Universidad de Barcelona (2007), me fui a Grecia y allí comencé a estudiar de manera más sistemática, en la Escuela de Iconografía Eikonourgia y en la Facultad de Teología de la Universidad de Atenas. De alguna manera, en el mundo de los íconos encontré una síntesis de los diferentes aspectos de mi búsqueda personal, una perfecta síntesis entre palabra e imagen y un lenguaje propiamente encarnatorio para transmitir el testimonio del Evangelio”, relata.

El profesor Aguirre además de ser coordinador y profesor en el Diplomado en Estudios de la Religión, del Centro de Estudios de la Religión, dicta un curso teológico de formación general que se llama “Arte y Revelación”. También hace un curso de extensión que se llama Taller de iconografía bizantina, donde los estudiantes aprenden a pintar íconos con la técnica tradicional del temple al huevo. “Es una técnica que se emplea desde la Antigüedad y que durante la Edad Media constituyó el principal medio pictórico. Consiste en la mezcla de los pigmentos con yema de huevo y agua, es decir, la yema funciona como aglutinante del pigmento. Además, yo empleo la técnica de la tetracromía, es decir, todos los colores salen de la mezcla de cuatro pigmentos (ocre, rojo, negro y blanco). También es un modo de pintar que proviene de la Antigüedad y que otorga una atmósfera cálida y terrosa y una sólida unidad cromática a la obra”, indica el académico.

“Este curso parte de la siguiente premisa: desde el momento en que Dios se deja ver, oír y tocar, la revelación adquiere una dimensión eminentemente estética. A partir de esta premisa y en un trabajo colaborativo con los alumnos se intenta examinar qué herramientas otorga la Revelación Cristiana para comprender el sentido del arte en nuestros días y ver en qué medida la Encarnación puede convertirse en un fundamento para la experiencia estética”, señala.

Federico ha publicado un artículo y respondido una entrevista para la revista sobre arte litúrgico “Orthodox Arts Journal”, la cual ofrece un espacio serio de difusión de las artes litúrgicas del mundo ortodoxo. Además ha publicado en “Sobornost. Incorporating Eastern Churches Review”, que es una revista de corriente principal (ISI) en temas de teología ortodoxa.

Explica que la iconografía es un arte que cumple un importante rol evangélico. “Si en verdad Dios mismo se hizo hombre, si en verdad asumió plenamente nuestra condición, si en verdad tuvo un rostro, su imagen es un testimonio de su paso por la tierra y un lugar privilegiado para su manifestación. Cristo, declaran las escrituras, es la Palabra encarnada y la Imagen visible de Dios. Así, palabra e imagen en el caso del cristianismo no se contraponen sino que constituyen una misma filigrana que intenta dar cuenta de la experiencia fundamental de la Encarnación, es decir, del infinito acto de amor de Dios, que se hace hombre para que nosotros, desde nuestra propia condición y en virtud de la libertad, participemos en la plenitud de la vida divina”.

Agrega que la iconografía es importante en la Iglesia porque la imagen del rostro de Cristo, transmitida a lo largo de los siglos por la tradición de la Iglesia, constituye un testimonio de la Encarnación y un auténtico "sacramental", es decir, un ámbito de acción de la Gracia. “El mundo católico jugó un rol fundamental en la defensa de este carácter sacramental de la imagen durante los siglos VIII y IX, primero con la intervención del papa Gregorio III a favor de la veneración de las imágenes durante la querella iconoclasta y luego con el papa Adriano I que defiende dicha dimensión sacramental de la imagen ante las desviaciones introducidas por los teólogos de la corte de Carlo Magno en el Concilio de Francfort (año 794)”.

En Chile se cuentan con los dedos de una mano aquellos artistas que se dedican a la iconografía en forma profesional. Reciben encargos para ornamentar grandes muros de iglesias o capillas. Federico pinta imágenes de Cristo, la Virgen y los santos que se emplean en la liturgia y para la devoción personal. “Este mismo año me encargaron un ícono de San Alberto Hurtado y otro de Santa Teresita de los Andes para la Iglesia de Santa Marta, cerca del metro Príncipe de Gales. También me hicieron un encargo de Santa Edith Stein, para la Facultad de Filosofía de la UC. El año pasado me encargaron un conjunto de íconos para la Facultad de Teología de la Universidad de Navarra, en España y además me han hecho encargos privados, en EEUU, Europa y Chile”.


Enlaces relacionados

Conozca el trabajo de Federico Aguirre en http://www.xamist.com/.

Artículo publicado en Visión UC.

INFORMACIÓN PERIODÍSTICA

Virginia Soto-Aguilar C., periodista, Dirección de Comunicaciones


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