Declaración del Consejo Académico Pastoral de la UC: de la crisis a la responsabilidad
En el documento se plantea que en esta crisis desafía a mirar en profundidad la causas de la “globalización de la indiferencia” y que hoy es el momento de hacernos responsables por la construcción del bien común, donde desde la academia se aporte al dialogo constructivo y la búsqueda de soluciones creativas que permitan salir de la crisis.
Queridas y queridos docentes, estudiantes y funcionarios:
1. Los dolorosos días que estamos viviendo nos desafían a mirar en profundidad y desde el Evangelio de Jesucristo las causas de una “globalización de la indiferencia”. No podemos quedar ajenos como meros espectadores de una sociedad donde el individualismo destruye la convivencia social. Tampoco podemos ser ingenuos y debemos comprender que el problema más complejo a resolver es la falta del sentido de trascendencia. Se ha perdido el sentido de Dios y, cuando esto ocurre, el ser humano se vuelve contra el propio ser humano y se destruye. La violencia del sin sentido en la vida personal y familiar, y de la soledad con sus graves consecuencias de angustia y frustración, enferman nuestro país.
2. En efecto, un modelo de sociedad que reduce a las personas a ser meros consumidores estimula una competitividad sin freno, incluso fuera del ámbito económico, que acaba por producir una masa de “descartados” o “desechables”. El bien individual ha prevalecido por sobre el bien común con una secuela de corrupción en todas las instituciones fundamentales de la sociedad y del estado de derecho democrático, incluida la Iglesia, tristemente. En distintos grados, nadie puede quedar eximido de responsabilidad en una debacle que viene gestándose desde hace décadas.
3. Hoy, como académicos de la UC que buscan la luz del Evangelio, estamos llamados a superar situaciones que son una expresión manifiesta de la violación de la justicia. Y se violan los derechos del hombre porque primero se ha transgredido y violentado el mensaje del Evangelio. Es decir, que la persona humana sea vista y querida como Dios lo hace: promoviendo y respetando su dignidad, pues no es solo objeto de producción o de consumo. Tenemos la obligación moral de comprender que la centralidad de Jesucristo exige salir al encuentro de la persona humana, especialmente de los más pobres y abandonados. En esto no puede haber ambigüedad alguna, porque el corazón del Evangelio son los más necesitados en el cuerpo y en el alma. La opción radical por los más desvalidos y por construir una sociedad más ética y humana no puede atribuírsela ningún sector o partido, porque es una llamada a todo el género humano hecho por el Evangelio de Jesucristo: la Buena Noticia de Salvación para todos quienes, sin distingos, quieran acogerlo en su corazón.
4. Nosotros somos hombres y mujeres que han apostado por la academia para ser servidores de cada persona humana y de su dignidad. Así, estamos llamados a ser instrumentos de la justicia social y testigos de la solidaridad que no hace excepción de personas.
5. No podemos ser verdaderos creyentes si al centro de nuestras decisiones no están las Bienaventuranzas y la actitud de Cristo: ser buenos samaritanos con aquel que está herido a la orilla del camino, despreciado por la sociedad. Ahí se juega, nos guste o no, nuestra autenticidad y la catolicidad de la UC. La fe es exigente porque el respeto a la dignidad humana no admite matices. Jesús no claudicó en su misión y a fuerza de bien venció el mal. Y sólo Él es nuestro modelo.
6. Hoy estamos convocados a no quedarnos en la comodidad de la indiferencia. Debemos observar la realidad, ver qué sentimientos hay en mí, darnos cuenta de las necesidades que nacen de lo más profundo del corazón y cuáles son las que manifiestan los demás. Solo así podremos dar respuestas verdaderas a las peticiones que se hacen y reclaman, resolviendo los problemas sin agresiones y descalificaciones.
7. Hoy, más que nunca, condenamos toda forma de violencia. Hoy, más que nunca, condenamos toda violación de los derechos humanos. Hoy, más que nunca, reiteramos que el camino de la paz es el diálogo. Hoy, más que nunca, la justicia es el fundamento para la paz. Hoy, más que nunca, tenemos la gran responsabilidad de cuidar el estado de derecho democrático, fundamento de todas las deliberaciones. Hoy es el tiempo de saber escucharnos, superando los individualismos y narcisismos que provocan la “globalización de la indiferencia”. Es el momento de que todos nos hagamos responsables por la construcción del bien común y aportemos como académicos al dialogo constructivo y la búsqueda de soluciones creativas que permitan salir de la crisis con la esperanza de hacer realidad la instauración de un cielo y una tierra nueva para el país.
Consejo Académico Pastoral UC