El trazo espiritual del padre Gabriel Guarda
La existencia trascendental de uno de los intelectuales chilenos más relevantes del siglo XX, que de acuerdo con el mandato benedictino se plasmaba en su oración permanente y trabajo incansable, buscaba impulsar desde la vida monástica una sociedad más justa, más ordenada y culta. En definitiva, entregar una motivación para que cada persona pueda ser más dueña y responsable de sí misma y, por lo mismo, capaz de perseguir el Bien Común.
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Abad emérito del monasterio benedictino de la Santísima Trinidad de Las Condes, el padre Gabriel Guarda (1928-2020) fue arquitecto de la Universidad Católica, donde ejerció la docencia en sus facultades de Arquitectura y Teología. Recibió el Premio Nacional de Historia en 1984 y recibió el grado de Doctor Scientiae et Honoris Causa por la UC en 1999; en 2003, fue distinguido con el Premio Bicentenario. Además, el religioso desarrolló una valiosa y fructífera labor de investigación y difusión del patrimonio arquitectónico nacional, y fue uno de los más profundos conocedores de la época colonial.
Guarda fue autor de una vasta bibliografía de cerca de 400 artículos y más de 40 libros sobre historia, patrimonio y arquitectura. Entre sus obras se cuentan Historia de Valdivia y Los laicos en la cristianización de América, Joaquín Toesca y Flandes indiano. Uno de sus últimos trabajos fue La Edad Media en Chile, que aborda la historia de la Iglesia chilena entre 1541 y 1826. Después de más de 40 años de estudio, el historiador lo consideraba su investigación de más largo aliento: “Sentía el deber de abordar en plenitud este tema. Ojalá lo lean los religiosos y religiosas, sus historias están tratadas tal como son, con glorias y defectos”.
El ora et labora lo hizo vivir sumido en esa realidad salvífica, donde el trabajo sería un motor espiritual de su profunda vida interior. La regla benedictina o regla de San Benito es una norma monástica que Benito de Nursia escribió a principios del siglo VI, destinada a los monjes, pero que sirve de ejemplo de cómo se vive rezando y trabajando. El libro de estos preceptos fue escrito en el año 516, para monjes que vivieran comunalmente bajo la autoridad de un abad.
Para entender y expresar quién fue el padre Gabriel nos faltaría papel, pero podemos esbozar un símbolo de aquello: “… las palabras conmueven los corazones, pero son los ejemplos los que animan y motivan a las personas…”. Tal como para aprender de una obra de un artista o de un grupo de artistas es preciso hacerse una clara idea del estado general del espíritu y de las costumbres del tiempo al que pertenecen. Soslayando que el medio sea la causa del conocimiento de la persona; si no sería de una explicación rígidamente causal, puesto que desconoceríamos la libertad de la creación individual y de materializar el medio como si fuera algo físico.