Eligio Salamanca: Elegido para enseñar
A sus 49 años, Eligio Salamanca nunca se ha movido de la región de la Araucanía. Estudió pedagogía en el Campus Villarrica de la UC y lleva 29 años como profesor de la Escuela Básica de Quelhue, a 8 km de Pucón. En ese establecimiento imparte educación medioambiental e inclusiva a niños mapuche que, en más de un 50% de los casos, tienen necesidades educativas especiales. Lo que más le apasiona es perseguir nuevos desafíos y comprobar que los ideales que propone a sus estudiantes se van cumpliendo. A continuación compartimos esta entrevista realizada en la Revista Universitaria.
Un relato sobre alcoholismo de un padre y un poco de violencia familiar que termina con un final esperanzador. Este es uno de los muchos cuentos que han escrito los alumnos de Eligio Salamanca y que han sido publicados en documentos que se pueden leer en la biblioteca de Pucón. Y es que ése es el estilo educativo de Eligio, lleno de detalles, símbolos y actividades que promueven el desarrollo global de sus alumnos.
Con 49 años, este educador se caracteriza por su alto compromiso con sus alumnos y por sus recursos pedagógicos especialmente adecuados al tipo de niños que asisten a la Escuela Básica de Quelhue, ubicada a 8 km de Pucón.
Aprender matemáticas al cultivar su propio huerto, reforzar la esperanza por medio de la redacción de cuentos con soluciones o empezar cada día con una lectura, son algunas de las cualidades que hicieron que fuera "el elegido" -que es el significado de su nombre- como el mejor profesor de Chile. Entre más de 7.000 docentes nominados por la ciudadanía al Global Teacher Prize Chile 2016, el profesor Eligio Salamanca ganó la primera versión de este premio que busca reconocer pública y masivamente el trabajo que realizan los profesores de Chile.
Hacerse maestro
Nacido en Villarrica, nunca se ha movido de la región de la Araucanía. Estudió pedagogía en Campus Villarrica UC y lleva 29 años como profesor de la misma escuela. Sus anhelos de ser un educador se manifestaron desde su más tierna infancia.
-¿Cuándo comenzó a manifestarse su vocación como docente?
-Me inicié en la vida escolar estudiando en escuelas rurales con cursos combinados, es decir, con estudiantes de 1º a 6º año en una misma sala. Cuando cursaba 2º año básico, tuve una profesora ejemplar. Ella nos atendía y enseñaba a todos y, mientras trabajábamos en grupos, ella atendía a otros en forma personalizada. A menudo me daba la oportunidad de explicar y tomar lecciones de lectura a compañeros más pequeños e incluso de 6º básico. Esta profesora despertó mi vocación de profesor. Posteriormente, en mi vida escolar tuve muchos profesores; buenos y no tan buenos. Eso me hizo ratificar mi decisión de ser docente y, especialmente, tratar siempre de ser el mejor profesor posible.
-¿Cómo fue su educación escolar y cómo influyó en su vocación?
-Siempre estudié en instituciones públicas. Afortunadamente tuve siempre facilidades académicas y, como el sistema educativo superpone lo cognitivo e intelectual por sobre cualquier otra área de desarrollo, tuve esa ventaja. Sin embargo, vi la segregación en cada curso en donde siempre quedaban compañeros rezagados, aunque eran excelentes dibujantes, deportistas, buenos amigos, etc. Eso fue otro factor potente que despertó mis ganas de ser profesor, para buscar un mayor equilibrio y equidad en la enseñanza de los niños más deprivados o que requieren más apoyo para lograr aprendizajes.
Sobre sus tiempos de estudio de pedagogía en la UC recuerda positivamente la familiaridad y el humanismo. “Valoro la dedicación de los profesores, asistentes y administrativos de la universidad. Valoro también la relación que esta casa de estudios mantenía entre la teoría y la práctica. Personalmente realicé varios reemplazos y prácticas docentes de algunos días en escuelas cercanas, lo que me ayudó mucho”, comparte el profesor.
“Rescato aprendizajes, por ejemplo, de ética, jugando en juego de roles para apreciar el ejercicio de valores y antivalores; de ciencias en laboratorio, desarrollando y aplicando el método científico; de la historia y de matemática en donde diseñábamos y construíamos materiales didácticos que utilizamos en los primeros años de docencia; de sociología, sicología y filosofía de la educación en donde conocimos el desarrollo de los niños, la personalidad y el comportamiento, etc.”, detalla.
Eligio recuerda con cariño la formación recibida del Padre Paul Wevering, quien tuvo un importante rol en Campus Villarrica, cuya sede ahora lleva su nombre. Y también señala que las clases prácticas con Sor Clara fueron fundamentales por la exigencia que tenían y su excelencia.
Anclado a Quelhue
Sobre la Escuela Básica de Quelhue, en la cual trabaja desde que se tituló, cuenta que hace tres décadas se demoraba varias horas en llegar porque los caminos eran distintos. Incluso a veces se quedaba a dormir en la zona durante la semana y volvía a Villarrica el fin de semana. Hoy se demora solo 15 minutos desde su casa en Pucón, donde vive con su esposa y sus tres hijos: Cesar (23), Gabriela (18) e Isabela (5).
En su escuelita entrega educación medioambiental e inclusiva a niños mapuche que en un 60% tienen necesidades educativas especiales. Trabajan dos profesores, una asistente de aula, una educadora diferencial que va dos días y algunos profesionales que van algunas horas, tales como profesor de educación física, psicóloga y fonoaudiólogo. La escuela unidocente tiene a 33 niños, que van de 1° a 6° básico. Están agrupados de manera combinada, niños de diferentes edades en una misma sala.
Cuenta que lo que más le apasiona es perseguir nuevos desafíos y comprobar que los ideales que propone a sus estudiantes se van cumpliendo.
-¿Cómo es la educación en su escuela y qué le apasiona de ella?
-Los sellos de la escuela son educación medioambiental, inclusiva y personalizada. La mayoría de los niños son mapuche; un 60% tiene necesidades educativas especiales, por lo tanto, se requiere desarrollar una metodología más vinculada a la práctica, al entorno cotidiano, para relacionar a lo desconocido. Por ello, trabajamos bastante en aplicar contenidos curriculares en situaciones prácticas, como cultivo en invernadero, en la ruca escolar, en salidas pedagógicas, en investigaciones a través de internet, lectura al aire libre, en la producción de textos y mini libros que hemos publicado y que se encuentran en la Biblioteca de Pucón, etc. La escuela tiene Nivel de Excelencia en Educación Medioambiental, wifi y tiene una hectárea de áreas verdes en donde hemos ido plantando diversos árboles, siempre vinculando teoría y práctica.
Eligio cuenta que algunos de sus antiguos alumnos han trabajado junto a él como educadores en el colegio, lo que grafica el amor a la enseñanza que ellos han heredado de su maestro.
Los méritos tras un premio
Eligio recibió con sorpresa y gratitud la noticia de que era el ganador del Global Teacher Prize Chile 2016. Sin embargo, los hechos avalan este importante galardón. El académico no solo se ha capacitado enormemente sino que ha innovado de forma reiterativa en su quehacer. Además de haber estudiado Pedagogía Básica en Campus Villarrica UC, hizo algunos postítulos en Educación para el Desarrollo Rural y en Trastornos Específicos del Aprendizaje. Además, él cuenta que ha desarrollado más de 4.000 horas de perfeccionamiento en metodologías de enseñanza, didáctica, evaluación, planificación curricular, gestión y administración educacional.
Por otro lado, obtuvo el Nivel Destacado en Evaluación Nacional Docente los años 2006, 2010 y 2014. A esto se le suma el Máximo Nivel (25%) en Prueba de Conocimientos Disciplinarios en Asignación Variable de Desempeño Individual de MINEDUC, en 2007 y 2015, y el haber ganado la Asignación de Excelencia Pedagógica entre 2003 y 2013 y entre 2014 a la fecha.
-¿Qué cree que lo convirtió en ganador del Premio Global Teacher Prize Chile 2016?
-Creo que hubo un conjunto de elementos que les gustaron, tales como mi historia, mi trayectoria con varios hitos de excelencia educativa, mi vasta carga de perfeccionamiento docente, los impactos en los aprendizajes en el aula y en la comunidad, el trabajo pedagógico con pares, pero principalmente, las innovaciones que he realizado en mi práctica docente y hacia la comunidad. Esto último es lo que ha llevado a mi escuela a transformarse en un referente en el ámbito local y nacional.
Entre sus herramientas educativas innovadoras, se pueden mencionar varias. La lectura diaria es una de ellas, comienza el día con una lectura que, en muchas ocasiones, es elegida por sus propios alumnos. “En la lectura se integran cosas de distintos ramos, por ejemplo, se puede leer algo relacionado con lo que se va a estudiar en ciencias ese mismo día”, explica.
La aplicación práctica en el huerto es otra práctica destacable. Este punto es muy relevante, puesto que se toma aquella temática que es cercana a los niños: la tierra, los cultivos, la jardinería. Ellos saben de eso puesto que muchos viven en el campo, entonces la enseñanza va de la mano de la realidad en que ellos viven. “Tomamos ejemplos del invernadero para explicar algo de matemáticas y así nos aseguramos de que lo hayan aprendido bien. Por ejemplo, reconocer en terreno rectas, paralelas y perpendiculares”, dice.
Eligio, que es amante de la jardinería, pasear, conocer lugares y viajar, también utiliza los paseos como un método de aprendizaje. En algunos casos es una gira pedagógica por una calle o investigar fenómenos naturales utilizando el entorno como fuente de aprendizaje. “Creo que cualquier educación desvinculada del medio en que viven y vivirán los niños, no tiene sentido. Los niños son muy concretos y esto les permite desarrollar aprendizajes más significativos”, enfatiza.
La producción de textos también es una estrategia relevante para este docente. “Promovemos que los niños escriban relatos que recojan problemáticas sociales tales como maltrato infantil o convivencia escolar, y que ellos mismos presenten soluciones. El desenlace es una solución y así eso les permite desarrollar creatividad para resolver problemas a futuro”, explica.
Eligio cuenta que en la sala se usan computadores y tablets para no quedarse atrás en el uso de la tecnología. Se le trata de dar un buen uso, por ejemplo buscando información que tenga que ver con los temas que se están estudiando. “Es importante que aprendan a tener un justo equilibrio en el uso de la tecnología y la vida al aire libre. Y que sepan usar las herramientas básicas para escribir textos o preparar presentaciones en powerpoint”, detalla.
La pasión de Eligio se ve reflejada en su creatividad para buscar métodos pedagógicos diariamente. Y también en esa enorme fidelidad a su Escuela de Quelhue, a la cual se ha esforzado por llevar a los más altos estándares de calidad y reconocimiento. “Nos tiene muy satisfechos que la escuela es un referente en la región, esto se ha ido consiguiendo poco a poco, principalmente por la educación medioambiental que se hace en ella”, señala. Y agrega que, si bien las dificultades de aprendizaje de muchos de sus estudiantes se presentan como un problema para algunos profesores, para él eso le hace sentir la urgencia de ayudar. “Si no estoy yo ahí, ¿quién lo hará? Los niños necesitan al alguien”. Y así es, tienen a Eligio, el elegido.
Lea el artículo completo en Revista Universitaria 145.
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