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Gloria Arancibia:

“Se deben seguir rompiendo barreras para que las niñas estudien carreras científico-tecnológicas"


Ha sido pionera en muchas cosas: fue la primera chilena en hacer un doctorado en Geología en este país, la primera geóloga en ganar un premio a la mejor tesis doctoral de la Academia Chilena de Ciencias y ahora, es la primera profesora titular de la Escuela de Ingeniería de la Universidad Católica. En esta entrevista, cuenta sobre los alcances de su investigación en zonas fracturadas de la corteza terrestre. También, habla de los prejuicios que existen contra las mujeres y el estudio de carreras en ciencia y tecnología, del machismo arraigado en la cultura chilena y sobre el terreno ganado por sus colegas en Ingeniería.

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photo_camera "Estando en la Universidad Católica, desarrollamos junto a mi equipo una metodología que usa tomografía de rayos X. Esta permite escanear la roca y visualizar la red de fracturas. Cuantificar las zonas fracturadas puede servir para el desarrollo de energía geotérmica y hoy lo estamos aplicando en proyectos locales para dar calor", cuenta la profesora Gloria Arancibia. (Crédito fotografía: César Cortés)

Viernes 3 de junio, Alto Patache, Iquique. Gloria Arancibia (50) se desplaza por el desierto de Atacama, en la región de Tarapacá, en una camioneta roja 4X4. Es copiloto y en ese auto van otros miembros de la comisión de la Red de Centros y Estaciones Regionales (RCER), de la universidad. Es el viaje de regreso desde la Estación Atacama UC: ahí, entre los cerros rojizos que aparecen atravesados por la niebla, la científica visitó unas instalaciones que permiten generar agua -los atrapanieblas-.

Gloria viste ropa técnica, que ella llama “de terreno”, y pregunta con su voz grave cosas específicas de ese suelo extremadamente árido y sobre la geografía del lugar. Es la única mujer en esa camioneta -y una de las dos investigadoras de la comisión-. Un dato casi anecdótico, ya que está acostumbrada a desenvolverse en ambientes con fuerte presencia masculina, como la geología -carrera que ella estudió en la Universidad de Chile- e ingeniería. Recientemente fue nombrada profesora titular de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Católica, la primera en más de 100 años de historia de la Escuela de Ingeniería.

Horas después, aún en el trayecto de regreso desde el desierto, recibiría la noticia de que la profesora Loreto Valenzuela fue elegida la primera mujer decana de esa facultad. “Esta elección marca un hito en los 130 años de historia desde la creación de la carrera de ingeniería civil. La primera ingeniera titulada, Marcela Adriasola, egresó en 1965, hace menos de 60 años. Recién en los últimos años, el porcentaje de alumnas que ingresan a Ingeniería UC pudo superar el 30%, mientras que en 2010 todavía era de un 17%”, cuenta la académica.

El panorama que dibujan estas cifras, cree Gloria, permite pensar que aún queda mucho camino por recorrer para mejorar la equidad de oportunidades para las niñas y jóvenes en Chile. “Es importante seguir rompiendo las barreras que existen para que las niñas estudien carreras científico-tecnológicas, o las que ellas elijan. El poder elegir te empodera y te hace responsable de tu vida y de la de los demás”, afirma.

Su historia da cuenta de ese empoderamiento: viene de una familia de mujeres fuertes, y vio trabajar a su madre y a su padre por igual, y compartir las labores domésticas y de crianza durante su infancia y adolescencia. Tanto Gloria como sus dos hermanos pudieron estudiar lo que querían; no había límites ni carreras vetadas. A los 17 años optó por astronomía, pero al poco tiempo tomó un electivo de geología para acompañar a una amiga y sintió que eso era lo suyo. Entonces dio un giro en el camino de su formación.

Cuando no está en terreno o dando clases, en sus ratos libres disfruta leyendo thrillers e historias policiales, porque dice que muestran el "lado B" de las personas. “Hasta dónde puede llegar la naturaleza humana”, acota. También le gusta caminar, practicar yoga o detenerse a tomar buen café en algún rincón de Santiago.
 

Patache
La profesora Gloria Arancibia durante la visita a la Estación Atacama UC, junto a autoridades, decanos, académicos y profesionales de la UC, durante la reunión de la Red de Centros y Estaciones Regionales. (Crédito fotográfico: Carla Alonso)

-A raíz de romper barreras a nivel profesional, ¿le sorprendió su nombramiento como profesora titular de Ingeniería, la primera en la historia de esta escuela?

-Cuando entré a la Universidad Católica, en 2010, nunca me imaginé que iba a llegar a profesora titular. Ingresé como profesora asociada, en la planta adjunta y luego en la ordinaria, y esa era mi aspiración. Al menos no pensé que esto iba a suceder tan rápido. Me tomó tiempo poder armar mi postulación -porque una la presenta-, por temas personales y luego, debido a la pandemia. Pero cuando lo hice fue con la máxima esperanza de que podría ser promovida. Y así sucedió (sonríe).

- ¿Cómo explica que sea la primera profesora titular de Ingeniería en la universidad?

-Históricamente no ha habido muchas profesoras mujeres en la Escuela de Ingeniería, por lo tanto, es difícil que la distribución en categorías como profesora titular sea más o menos representativa, porque no hay masa crítica. Eso ha ido creciendo, pero ha sido lento. Hoy somos un 13% de profesoras en la escuela. También incide que las profesoras contratadas lo han sido desde la carrera inicial, y por ello les va a tomar un tiempo relativamente largo llegar a ser profesoras titulares. Yo entré a la universidad como profesora asociada, con una carrera profesional más desarrollada.

- ¿Y a qué se debe que haya tan poca masa crítica, entonces?

-Hay factores culturales grandes, que tienen que ver con la participación de las mujeres en las áreas que llamamos STEM -las disciplinas académicas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. En general, la presencia de las mujeres en estas áreas es menor que en otras áreas del saber, y esto es a nivel mundial. Otro nivel es la cultura chilena, que sigue siendo fuertemente machista en el sentido de que, desde muy pequeños, a las niñas y niños se les asignan roles en la sociedad que tienen que ver con talentos o capacidades que están muy dirigidos o preconcebidos. Pienso que muchas niñas no fueron estimuladas o libremente potenciadas para que siguieran carreras STEM. Desde muy temprano se observa un retraimiento en mujeres en seguir estas carreras, porque van a ser muy duras o porque habrá mucha competencia. La sensación es que va a ser súper difícil no sólo intelectualmente, sino que vas a tener que luchar contra viento y marea, y comportarte casi como si fueras a la guerra, dura, ruda. Eso se transmite mucho en las familias. Hay mucho prejuicio. No se ve como un camino amable ni posible.

- ¿Eso ha ido cambiando?

-Sí. En los últimos 12 años casi se duplicó el número de mujeres que ingresan a la Escuela de Ingeniería en la UC, pero sigue siendo un tema. Esto es algo relativamente reciente y necesitamos que estas mujeres que ingresaron se desarrollen y sigan liderando los proyectos. Eso toma tiempo.

Y también veo como factor la tremenda desigualdad que hay en Chile, si se compara con otros países como los europeos, por ejemplo, donde la educación es más transversal. Si sales de las grandes ciudades, el nivel de oportunidades que pueden tener las niñas para acceder a educación de calidad, a la educación superior y estudiar lo que deseen, sin tener que preocuparse de otras cosas, es bajísimo.

-Es decir, esta brecha de la que habla es peor aún.

-Sí, y se vive como hace 50, 60 o 70 años atrás. Entonces tienes que superar esa brecha y esto obviamente siempre va a afectar al grupo más débil que, en ese contexto y en ese nivel cultural y de educación, sigue siendo el grupo femenino. Muchas veces se tienen que hacer cargo del cuidado de los niños, los padres o los enfermos, y no se cuestiona quién lo debe hacer, se da por sentado. Hay muchas oportunidades, pero no para todos.

- ¿Cuán difícil es ser investigadora e ir subiendo en categoría académica y cargos de importancia? Esa es justamente la ruta que usted ha hecho.

-Veo mucho interés y empuje de las profesoras jóvenes y profesionales en general. Pero noto que, a medida que te vas acercando a los cargos de mayor responsabilidad, las posibilidades empiezan a reducirse drásticamente porque significa un camino bastante más pedregoso. De partida, es un camino donde cada vez hay menos mujeres, y esto es algo a todo nivel en puestos directivos, no solo en la universidad. A medida que vas ascendiendo en el nivel jerárquico, hay menos representación de mujeres, y eso es muy duro.

- ¿También hay obstáculos diarios, en pequeñas cosas?

-Hay tanto mensaje pequeño, comportamientos, costumbres, gestos, que son tan inconscientes y están tan arraigados, que si una todo el día los hiciera ver, estarías todo el día diciendo: “Oye, ojo con esto. Oye, ojo con lo otro”. Llega un momento en que sencillamente los dejas pasar, porque no vas a estar todo el día hablando de eso. Pero es importante hacerlo ver de vez en cuando, porque si no, no cambiamos nunca.

Precursora de la geociencia en la UC

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El foco de investigación de lla profesora Gloria Arancibia es la geología estructural y tectónica. De acuerdo a la científica, el estudio de esas fracturas “es importante para la prevención de los terremotos, por ejemplo, y para la búsqueda de yacimientos mineros”. (Crédito fotográfico: Carla Alonso)

Siempre le atrajo el mundo académico y la docencia, más que la investigación científica. Pero ambas rutas se terminaron cruzando en la vida de Gloria.

Estudió su doctorado en Ciencias -mención en Geología- cuando tenía una hija de cinco años, a la que crió prácticamente sola, con la ayuda de sus padres-. Esa parte de su formación fue gracias a una beca de la ANID -Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo-, en ese entonces Conicyt. “Al finalizar el doctorado estaba embarazada de mi segundo hijo y mi actual marido -académico de la Universidad de Chile- fue co-responsable en la crianza. No es que ‘me ayudaba’ con los niños. Él ha estado totalmente involucrado y eso explica, en parte, que yo pudiera seguir avanzando”, recuerda la profesora.

Gloria es la primera en muchas cosas y ha sido reconocida por ello: fue la primera chilena que realizó un doctorado en Geología en una universidad del país. “Todos iban a estudiar a Europa o Estados Unidos, y yo quise hacerlo acá”, recuerda. Además, fue la primera geóloga en ganar un premio a la mejor tesis doctoral de la Academia Chilena de Ciencias. Ese trabajo trata sobre las rocas deformadas de la Cordillera de la Costa, del centro de Chile.

Los comienzos de su carrera profesional fueron en el Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin) y en una operación de la minera Meridian Gold. “Después trabajé tres años como consultora independiente en la empresa minera. Eso me tomaba 15 días al mes, y en el resto del tiempo, investigaba y ejercía la docencia de ayudantía o cursos cortos ‘ad honorem’ en la Universidad de Chile o en la Universidad Católica del Norte”, detalla.

Su foco de investigación es la geología estructural y tectónica. En palabras sencillas, está relacionado con la corteza terrestre y cómo esta se deforma por las fallas tectónicas. La científica cuenta que el estudio de esas fracturas “es importante para la prevención de los terremotos, por ejemplo, y para la búsqueda de yacimientos mineros”.

En 2008 y junto a otros investigadores, presentó un proyecto de geociencia a la Universidad Católica. “Era un tema clave por el riesgo sísmico del país y el posible desarrollo de los recursos geológicos, entre ellos, la geotermia”, dice. Se lo adjudicaron y en 2010 ingresó como profesora asociada. Si bien había hecho clases en la universidad, hasta ese momento no había tenido un nombramiento formal.

Hoy es investigadora del Centro de Excelencia en Geotermia de Los Andes (CEGA), liderado por las universidades de Chile y Católica. 

-Podemos decir que usted es precursora de la geociencia en esta casa de estudios.

-Una de las precursoras. Hay varias mujeres destacadas en esta área y que marcaron huella a nivel nacional. Pero puedo decir que en 2010, era la única mujer que se dedicaba a la geología en la Universidad Católica.

- ¿Cuál es el hito de su investigación como geóloga?

-Estando en la Universidad Católica, desarrollamos junto a mi equipo una metodología que usa tomografía de rayos X. Esta permite escanear la roca y visualizar la red de fracturas. Cuantificar las zonas fracturadas puede servir para el desarrollo de energía geotérmica y hoy lo estamos aplicando en proyectos locales para dar calor. En Liquiñe, en la región de los Ríos, se construyó un invernadero usando esta tecnología. Es el primer invernadero calentado con aguas termales del país.

En agosto, la investigadora cumplirá 51 años y le cuesta imaginar cómo se ve en dos décadas más, cuando ya no esté en terreno o en las aulas de Ingeniería. “Debería estar jubilada”, dice entre risas. “Con mi marido tenemos planes de ir a España a vivir la jubilación. Pienso en el sur de ese país, con harto sol y una buena calidad de vida para los adultos mayores. ¡Pero falta mucho para eso!”.


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