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Escuela Hospitalaria UC educa a menores con enfermedades crónicas y transitorias


Esta instancia se creó hace once años con el fin de entregar enseñanzas avaladas por el Ministerio de Educación a niños de prebásica y básica que se encuentran recuperándose de sus dolencias o están recibiendo tratamientos en el Hospital Clínico UC de Marcoleta.

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photo_camera Archivo UC

En el séptimo piso del Hospital Clínico UC de Marcoleta, junto al Departamento de Pediatría, existe un espacio creado en 2006 donde los niños pueden estudiar y compartir con profesoras y otros menores de su edad. Se trata de la Escuela Hospitalaria UC, iniciativa que surgió gracias a un equipo de profesionales de las áreas de Neurorehabilitación y de Enfermedades Neuromusculares Pediátricas, quienes detectaron una necesidad por entregar materia de educación prebásica y básica de calidad a menores con enfermedades crónicas y hospitalizaciones prolongadas.

“Cuando llegué a la escuela en agosto de 2015, mi hija Pía, de 5 años, estaba en un rincón con los brazos caídos y mirando al suelo. Yo estaba destruida porque es muy difícil tener una hija con problemas y poder asumirlo para sacarla adelante. En septiembre de este mismo año, ella ya estaba participando en los actos de las Fiestas Patrias, eso para mí fue un milagro”, comentó Krishna Cabezas, madre de una menor que actualmente tiene 9 años y que presenta un cuadro de autismo acompañado con otras patologías que permanecen aún en estudio.

La Escuela Hospitalaria es una iniciativa que reúne a las Facultades de Educación y Medicina de la Universidad Católica junto a personal especializado de la Red de Salud UC Christus. En ella, menores con enfermedades crónicas, niños que están a la espera de un trasplante y otros que tienen cuadros transitorios reciben clases en dos modalidades: presenciales y en sala cama, de lunes a viernes, de 9:30 a 13:00 horas. “La atención en sala cama no se interrumpe durante el año, siempre nos turnamos para que haya una persona”, destacó su directora, Orlandina Segovia.

El caso de Josefa

Para Sara Sotelo, la detección del osteosarcoma o cáncer a los huesos, en el fémur de su hija Josefa, de 9 años, fue un verdadero vuelco en su vida. Viajó dejando a su esposo e hijo de 6 años en su natal Chillán y junto a su pequeña vino a Santiago buscando un tratamiento que le permitiese revertir la enfermedad.

“Mi hija hasta los 8 años fue súper sana. A finales de septiembre de 2016 empezó con un dolor muy fuerte en su pierna derecha mientras jugábamos basquetbol en el parque. Ella decía que le dolía mucho, pero no especificaba dónde, llegando a cojear. Eso me extrañó porque siempre fue de alto umbral del dolor”, recordó Sotelo, quien es nutricionista y nunca pensó que pasaría por esta situación.

La niña actualmente tiene una prótesis en su pierna, ya que le extirparon 9 centímetros de fémur a causa de esta enfermedad. “La escuelita hospitalaria la ayudó mucho en su ánimo y a tener cosas que hacer. Las tías son un amor, la acogieron y cuidaron. Aquí existe un entorno de solidaridad, cariño e inclusión porque hay mamás que tienen muchos años. Además, son más comprensivos porque comprenden que la quimioterapia para un niño es más desgastante”, comentó esta mamá.

A Josefa aún le quedan dos quimioterapias, pero posiblemente en septiembre ya estaría en Chillán junto a su familia y amigos. La enfermedad le impedirá hacer deportes de alto impacto de por vida, solo podrá hacer natación. Además, a los 14 años tendrá que ser nuevamente operada para cambiar la prótesis de su pierna, pero pese a todo esto, la pequeña agradeció la experiencia de haber sido parte de la Escuela Hospitalaria UC. “Las tías son bonitas y generosas, he aprendido muchas cosas. Me gusta venir aquí y aprender. Voy a extrañar mucho a mis amigos y a las tías”, agregó.

Padres involucrados

Actualmente, la escuela cuenta con cuatro educadoras de base, una profesora de arte y a futuro se incorporará un profesor de religión quienes trabajan con 21 niños con enfermedades ambulatorias y aproximadamente 40 menores que al mes permanecen hospitalizados.

“Con los papás hacemos un trabajo mucho más cercano que en el aula tradicional. Los involucramos y capacitamos para que ellos puedan ser multiplicadores de los aprendizajes de sus propios hijos”, comentó Tania Opazo, educadora de básica que tiene cuatro años enseñando en la Escuela. Opazo destacó que la meta con los menores no sólo se ciñe a adquirir aprendizajes, sino a que el tiempo en el que ellos están en el aula sea el mejor que puedan pasar dentro del proceso de su enfermedad.

“Primero que nada tú trabajas con niños en condición de enfermedad, pero eso no significa que va a haber una conducta de tristeza, por el contrario, aquí tratamos de tener un buen ambiente donde se enfrenten las penas con la esperanza, eso es lo que revierte el proceso”, concluyó Orlandina Segovia, directora de esta iniciativa.

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INFORMACIÓN PERIODÍSTICA

Belén Bravo. Dirección Comunicaciones UC, mbbravo1@uc.cl 

 


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