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Investigadores van tras la ruta del Fío-fío: desde Cabo de Hornos hasta Brasil


Una de las travesías más extenuantes del continente sudamericano es la que hace el pequeño Fío-fío, desde la Isla Navarino en el extremo sur de Chile hasta el nordeste y centro de Brasil. Conocer más detalles de esta travesía, su comportamiento y la interacción con grupos provenientes de otras latitudes, entre otros, es el trabajo que ha realizado la investigadora Rocío Jara junto a su equipo, publicando sus primeros hallazgos en la revista PLOS ONE.

Fío Fío de perfil, posado en un poste de madera y fondo verde.

photo_camera El equipo liderado por la investigadora de los centros CHIC y Cedel UC Rocío Jara, comparó un grupo de Flo-fíos que nidifica en Cabo de Hornos, con otro estudio sobre sus pares en Esquel, en la Patagonia argentina, encontrando varias similitudes. (Crédito fotográfico: Bird/Mason Maron)

El Fío-fío mide unos 15 cm y pesa en promedio 16 gramos (el equivalente a dos monedas de cien pesos chilenos), pero a pesar de su pequeño tamaño, realiza uno de los viajes más increíbles de Sudamérica. Cada año, migra desde su lugar de nidificación, desde el Desierto de Atacama hasta el Cabo de Hornos en Chile, hasta Brasil, para pasar la temporada invernal.
 
“Nos interesaba mucho conocer su migración, especialmente los Fío-fío que se reproducen en la Reserva de la Biósfera Cabo de Hornos”, explica la Dra. Rocío Jara, investigadora del Centro Internacional Cabo de Hornos (CHIC) y del Centro de Desarrollo Local – CEDEL UC. Para ello, siguieron a un grupo de aves, a las que les instalaron un geolocalizador en la espalda, que les permitió reconstruir toda su ruta durante un año.
 
Sin embargo, a medida que los seguían, fueron apareciendo nuevas preguntas, como también un estudio de un grupo de Fío-fío en Esquel, ciudad ubicada al noroeste de la provincia de Chubut en la Patagonia trasandina. ¿El comportamiento de estas aves, al norte de los bosques templados, sería parecido al de sus congéneres localizados en los confines del continente?
 
Lo que hizo la doctora en Biología de la University of North Texas junto a su equipo, fue tomar los datos de esta investigación -que eran públicos- y compararlos con los suyos. “Y lo que descubrimos es que hacían cosas muy similares. En promedio, ambos grupos comienzan a migrar hacia el norte en febrero, y llegan al noreste de Brasil a finales de marzo, donde pasan la primera parte del invierno”, cuenta la investigadora. 
 
Ambos grupos no solo se van en las mismas fechas, sino que también llegan al mismo lugar. Luego hay un cambio: tras un par de meses en el nordeste de Brasil, se trasladan hacia el centro, “pero no al Amazonas, al borde, en una zona en el Estado de Mato Grosso”, especifica la bióloga. Allí pasan un par de meses más, para luego comenzar su migración entre septiembre y octubre de regreso a su lugar de origen, para la temporada de reproducción
 
Estos hallazgos fueron publicados en la revista científica PLOS ONE, en el artículo “White-crested elaenias (Elaenia albiceps chilensis) breeding across Patagonia exhibit similar spatial and temporal movement patterns throughout the year”, de los autores Rocío Jara, Jaime Jiménez y Ricardo Rozzi, de la Universidad de North Texas y  CHIC, además de Universidad de Magallanes el último autor.

Acercamiento de un Fio fio que mira hacia la derecha con fondo verde.
El Fío-fío pesa unos 16 gramos en promedio, similar a dos monedas de cien pesos chilenos, y sin embargo realiza uno d elos viajes migratorios más espectaculares dentro de Sudamérica. (Crédito fotográfico: Bird/Mason Maron)

Conectividad migratoria

Además de la ruta del Fío-fío y de la similitud entre los grupos provenientes del Cabo de Hornos y de Esquel en Argentina, Rocío Jara y su equipo buscaba evaluar la conectividad migratoria, es decir, el vínculo que existe entre los individuos, entre la zona reproductiva y la zona donde pasan el invierno. “La pregunta es, si los Fío-fío que pasan la temporada de reproducción juntos, también pasan el invierno juntos o se separan?”, especifica la investigadora. 
 
En otras palabras, ¿ambos grupos se mezclan al llegar a Brasil o se mantienen separados? “Lo que vimos es que se mezclan”, responde la bióloga. O en términos más específicos, se trata de una “conectividad migratoria débil”, detalla.
 
Sin embargo, lo que evidenció el equipo investigador, es que los machos estudiados volvían a su lugar de origen, es decir, aquellos provenientes de Isla Navarino volvían a Cabo de Hornos, y lo mismo con sus pares de Esquel. Es lo que se denomina “fidelidad de sitio”. Y no solo regresan a la misma región, sino que muchas veces al mismo sector o incluso al mismo árbol del año anterior, “especialmente si el nido fue exitoso y las crías sobrevivieron”, comenta la investigadora.
 
¿Y qué consecuencia tiene todo esto? 
 
Rocío Jara responde: “Si imaginamos un escenario de destrucción de hábitat en una zona determinada en Brasil, por ejemplo, esto solo va a afectar a los Fío-fío que allí se encuentren y no a toda la población, ya que el área que esta especie utiliza en Brasil en invierno es muy amplia. Es decir, una alteración de hábitat localizada, solo afectará a una parte de la población. Sin embargo,  ya que están mezclados los Fío-fío de Isla Navarino y de Esquel, entonces ese efecto se va a sentir no solo en uno de los grupos, si no que en ambos”. 
 
Al parecer, el Fío-fío es una especie que se adapta a distintos ambientes y quizás también a los cambios en estos. Lo cual genera más interrogantes: ¿Por qué y cómo eligen los lugares que escogen para vivir?  ¿Cuáles son los factores que inciden en esta elección? ¿Existen diferencias entre los que hacen los machos y hembras? ¿Cómo es la migración de otras especies que también se reproducen en la Reserva de la Biósfera Cabo de Hornos? Estas y otras preguntas son las que continúa investigando Rocío Jara y su equipo.
 


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