La voluntaria de un comedor social impulsado en pandemia
María de los Ángeles Ossorio ha entregado más de 10 mil almuerzos en la población Rosita Renard en Ñuñoa junto a sus compañeros. Impulsora de la unidad de pastoral de la Facultad de Ciencias Biológicas y del proyecto Rostros (que busca la reinserción de personas en situación de calle), es una de la merecedora de este premio. Aquí su historia.
Fue un accidente doméstico. “Una tontera”, dice la estudiante María de los Ángeles Ossorio (21). Tenía unos nueve años cuando estaba en el entretecho de su casa y, al pararse sobre la puerta, el piso cedió, haciéndole caer a la primera planta. Se golpeó en la cabeza y hubo un par de consecuencias posteriores, nada permanente.
Dice que este accidente la marcó y, mirando en retrospectiva, saca dos lecciones a partir de este episodio: la primera es el saber adaptarse a situaciones complejas; la segunda es que logró desarrollar una sensibilidad distinta por quienes lo están pasando mal.
Y de esas dos conclusiones, aparentemente sencillas, ha sacado lecciones vitales. Un tiene directa relación con su carrera de Biología. “La biología evolutiva es la transformación histórica de los seres vivos. Para mí se abrió un mundo cuando empecé a saber más de la selección natural, de naturalistas como Charles Darwin y de mujeres como Isabel Behncke”, explica sobre la primera idea. La segunda lección la ha venido desarrollando con su trabajo en Pastoral.
“La alegría que he recibido en el comedor ha sido mucho más que el tiempo que he dado o las lágrimas de angustia que me ha sacado, por ser encargada de las platas” - María de los Ángeles Ossorio, Premio Espíritu UC.
El comedor social y las mandarinas de Dios
Corría el año 2020 y mientras todo el mundo, literalmente, debía encerrarse por la pandemia del coronavirus, ella recibió una invitación que le pedía lo contrario. Sucedió de repente, en una conversación con el capellán general de la UC, Fernando Valdivieso. Ella, motivada por el apostolado que veía realizaba la Pastoral UC habló con Valdivieso para ofrecer ayuda desde la Facultad de Ciencias Biológicas. De esta forma, empezó a trabajar de voluntaria en un comedor social, en la Población Rosita Renard, de Ñuñoa.
Cuenta que ni ella ni sus compañeros de la pastoral de las Facultad de Ciencias Biológicas -unidad que ayudó a formar el año anterior- estaban demasiado emocionados con la idea, pues “implicaba poner en riesgo a las familias y, en mi caso, dejar de ver a mi abuela. Por eso no estábamos motivados”, dice. Además, Ossorio se daba cuenta de que el trabajo ahí le quitaría mucho tiempo. Pero se enamoró del lugar.
Y es que, según cuenta, en el trabajo en el comedor ha visto la presencia de Dios, ya sea en las personas o en situaciones concretas del día a día. “Un día, por ejemplo, quería comprar mandarinas en la feria pero no nos quedaba plata. Justo cuando estaba en eso me llama una señora, que no conocía, para ofrecerme unas mandarinas que tenía en su casa”. Le pasó algo similar un día que tenían el balón para cocinar vacío, y les llegó una donación de $300 mil pesos para reponer el gas.
“La alegría que he recibido en el comedor ha sido mucho más que el tiempo que he dado o las lágrimas de angustia que me ha sacado, por ser encargada de las platas”, dice. De hecho, la precariedad que ha visto en distintos aspectos en este lugar la ha afectado.
“Todas las personas de que vienen al comedor están solas, pese que en algún momento fueron padres, hijos, hermanos, o un ser querido de alguien. Me doy cuenta de que todos tenemos una vulnerabilidad y el llamado que uno tiene es a acompañar”, sostiene.
Nuevos proyectos
La ONU es clara: la pandemia de Covid-19 ha provocado un aumento en los niveles de pobreza sin precedentes en las últimas décadas. Esto, dicen en la organización, impactará fuertemente en la desigualdad y el empleo. Ante este panorama sombrío, desde la Pastoral de Ciencias Biológicas ya se trabajan en un nuevo proyecto: Rostros UC.
La iniciativa busca visibilizar a personas en situación de calle y, a través de visitas y talleres, entregarles herramientas para una eventual reinserción. Ossorio y sus compañeros buscan darle a estas personas un sentido de pertenencia. Esto lo quieren conseguir escuchando y acompañando a personas vulnerables, especialmente a aquellas que viven en los alrededores de Casa Central.
Aunque sabe que el desafío es grande, Ossorio cree que es posible generar cambios a partir de pequeñas acciones. Quizás a partir de esas acciones, evolucionemos hacia una sociedad de seres vivos más solidarios.