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Padre Jorge Merino

Nuevo capellán general: “Trabajaremos en conjunto con otras universidades y pastorales”


Ingeniero comercial de la Universidad Diego Portales y máster en Teología de la UC, el sacerdote fue párroco y vicario de la zona oriente. Aquí, habla sobre el rol que asume en la universidad, el papel que debiese tener la Iglesia católica en Chile y la secularización como fenómeno nacional.

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photo_camera “Poner énfasis en la búsqueda del encuentro y el diálogo en Cristo, con miras a construir un Chile más santo, mejor y más justo”, dice sobre su nueva tarea en la UC. Foto: César Cortés.

Nombrado en su nuevo cargo en diciembre pasado, a los 46 años, el sacerdote Jorge Merino asumirá como capellán general de la UC en marzo, sucediendo a Fernando Valdivieso. Sin embargo, el exvicario de la zona oriente ya trabaja y planifica una Pastoral que no le es del todo desconocida, pues ya había colaborado como asesor en San Joaquín y Casa Central.

-Miles de novatos y novatas entrarán a la UC en las próximas semanas. ¿Si tuviera que darles un consejo, ¿cuál sería?

-Primero, felicitarlos y animarlos. La etapa universitaria es preciosa y muy decisiva. La UC ofrece una gama de posibilidades: talleres, seminarios, actividades extra programáticas que van más allá de lo académico. La Pastoral es una más de esas posibilidades donde pueden poner sus talentos al servicio de los demás.

"Junto con la Pastoral me gustaría volver a reencantar y a mostrar la propuesta de Jesucristo como algo válido para el joven de hoy día" - Jorge Merino, nuevo capellán general de la UC

-¿Cómo piensa perfilar el cargo?

-Junto con la Pastoral me gustaría volver a reencantar y a mostrar la propuesta de Jesucristo como algo válido para el joven de hoy día. También tenemos el desafío de la pandemia, que ha desmotivado a muchos a participar. Y finalmente, incidir en todas las áreas de la UC: trabajaremos en conjunto con otras universidades y pastorales.

-¿Extrañará el trabajo parroquial?

-Creo que sí. Cuando un sacerdote está definiendo su vocación, lo primero que piensa es en estar en una parroquia. También es cierto que con el tiempo me he dado cuenta de que este ministerio se puede desplegar en muchos ámbitos de la Iglesia. Además, acá ya me ha tocado tener un contacto directo con la gente, en misiones y trabajos, por ejemplo.

Secularización

De acuerdo con la Encuesta Bicentenario UC, dada a conocer hace algunas semanas, ha disminuido la cantidad de personas que se declaran católicas y ha aumentado el número de aquellas que aseguran no profesar ninguna religión o ser ateos. La cifra aumenta de forma explosiva respecto de la última encuesta, subiendo al 37%.

Según el sacerdote, esto responde a distintas cosas, como la falta de trascendencia y la preponderancia de la inmediatez, lo concreto y lo “real”. “Se ha perdido la capacidad de ver más allá, de pensar en la muerte y en lo que puede haber después de esta. Quizás como Iglesia no hemos sabido manifestar ni comunicar eso o tal vez la gente está llenando esa necesidad de trascendencia con otras cosas”, dice.

-¿A qué atribuye este desencanto? ¿Por los casos de abusos sexuales, o hay otros factores?

-Los casos de abuso más emblemáticos de la Iglesia fueron en 2010. Los jóvenes de hoy en esa época tenían siete u ocho años. Sin duda los abusos le pegan a la Iglesia, pero basta revisar las encuestas para darse cuenta de que la desconfianza está en todas las instituciones, sin excepción. 

¿La religiosidad de los estudiantes de la UC se ha visto afectada por esta suerte de secularización?

La caída en nuestra Iglesia se refleja en los estudiantes, sin duda, además, está la pandemia. Pasar a vivir una religiosidad online ha disminuido la participación. Costó mucho entrar a lo digital y ahora hay gente a la que le cuesta salir de eso, sea por temor a los contagios o por inercia.

"Pasar a vivir una religiosidad online ha disminuido la participación. Costó mucho entrar a lo digital y ahora hay gente a la que le cuesta salir de eso, sea por temor a los contagios o por inercia" - Jorge Merino, nuevo capellán general de la UC

La Iglesia en pandemia

Un caso puntual del Covid-19 remeció a Jorge Merino. “Una de mis parroquianas, de unos 60 años, estaba hospitalizada cuando su papá se murió de coronavirus. Yo la llamé desde el velatorio, despidiendo a un familiar que ella no pudo despedir”, cuenta. 

En ese momento se replanteó su rol como sacerdote y entendió que era hora de acompañar dolores hasta entonces desconocidos por aquellos que no sabían de pandemias. Había que contener, incluso cuando internamente también experimentaban incertidumbres y temores. Pero no se pierde en separar las cosas. “La gente no venía a buscar mi consuelo, sino el de Dios. Si no estoy unido a Él, ¿con qué voy a consolar?”, reflexiona el padre Merino.

-¿Cómo evalúa el rol de la Iglesia católica en esta pandemia?

-La Iglesia tuvo una buena oportunidad, que supo aprovechar, con las ayudas sociales. Como párroco me tocó ver cómo antes del IFE la gente que vive al día no tenía plata y no podía trabajar tampoco. Fui testigo de cómo muchas parroquias, a través de cajas de mercadería y ollas solidarias, hicieron un trabajo tremendo. En las parroquias populares la gente lo agradece. El rol de la Iglesia estuvo a nivel de las bases.

-¿Es un rol que había descuidado?

-La territorialidad existía, pero que con la pandemia la demanda era tal, que se hizo mucho más visible. La gente se volcaba a las iglesias porque necesitaba comer. Pero no solo eso, también necesitaba acompañamiento en lo espiritual; necesitaban de Dios.

Según Merino, la vida de los sacerdotes es soltar y dejar partir. Y así, livianos de equipaje, enfrentar pandemias, la dirección de parroquias y cuánto la vida les depare. Reconoce que aún está permeándose de todo lo que implica estar en su cargo como capellán general, sobre todo, en un contexto de cierta apatía hacia lo religioso, pero que confía hacer ese trabajo en equipo y con la ayuda y apoyo de muchos.

En este sentido, dice el sacerdote, con el proceso de internacionalización impulsado en la UC, la Pastoral se perfila en una salida misionera, más allá de las fronteras con jóvenes como protagonistas al servicio de la universidad, del país y de la Iglesia, a través de la acogida y escucha, atenta a los tiempos e interpelada por la realidad, para evangelizar la cultura con Cristo en el centro.


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