Por un país con menos cicatrices
Mostrar la realidad de los abusos y eventos adversos en los niños, niñas y adolescentes, es lo que busca este centro creado en agosto de 2019, gracias a una alianza entre la Fundación para la Confianza y la UC. Las consecuencias biológicas y psicológicas son sus principales áreas de investigación, buscando promover un acompañamiento integral y la prevención, y apuntando a cambiar la mirada de la sociedad.
“Una persona que ha sido abusada en su niñez o adolescencia puede ver disminuida su expectativa de vida en 20 años con respecto al promedio”. Así lo afirma James Hamilton, vicepresidente del Centro de Investigación Para el Abuso y la Adversidad Temprana - CUIDA, creado hace poco más de un año y medio por la Fundación para la Confianza y la Universidad Católica.
“Más del 50% de la población ha sufrido al menos un evento adverso en etapas tempranas. El 30% de los casos corresponde a algún tipo de abuso sexual, y de estos, el 80% afecta a mujeres”, continúa Hamilton, médico de profesión, quien ha dedicado buena parte de sus energías a promover los derechos de la infancia y la denuncia de los abusos cometidos por eclesiásticos, de los cuales él mismo fue víctima.
Visibilizar esta realidad y poner el tema en la agenda pública, es lo que busca el Centro CUIDA, a través de evidencia científica sobre el impacto de las experiencias adversas en la niñez y adolescencia, a todo nivel. Su propósito es desarrollar herramientas de prevención, intervención y reparación, así como impulsar políticas públicas respecto del tema.
El daño biológico del abuso
Como cuenta la directora ejecutiva de CUIDA, la académica de la Escuela de Psicología María Pía Santelices, en este año y medio de vida el Centro ya ha publicado cuatro artículos en publicaciones internacionales y se han adjudicado tres proyectos en fondos concursables. “Hemos trabajado intensamente para postular a fondos y hacer investigación, ya que nos interesa comprender los efectos de las experiencias adversas tempranas en el bienestar de las personas, para así poder diseñar e implementar estrategias de prevención adecuadas y oportunas”.
Una de las líneas de estudio es el impacto de la adversidad temprana y el abuso sexual en la salud. “Lo que buscamos es encontrar el vínculo -o esa especie de “eslabón perdido”- entre el daño que podríamos llamar “psicológico”, que generan los eventos adversos en la infancia, y el organismo”, explica James Hamilton. “Nuestro propósito como Centro CUIDA es “prender una luz” ante esta situación, “poner un foco” y mostrar la envergadura del problema”, agrega.
Los eventos adversos de infancia no solo incluyen eventos físicos, como el abuso sexual, sino también psicológicos, como la violencia intrafamiliar indirecta -entre los padres-, el maltrato verbal, o que uno de los progenitores o adulto a cargo sea alcohólico, esté en la cárcel o participe en actividades delictivas. También se incluyen los casos de niños y niñas que han sufrido las consecuencias de guerras o conflictos, que han perdido sus familiares, o pobreza extrema, entre otros.
“Es un espectro que cada vez aumenta más, porque si estos eventos adversos te van pillando a muy temprana edad, te generan un daño biológico”, afirma Hamilton, y se explaya: ”La respuesta que uno genera frente al estrés, es la liberación de hormonas como la adrenalina o el cortisol, lo que provoca trastornos en el desarrollo biológico del cerebro y no permite que los jóvenes vayan cumpliendo sus etapas de maduración”.
Algo muy importante durante la etapa de desarrollo es adquirir los llamados “inhibidores”, es decir, los controles internos que las personas tenemos para tener conductas sociales adecuadas, principalmente en términos éticos. Por ejemplo, cuando el niño o niña aprende que es inadecuado gritar o llorar en determinados momentos, o que robar es malo. “Cuando no se adquieren estos parámetros, la persona va a tener mucha dificultad de integrarse a la sociedad, y por ende, va a tender a moverse por los márgenes sociales”, sostiene el médico.
“En CUIDA, lo que queremos es ir descubriendo estas relaciones entre estos eventos adversos y el daño. Y por otro lado también, aprender a identificar elementos que permitan describir, catalogar o afirmar, que a un niño o niña le está pasando cierta situación o ha tenido determinadas conductas, porque sencillamente no pudo desarrollarse neurológicamente, ni adquirir las herramientas y habilidades sociales necesarias”, manifiesta el investigador.
Por otra parte, la evidencia científica muestra que los eventos adversos aumentan tres, cuatro o hasta diez veces la posibilidad de sufrir enfermedades crónicas. Es por esto que el Centro CUIDA va a participar en las encuestas a la cohorte MAUCO. Este es un estudio que investiga por un periodo de diez años los factores que influyen o previenen el desarrollo de enfermedades crónicas, a diez mil personas de la comuna de Molina, liderado por la académica de Medicina Catterina Ferreccio, subdirectora de ACCDiS y miembro del directorio de CUIDA. Los investigadores de CUIDA, a través de un proyecto de investigación interdisciplinaria de la VRI-UC, podrán saber cuán importante es para la salud física y mental de esta población el impacto de eventos adversos de infancia, particularmente el abuso en el mundo rural.
Acompañamiento y prevención
El contexto social e institucional del abuso en la niñez y adolescencia es la línea que dirige José Andrés Murillo, director de CUIDA y doctor en Filosofía, quien también fue víctima de abuso sexual al interior de la Iglesia. “Mi objetivo es investigar sobre los efectos de abuso sexual en la adultez. Es importante intervenir a través de un acompañamiento terapéutico porque deja cicatrices profundas: depresión, abuso de sustancias como drogas o alcohol, enfermedades autoinmunes… Existe una correlación entre el abuso sexual temprano y ciertos comportamientos sociales, psicológicos y hasta laborales”, afirma.
De acuerdo al investigador, la prevalencia de abusos es más alta de lo que se reconoce públicamente. “La afectación es muy alta. Entre un 10 a 15% de los niños, niñas y adolescentes han sufrido un abuso, y casi la mitad de la población ha sufrido efectos directos o indirectos”, dice Murillo.
Uno de los principales efectos del abuso, de acuerdo al investigador, es que se vulnera el “derecho a confiar. La persona que ha sido víctima queda destruida y le es difícil salir del estado de desconfianza en las relaciones”, relata el investigador.
Como agrega James Hamilton, “los eventos adversos en la infancia pueden recuperarse, pero es importante que no se vayan sumando estos eventos, porque la capacidad de resiliencia y recuperación va disminuyendo”. Es por esto que ambos investigadores recalcan en la necesidad de contar con un tratamiento integral. “Como Centro CUIDA queremos mostrar esta realidad. Queremos que las víctimas tengan un acompañamiento adecuado y que sea cubierto por GES (Garantías Explícitas en Salud), porque su calidad de vida queda muy perjudicada”, afirma José Andrés Murillo.
"La persona que ha sido víctima queda destruida y le es difícil salir del estado de desconfianza en las relaciones” - José Andrés Murillo, director Centro CUIDA.
De ahí que la tercera línea del Centro sea “Apego y prevención de la adversidad temprana”, a cargo de María Pía Santelices. En este último año se han llevado a cabo dos proyectos en esta línea, uno estudiando el agotamiento parental y dificultades en la infancia durante la pandemia por Covid-19 y el segundo, creando una campaña audiovisual contra el maltrato y abuso en la infancia, cuyo lanzamiento será a fines de marzo.
"En este período de pandemia, marcado por importantes cambios en nuestros patrones de comportamiento y los vínculos, hemos experimentado al interior de los hogares situaciones de alto estrés, con graves consecuencias para los niños y niñas, de ahí la relevancia de estudiar los efectos de la pandemia para poder mitigarlos", agrega la investigadora. (Ver Guía para apoyar a niños y niñas durante el COVID-19)
Además, CUIDA está trabajando en un proyecto piloto a cargo del académico del Instituto de Sociología y exdecano de la Facultad de Ciencias Sociales, Eduardo Valenzuela, miembro del directorio de CUIDA, para hacer la primera encuesta chilena sobre eventos adversos de infancia, que permita tener estadísticas al respecto.
A futuro, el Centro busca seguir trabajando en producir un cambio de mirada. “Dejar de mirar a la persona que ha sufrido estos eventos adversos como un alguien dañado o peligroso para la sociedad, sino como alguien que está sufriendo una enfermedad, alguien que necesita de nuestra ayuda”, agrega James Hamilton.
Entre los desafíos está elevar este tema a los niveles de decisión. Como concluye el investigador: “Todos hemos tenido algún evento adverso en la vida, del cual llevamos ciertas cicatrices. Nosotros no vamos a poder evitar las cicatrices que ya han ocurrido, lo que queremos es que podamos dibujar un país con personas con menos cicatrices”.
*Descargar artículo publicado en Journal of Developmental Origins of Health and Disease aquí
*Descargar artículo publicado en Epigenomics aquí
*Webinar "Cómo abordar temas complejos con niñas y niños?" Ver aquí
*Webinar "Herramientas de apoyo emocional en tiempos de crisis". Ver aquí
"Nosotros no vamos a poder evitar las cicatrices que ya han ocurrido, lo que queremos es que podamos dibujar un país con personas con menos cicatrices” - James Hamilton, vice presidente de Centro CUIDA.