Tirso Rojas: El gran archivador
El operador de microfilm de la DARA lleva 25 años en el plantel. Por sus rigurosas manos han pasado los títulos de grado de San Alberto Hurtado y Sebastián Piñera, entre muchos otros emblemas de la universidad.
Inventor, constructor, reparador y archivador. Son muchas las aficiones que invaden la cabeza (y el corazón) de Tirso Rojas (57) y casi todas ellas las aplica en su trabajo en la UC. Si bien su deber principal es ser el responsable del sistema de archivo documental en tamaño reducido en microfilm de todos los alumnos que han estudiado en la casa de estudios, también repara algunas máquinas de su oficina que se encuentra en los subterráneos de las Aulas Lassen en San Joaquín.
“Venir a acá es como bajar a las catacumbas”, comenta con una sonrisa mientras muestra cómo es llegar a su lugar de trabajo que también es bodega del archivo de microfilm de la Dirección de Registros Académicos (DARA). En ella se guardan los títulos de todos los alumnos y exalumnos de la Institución.
Llegó hace un cuarto de siglo y desde ese momento nunca más abandonó su labor. Toma su deber con vocación, eso lo lleva a guardar cada diminuto archivo con estricto orden, ya sea según la fecha o en orden alfabético. Cada rollo va en pequeños y ordenados cajones. Por sus manos han pasado los títulos de San Alberto Hurtado, Sebastián Piñera, Héctor Noguera, Ramón Núñez, José Piñera Echeñique, Diana Bolocco, Evelyn Matthei y Jaime Guzmán Errázuriz, entre tantos otros exalumnos.
Para dimensionar el volumen de su trabajo, comenta ciertas cifras aproximadas: el total de alumnos vigentes en la UC -alumnos que están estudiando en estos momentos- son 40.000; los antecedentes de estudiantes no vigentes guardados en microfilm son 160.000; los expedientes de los titulados son 160.000; y por último, detalla que en este momento está abocado a la tarea de respaldar en formato digital 50.000 antecedentes de alumnos no vigentes.
“Disfruto ampliamente mi trabajo. Solo que pasé largos años en completa soledad y eso me complicaba un poco. Llegué al extremo de conversar conmigo mismo e incluso enojarme conmigo cuando no me hablaba”, bromea Tirso. “Además, cuando salía de aquí para entregar documentos a alguna otra oficina, me ponía a conversar compulsivamente y me decían: ‘Cállate, Tirso”. Yo les contestaba que pasaba el día completo sin conversar”.
Tirso también tiene a su cargo hacer las marcas de título y de licenciaturas de los alumnos. “Cuando me llegan las notificaciones de título o licenciaturas, tengo que verificar si cumple con el egreso de título para ingresar el código que corresponde a su programa. Una vez hecho esto, el alumno es oficialmente titulado de la UC, pudiendo generar expedientes, certificado y diploma de su carrera”.
“Lo que me emociona de guardar los archivos de los estudiantes, es cuando me llegan los expedientes de su titulación y se trata de algún alumno que atendí en la semana del postulante UC, años antes, cuando les explicamos funcionamiento de DARA. Pero sin duda el expediente que más me va a emocionar guardar será el de mi hijo Cristóbal, que está terminando la carrera de Química y Farmacia”, comparte.
La autoformación
Cuando tenía dos años, Tirso desarmó una máquina de coser en su casa. Dice que sus papás se enojaron mucho, y que desde ese momento ha dado rienda suelta a su interés por desarmar y armar, destruir y construir. Una enorme cantidad de objetos que han llegado a sus manos, han sido observados y desarmados por él. Luego, con prolijidad y dedicación ha vuelto a armar relojes, computadores, y una amplia variedad de máquinas de diversos tamaños.
“Soy un autodidacta, sobre todo porque entiendo rápidamente cómo funcionan las máquinas. He aprendido porque me interesa mucho y se me hace fácil entender cómo funcionan las cosas. Antes usaba manuales impresos y ahora tutoriales de Youtube”, cuenta.
Estudió en el liceo científico humanista n°8, que en ese momento se llamaba Arturo Alessandri Palma. En paralelo a su cuarto medio, estudió mecánica automotriz en el instituto IADE, donde obtuvo tan buenas notas que se quedó trabajando como instructor. Posteriormente se empezó a dedicar a otro tipo de maquinarias tales como las de microfilm.
Su familia, compuesta por su esposa y tres hijos, valora mucho su gusto por inventar cosas nuevas, aunque a veces desordena mucho. “En mi casa ha construido de todo: desde muebles hasta máquinas para labores cotidianas. Ahora quiero construirle a mi esposa una sobadora, que se usa para amasar la masa de las empanadas”, comparte Tirso, quien aún en estos días sigue armando y desarmando cuanto pasa por sus manos.
Publicado en Visión UC.
INFORMACIÓN PERIODÍSTICA
Virginia Soto-Aguilar C., Dirección de Comunicaciones, msotoagu@uc.cl