¿Cómo afectan los resultados negativos en educación en una votación de alcalde?
La profesora Loreto Cox de la Escuela de Gobierno y Francisco Gallego del Instituto de Economía, junto a Sylvia Eyzaguirre del CEP, investigaron respecto de cómo afectan los resultados negativos en educación en una votación de alcalde. El artículo se encuentra publicado en el destacado Journal of Development Economics.
Los votantes castigan a los alcaldes por sus malos resultados en educación, no votando por ellos para su reelección al municipio. Esta es la principal primicia de la reciente investigación llamada "Castigar a los alcaldes que no pasan la prueba: ¿Cómo responden los votantes a la información sobre los resultados educativos?”.
El trabajo, publicado en una de las revistas académicas top a nivel mundial, Journal of Development Economics, fue desarrollado por la profesora de la Escuela de Gobierno Loreto Cox, junto a la investigadora Sylvia Eyzaguirre del Centro de Estudios Públicos (CEP), el profesor del Instituto de Economía Francisco Gallego y del Instituto de Desarrollo Sustentable, y Maximiliano García.
“Nuestra primera conclusión sugiere que la información sí importa y que hay un impacto causal al entregar información. Es decir, informar sobre un desempeño relativamente deficiente afecta la participación, lo que se traduce en menos votos para el incumbente”, afirma la investigadora Sylvia Eyzaguirre.
Esto es especialmente fuerte cuando los malos resultados educativos son una sorpresa para los votantes, es decir, que no los esperaban.
Como agrega el profesor Francisco Gallego: “Los resultados implican que quienes son incumbentes tienden a tener incentivos para mejorar el desempeño educativo de las escuelas que manejan en sus comunas y evitar “catástrofes” (o sea que les vaya muy mal). Esto también pone incentivos a candidaturas que desafían a quienes son incumbentes a dar a conocer esta información de modo simple a quienes votan”.
Educación y alcaldes
En 2016, la educación era la cuarta prioridad para la opinión pública del país según la Encuesta CEP, y a nivel local ocupaba el tercer lugar de las prioridades de un alcalde después de la salud y la prevención del delito. Educación es un área donde, además, el país cuenta con datos detallados que son públicos, y donde a la fecha del estudio (2016) la responsabilidad por la educación recaía claramente en el alcalde.
“La prioridad otorgada a las escuelas municipales revela que los ciudadanos ya saben que éstas son responsabilidad del alcalde, aunque desconozcan su desempeño”, explica Sylvia Eyzaguirre.
¿Qué información le importa a los votantes?
De acuerdo al estudio, los buenos resultados o las buenas noticias, no tendrían mayores efectos en el apoyo a la elección en este ámbito. Este resultado es consistente con bastante investigación que muestra que la gente reacciona más ante la información negativa que a la positiva.
También importa cuál es el punto de referencia; en este caso, comparar con resultados municipales promedio tuvo más efecto que comparar con las comunas con mejores resultados. “Entonces, conocer cuál es la información relevante para los votantes y cómo entregarla, es clave”, explica Loreto Cox.
Los datos muestran que los alcaldes que lo hacen bien en educación tienden a hacerlo bien en otras dimensiones. Así, para los autores, lo importante es que entregar información puede ayudar a que se elijan alcaldes que gestionan mejor en general. Al mismo tiempo, la información contribuye también, indirectamente, a mejorar la educación.
La investigación
“Quienes operan en el mundo político son reticentes a que la gente que vota conozca este tipo de información con detalles. Nuestro paper usó un tipo de intervención estándar en la literatura, tuvo aprobaciones de dos comités de ética (de MIT y de la UC) y era una intervención que sólo usaba información pública que se ordenaba y se entregaba de modo más simple a quienes votaban. Este sólo hecho provocó reclamos a nuestro experimento de gente del mundo involucrada en las elecciones", explica Francisco Gallego.
Por otra parte, se trata de un estudio de grandes dimensiones, con casi 130.000 personas intervenidas en 59 comunas. En la logística, esto conllevó imprimir gran cantidad de cartas que se enviaron en formato físico; también se trabajó en un mensaje que fuera muy claro y que motivara a respuestas sin inducir en sesgos.