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Una Reflexión Semanal

Acompañar es un acto de dignidad y amor


Foto de Rina González
Profesora Escuela Enfermería
Quien cuida a otro debe considerar las propias experiencias de vida relacionadas con el dolor y sufrimiento para comprender lo que el otro siente y como la situación vivida lo impacta.

Acompañar es un pilar fundamental en el cuidar a otro y es una tarea de todos: de padres, hermanos, amigos, profesionales, agentes pastorales, entre otros, que realizan acciones especiales, las cuales al margen de si son terapéuticas, parentales, deportivas o espirituales todas suponen un camino de encuentro entre personas, donde uno acompaña y otros son acompañados en el transcurso de la vida.

La palabra acompañamiento deriva del latín cum-panis que desde una relación simbólica se podría expresar como “comer pan juntos”. En el caso de problemas de salud, J.C Bermejo describe el acompañamiento como sentarse a la mesa emocional y espiritual de la persona enferma y su familia, donde es posible compartir sentimientos, preocupaciones, esperanza: todo lo que hay en el mundo interior de las personas, accediendo de esta manera a la dimensión espiritual. Ésta última, desde mi perspectiva, es el elemento integrador de las dimensiones física emocional y relacional de la persona.

 


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