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Diario Financiero

Conflicto en Medio Oriente


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Director Centro UC Estudios Internacionales
"¿Qué han ganado Israel y Palestina durante este año? Absolutamente nada. Israel no es hoy un país más seguro ni el pueblo palestino más libre", afirma el abogado.

Semana triste para quienes creen en la paz global. Triste para la comunidad judía, al recordar los atroces atentados terroristas del 7 de octubre y que costaron la vida a cerca de 1.200 personas y la captura de más de 250 rehenes. Triste para la comunidad palestina, por los más de 40 mil civiles muertos en Gaza, en una de las mayores masacres a la población civil en la historia reciente.
¿Qué han ganado Israel y Palestina durante este año? Absolutamente nada. Israel no es hoy un país más seguro ni el pueblo palestino más libre.

Israel ha visto dañada su reputación e imagen internacional -especialmente en las generaciones más jóvenes-, su Gobierno se encuentra enfrentado con organismos internacionales, ha sufrido protestas en su propio país y su primer ministro Netanyahu podría ser juzgado por genocidio en tribunales internacionales. Sin la existencia de un plan para el día después, reemplazar la idea de dos Estados (por muy lejana que parezca) por 'un Estado sin solución', como diría el experto Richard Hass, es una pésima estrategia para la seguridad de Israel en el largo plazo.

En materia económica, las proyecciones 2024 de la economía israelí van a la baja, cerca de 60 mil empresas podrían cerrar debido a la falta de personal, la calificación crediticia empeora, el turismo se ha venido al suelo y la guerra podría costarle cerca de US$ 70 mil millones al 2025.

Palestina tampoco ha ganado nada. Aunque se observa un mayor apoyo en manifestaciones sociales y un reconocimiento en Naciones Unidas, en la práctica no ha habido un avance concreto en la implementación del Estado palestino. La Autoridad Nacional parece cada vez más débil y no hay renovación en el poder. A su vez, la falta de una condena clara contra Hamas transforma un conflicto esencialmente territorial y demográfico en una causa religiosa-ideológica, haciendo más inviable la solución de 'dos Estados'.

La aproximación militar y el uso de la fuerza no son ni serán un camino viable para la solución del conflicto, sino que perpetuarán una 'guerra sin fin'. El 2014, la acción militar en Gaza solo trajo un alto número de víctimas civiles y no contribuyó ni al debilitamiento permanente de Hamás ni menos a sentar las bases para una salida futura.

La única vía es la diplomacia, aunque parezca ingenuo. El problema es que no existen hoy las condiciones ni la voluntad real para una negociación. (...)

 


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