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Una Reflexión Semanal

"Dichosos los invitados a comer de la Cena del Señor"


Foto de Pbro. Cristián Eichin Molina OFM
Profesor y Vice Gran Canciller Pontificia Universidad Católica de Valparaíso
"La presencia sacramental del Cristo en la Eucaristía es un acto de donación para nosotros. Su cuerpo y su sangre es la presencia de Cristo que se hace comida de salvación. Comulgar, por tanto, es aceptar la invitación a acoger el regalo más grande que podría hacer: ser nuestro alimento".

Cristo está realmente presente en el sacrificio de la Misa sobre todo bajo las especies eucarísticas, expresión que nos regaló el Concilio Vaticano II en la Sacrosanctum Concilium 7. Así, la presencia sacramental del Cristo en la Eucaristía es un acto de donación para nosotros. Su cuerpo y su sangre es la presencia de Cristo que se hace comida de salvación. Comulgar, por tanto, es aceptar la invitación a acoger el regalo más grande que podría hacer: ser nuestro alimento. 

Por lo que afecta al evangelio de hoy, escuchamos parte del discurso del Pan de Vida en el capítulo 6. El de este domingo nos invita a no solo ver el Pan vivo bajado del cielo, sino también a comerlo. Ese pan es Cristo, que diariamente viene a nosotros en humilde presencia al altar en manos del sacerdote (cfr. San Francisco de Asís).

Un testimonio que nos puede ayudar a profundizar en el misterio de la Eucaristía de este domingo es una visión mística experimentada por una de las grandes mujeres de la Edad Media, contemporánea de San Francisco de Asís: Santa Clara de Asís. No es casualidad que este domingo coincida con su fiesta. Se cuenta de una visión mística que tuvo esta santa en la noche de Navidad del año 1252. Según la Legenda Sanctae Clarae, ella se encontraba enferma y sola en el monasterio de San Damián, mientras las hermanas estaban en misa.

Ella recibió el don de escucharla siendo celebrada en la basílica de San Francisco, a unos dos kilómetros de distancia, como si estuviera frente a una pantalla. Este hecho, registrado en el proceso de su canonización, llevó a que en 1958 el Papa Pío XII la proclamara patrona de la televisión y de las tecnologías de comunicación, asociando su experiencia mística con la moderna tecnología de transmisión televisiva. Clara vio y escuchó el oficio eucarístico como una posibilidad de participar a distancia de la misa. (…)


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