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Una Reflexión Semanal

Empatía y amistad social: las dos claves del encuentro


Foto de Alejandra Carrasco
Profesora Instituto Filosofía
"Nosotros, los de la calle, estamos llamados para esta revolución: la que no exige grandes gestas ni publicidad, sino el esfuerzo de mirar con cariño”.

Para tejer un manto se requiere el diseño y la artesanía: unir punto a punto, mezclar hilos, trenzar. Lo mismo como país. Para reconstruir el tejido social que se mostró tan dañado el 18-O, el diseño o “arquitectura” –como lo llama el Papa (FT 231)– lo definirán los constituyentes eligiendo caminos que promoverán u obstaculizarán la amistad social en la cada vez más diversa sociedad chilena. Pero ese trabajo de esos 155 será inútil sin el esfuerzo simultáneo de nosotros, los demás, los que no salimos en el diario ni tenemos cargos públicos, el ciudadano común, el de la vida corriente. A nosotros nos toca tejer punto a punto, desde abajo, uno a uno (cf. FT 78). No podemos esperar todo de los políticos (cf. FT 77) porque la fraternidad no se impone por decreto. Brota del trabajo oculto de cada uno en sus propios ojos y su corazón.

La empatía es el telar de la amistad social. Empatizar es mirar al otro e identificarme con él, ponerme en sus zapatos y tratar de comprender qué siente y por qué. Es lo contrario a la indiferencia y al juicio. Implica salir de uno mismo para atender y entender al otro. Es un ejercicio de la imaginación, la inteligencia y los afectos, que se realiza espontáneamente con los cercanos y quienes queremos, pero que también se puede voluntariamente, es decir, por un esfuerzo deliberado en mirar al otro (al diferente, al lejano, al contrincante) con afecto, en ponerse en su lugar e intentar comprenderlo.


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