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Una Reflexión Semanal

¿Es Chile un país del Espíritu?


Foto de Pablo Arteaga
account_circle Pablo Arteaga launch
Profesor Facultad de Teología
"Chile no sería Chile sin la fuerza creadora, unificadora y vivificadora de Dios, esa fuerza tiene un nombre: el Espíritu Santo. Él se ha adelantado a todos los que hemos habitado esta tierra, ha sostenido nuestra unidad y nos sigue ofreciendo vida en abundancia".

El Espíritu Santo es Fuerza creadora. Chile es una tierra hermosa, desbordante de bellezas naturales, desierto, bosques, lagos, volcanes, cordillera y mar. Su variedad está bien interpretada en la que conocemos como la leyenda de la creación de Chile: "En el principio, Dios creó las maravillas del mundo. Sin embargo, cuando terminó se dio cuenta de que había muchos trozos sueltos. Tenía partes de ríos y valles, de glaciares y desiertos, de montañas, bosques, praderas y colinas. En vez de dejar que estas maravillas se perdieran, Dios las dispuso todas en el lugar más remoto de la tierra. Así es como se creó Chile".

Este mes de la patria es propicio para recordar que la rica creación presente en nuestra tierra es don del Espíritu Santo, el Aliento (Ruah) de Dios, que es invocado como el Creador (cf. Himno Veni Creator Spiritus), así lo reconoce también el salmista cuando afirma: "Si envías tu aliento, todos son creados, y renuevas la superficie de la tierra" (Salmo 104,30). El Soplo divino es Creador y estamos llamados a reconocer en Chile su abundante obra creadora, que nos precede o "primerea", como dice el Papa Francisco, y que no se detiene, porque sigue creando aún hoy.

Nos reconocemos chilenos, miembros de una misma familia, somos solidarios, sufrimos con los dolores de los otros y nos alegramos con los triunfos de todos, porque el Amor divino nos alienta. El espíritu chileno es fruto de la presencia y acción del Espíritu de Dios. Los cristianos creemos que toda comunión surge de Él, que está en nosotros y nos une. Ese es
el deseo de Cristo la noche antes de morir: "que todos sean Uno" (Jn 17,21). Donde está el Espíritu divino surgen en abundancia sus frutos de amor, paz y alegría (cf. Gal 5,22), el Espíritu produce esos frutos en Chile, con nosotros y con nuestra colaboración. (…)


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