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Una Reflexión Semanal

Fraternidad y patria  


Foto de Rodrigo Mardones
Profesor Instituto de Ciencia Política
"La patria es una fuente importante de identidad. La patria da sentido y coherencia a la vida de las personas. A nivel individual las personas necesitan ser parte de una comunidad. Muchas fuentes de pensamiento –incluyendo la Doctrina Social de la Iglesia- conciben la identidad como un derecho que debe ser reconocido (Gaudium et spes, 60)".

La patria es una comunidad que comparte algunos rasgos culturales y una historia y que tiene la voluntad de organizarse y gobernarse para perseguir determinados fines, como la independencia y la creación de una república. Una vez logrado este objetivo inicial se persiguen otros fines. A veces se perpetúan fines egoístas, como un proyecto de un grupo hegemónico que excluye a los pueblos originarios, que han habitado su territorio por milenios; pero no debemos perder de vista la prosecución del bien común y el desarrollo armónico de quienes la habitan, en paz con el entorno regional y mundial.

La patria es una fuente importante de identidad. La patria da sentido y coherencia a la vida de las personas. A nivel individual las personas necesitan ser parte de una comunidad. Muchas fuentes de pensamiento –incluyendo la Doctrina Social de la Iglesia- conciben la identidad como un derecho que debe ser reconocido (Gaudium et spes, 60).

Hay virtud en el amor de las personas hacia su patria; a los diversos pueblos que la componen, a su ethos cultural y a sus instituciones republicanas. Sin embargo, no hay virtud cuando la patria deviene en un patriotismo xenófobo, que se construye y alimenta de la animadversión u odio hacia otras patrias; o bien cuando se traduce en indiferencia. De hecho, Francisco en su
mensaje a la Jornada Mundial de la Paz en 2015 nos prevenía acerca de la globalización de la indiferencia.

No hay virtud patriótica en la defensa de algunos aspectos de la cultura nacional que resultan retrógrados o errados; podríamos pensar en actitudes que no tienen en cuenta la igual dignidad de hombres y mujeres, o conductas nocivas para las personas –a veces asociadas con la celebración de las Fiestas Patrias– o incluso el maltrato animal en algunos deportes o juegos nacionales. El Papa llama a purificar -analizar críticamente y modificar- aquellas prácticas de la cultura particular -también de la piedad popular- que son contrarias a la dignidad de las personas y de la construcción de una sociedad justa. (...)


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