La sinodalidad como camino común del Pueblo de Dios
![Foto de Monseñor Cristián Roncagliolo](/site/assets/files/16340/cristian_roncagliolo.384x400.jpg)
La palabra ‘Sínodo’ ha adquirido renovada vigencia en el pontificado del Papa Francisco. Esta expresión, antigua y muy venerada por la Tradición de la Iglesia, toma su significado más específico desde los primeros siglos, indicando una asamblea convocada por la autoridad legítima. En los últimos decenios, ‘sínodo’ es asociado a las asambleas eclesiales convocadas, en diversos niveles, para discernir sobre cuestiones doctrinales, litúrgicas, canónicas y pastorales.
En la actualidad, se ha ampliado la significación de ‘sínodo’, desde un acto puntual –un sínodo– hacia un proceso vital o camino común –la sinodalidad–, en el que el ‘nosotros eclesial’ –el Pueblo de Dios– manifiesta su ser y su quehacer. Este ‘camino’ se concretiza mediante la escucha comunitaria de la Palabra, la celebración de la Eucaristía, la fraternidad de la comunión y la corresponsabilidad en la misión común de evangelizar. También la sinodalidad se expresa en la participación de los cristianos en la vida de la Iglesia. Así, en pocas palabras, podemos afirmar que la sinodalidad no es un evento circunstancial sino una forma natural de ser Iglesia.
Un aspecto importante para encarnar la sinodalidad es la necesaria circularidad que debe existir entre el sentido de fe del Pueblo de Dios, con el que están marcados todos los fieles, y la autoridad de quien ejerce el ministerio pastoral de la unidad y del gobierno. La sinodalidad, por tanto,
no sigue una lógica política ni de contraposición entre quien es autoridad y el resto de los fieles, sino de colaboración donde todos los miembros del Pueblo de Dios, desde su propia especificidad y a la luz de la fe, aportan al discernimiento de la Iglesia. (...)
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