Las razones del alto desempleo juvenil en Chile
Óscar Juicas, de 24 años, se sienta diariamente frente a su ordenador a buscar trabajo desde la casa de sus padres ubicada en La Serena, a unos 470 kilómetros al norte de Santiago. La rutina comienza todas las mañanas con una revisión de portales con ofertas de empleos y de las posibles novedades que haya en LinkedIn. Ya ha perdido la cuenta de cuántos currículos ha enviado desde que quedó desempleado el pasado diciembre. Lo que no se le olvida es la deuda que tiene que saldar en octubre por el Crédito de Garantía Estatal (CAE), que adquirió para estudiar comunicación social. “No consigo nada porque piden experiencia laboral y, obviamente, tengo poca, me gradué en marzo de 2023. Es lo mismo que le pasa a varios amigos de mi edad, con otras profesiones, como ingenieros civiles e industriales, que también están buscando trabajo”, relata a EL PAÍS.
Chile es uno de los tres países de Latinoamérica con más rezago en la recuperación de los empleos perdidos durante la pandemia, según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Comisión Económica para América Latina (Cepal). Todavía faltan 278.000 puestos que recuperar, lo que representa un 13% de los casi dos millones de empleos destruidos a mediados de 2020. El golpe más duro lo padecen los menores de 25 años, el grupo etario con mayor rezago, seguido por los adultos mayores. La tasa de desempleo juvenil al trimestre de mayo-julio se ubicó en un 21,4%, cuando la tasa general es 8,7%. (…)
Carmen Cifuentes, investigadora del Centro Latinoamericano de Políticas Económicas y Sociales de la Pontificia Universidad Católica (CLAPES UC), explica que una de las principales barreras que enfrentan quienes desean ingresar al mercado laboral formal está en los requisitos de experiencia que exigen los reclutadores. “Si bien no es posible establecer alguna causalidad, se ha visto una masificación de la educación terciaria. [Los jóvenes] están estudiando en la universidad o en un instituto técnico, por lo tanto son más los que compiten por más ofertas laborales”, apunta. Los que estudian, dice, cuando quieren trabajar buscan jornadas con flexibilidad de horario. Si no encuentran esto, muchos recurren al mercado laboral informal. “Es un fenómeno que se registra desde antes de la pandemia”, asegura.
La proporción de los jóvenes que no estudian ni trabajan con remuneración —conocidos como ‘ni ni’— que en 2020 llegó a un 23,3%, el mayor porcentaje en 15 años, ha experimentado una reducción significativa y ahora se sitúa en un 13%. (…)
Leer el artículo completo launch