Los abuelos: sabiduría y amor fundamental
"Los nietos son la corona de los ancianos", dice Proverbios 17,6; a la vez, Levítico 19,32 expresa: "Ponte en pie ante un anciano y honra a las personas mayores", llamando a los más jóvenes a respetar a los de edad más avanzada. En su conjunto, estas citas reflejan la importancia de una generación para la otra, y el respeto y complementariedad que debe existir entre ellas.
El vertiginoso ritmo de la vida moderna exige eficiencia y vitalidad, dejando en el camino a quienes, por su edad o condición, no pueden responder a este paradigma. A la vez, una búsqueda en internet o el surgimiento de la inteligencia artificial parecen haber reemplazado a la sabiduría, definida por la RAE como un "conocimiento profundo en letras o en arte", y a la vez, una "conducta prudente en la vida o los negocios". La cualidad de la sabiduría requiere tiempo, reflexión y oración, se elabora a través de los años y es un capital invaluable para la construcción de una sociedad sana, siempre y cuando su contenido se transmita de generación en generación. Resurge así la figura de los abuelos.
Para el Papa Benedicto XVI, "los abuelos son garantes del afecto y la ternura que todo ser humano necesita dar y recibir. Ellos dan a los pequeños la perspectiva del tiempo, son memoria y riqueza de las familias". Con estas palabras, S.S. enfatiza la importancia de los abuelos no sólo en la transmisión de conocimientos y sabiduría, sino en el desarrollo afectivo de los nietos, en la construcción de su emocionalidad y humanidad. Su cariño y entrega incondicional quedará grabado en el corazón de los niños, e idealmente replicado por éstos cuando sean mayores. "Son memoria", sus nietos los recordarán por las largas tardes de cuentos cuando eran pequeños, transformados en relatos de vida y familia cuando iban creciendo, como también las iluminadoras conversaciones en la adolescencia. (...)
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