Los jóvenes están perdiendo dramáticamente la audición
“Estamos escuchando más música que nunca”, dice uno de los principales resultados del estudio Engaging with Music, realizado anualmente por la Federación Internacional de la Industria Fonográfica (IFPI) para conocer los hábitos de consumo musical alrededor del mundo.
Según el reporte, publicado el 2023, se escucharon en promedio unas 20,7 horas semanales de música por persona, superando las 20,1 horas registradas el año pasado. Este incremento, señala la propia IFPI, equivale a trece canciones de tres minutos extra. (...)
Uno de los resultados más interesantes del estudio es el que refiere a la importancia de la música en la vida de los encuestados: 71% dijo que es fundamental para su salud mental, y un 78% aseguró que les ayuda a enfrentar el estrés.
Pero así como aumenta el tiempo de consumo de música, también crece una amenaza a ese placer: los casos relacionados a la pérdida de audición en el mundo no paran de crecer.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), más del 5% de la población mundial —unas 430 millones de personas— padece una pérdida de audición discapacitante que requiere rehabilitación. Se teme que para el 2050 la cifra dispare sobre los 700 millones, lo que significaría que una de cada diez personas en el planeta tendrá problemas para escuchar correctamente.
Otros estudios establecen un panorama aún más inquietante: un reporte publicado en 2023 por BMJ Global Health, asegura que entre 670 y 1.350 millones de jóvenes en todo el mundo están hoy en riesgo de perder su audición. ¿Por qué los jóvenes? Por sus malos hábitos cotidianos. (...)
Según los expertos, los daños a la audición pueden ser transitorios o permanentes. En el primer caso, “puede haber zumbido o tinnitus, que se recupera rápidamente; sin embargo, si la exposición es repetida o a volúmenes muy altos, puede producir un daño permanente”, explica Bárbara Huidobro, otorrinolaringóloga de la Red de Salud UC CHRISTUS.
Huidobro dice que la genética es un factor a considerar, pues puede significar una mayor predisposición a presentar daño por ruido. También pueden haber otros factores de riesgo, como enfermedades crónicas que se suman al daño por ruido. (...)