María, escuela de escucha activa y discernimiento
"No hay peor sordo que el que no quiere oír". Seguramente conocen este dicho popular, puede que lo hayan utilizado o incluso aplicado en algún momento al negarnos a escuchar, tal vez como mecanismo de defensa para evitar ser confrontados a miedos, o por arrogancia, asumiendo que sabemos todo lo que hay que saber respecto de algo. Se trata de una metáfora, sabemos que, al utilizar el dicho, no nos referimos a una incapacidad física, sino a una emocional, mental, relacional o incluso espiritual.
La polarización y el conflicto a veces circundan las instituciones que le dan forma a la vida política, social y cultural como las universidades, el servicio público o las iglesias. La escucha activa y el discernimiento pueden jugar un rol clave en estos contextos.
Se ha dicho con verdad que la escucha activa es tal vez el principal atributo para transitar hacia una iglesia sinodal. Requiere personas dispuestas a ser transformadas desde las múltiples palabras pronunciadas, cultivando la auténtica empatía, valorando y respetando genuinamente la diversidad. La escucha activa se convierte en la clave para la gestión de los conflictos, sin evasiones, sin negaciones, sin anulaciones de voces por ser o parecer disonantes. El discernimiento comunitario al que aspira la iglesia sinodal, como mecanismo
permanente tanto para impulsar la conversión eclesial, encauzar los diseños pastorales, las transformaciones estructurales como también para promover la renovación teológica, canónica, espiritual y litúrgica, llega a ser honesto y eficaz únicamente a partir de la escucha activa, sin agendas preestablecidas. Al poner en valor al otro y su palabra, lo estamos reconociendo, lo cual crea un clima apropiado para las relaciones sanas, inclusivas y verdaderas.
María es una escuela de escucha activa y discernimiento. Escucha mucho, habla con vehemencia y asertividad, confía, transforma, guarda en el corazón… Ella demuestra una profunda comprensión de la acción de Dios en su vida y en la historia; reconociendo y alabando su fidelidad liberadora; proclamando fuerte y claramente la inversión de los valores humanos: ensalzar a los humildes, llenar de bienes a los hambrientos y derribar del trono a los poderosos (Lucas 1,52-53), se convierten así en criterios para evaluar la autenticidad de una escucha activa. (...)
Seguir leyendo "Una reflexión semanal" launch