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La Tercera

Mujeres que se atrevieron a estudiar en la vida adulta


Foto de Javiera Rosell
Subdirectora Programa Adulto Mayor UC e investigadora MIICARE
Historias de mujeres que deciden estudiar después de los 50 años. "Esta etapa de la vida se puede convertir en una oportunidad para seguir estudiando o, incluso, comenzar a estudiar algo de interés”, afirma Javiera Rosell.

“Los apoderados esperan afuera”, dijo uno de los guardias que resguardaba uno de los recintos donde se aplicaba la prueba de admisión universitaria a Rosa Núñez. “¡Yo soy una estudiante!”, le contestó de vuelta.

“No saqué mucho puntaje, pero me di el gusto de sentarme entre los jóvenes y rendir el examen, que nunca había dado en mi vida”, recuerda hoy a sus 74 años, desde La Florida.

Rosa es una de las muchas mujeres de Chile que decidió volver a los estudios pasados los 50 años. En su caso, a los 65.

Desde una perspectiva de género, afirma Javiera Rosell Cisternas, subdirectora del Programa Adulto Mayor UC e investigadora postdoctoral del Instituto Milenio para la Investigación del Cuidado (MICARE), “algunas mujeres mayores de la generación actual vivieron restricciones para el acceso a la educación cuando jóvenes y esta etapa de la vida se puede convertir en una oportunidad para seguir estudiando o, incluso, comenzar a estudiar algo de interés”.

Rosa se casó a los 17 años y dejó la escuela. Mucho después, cuando su hija se tituló de la universidad, se quedó viviendo sola y decidió que era hora de cumplir el sueño que había pospuesto. “Me inscribí en un colegio acá en el paradero 18 de La Florida y terminé la media a mis 65 años, con 6.9. Fue maravilloso, fui la mujer más feliz del mundo”, cuenta.

Hoy, dice que esa etapa -en la que trabajaba, llegaba a la casa, tomaba sus libros y se iba al colegio- fue la más linda de su vida y que la recomienda a todas las personas. (...)

En muchos casos, el terminar los estudios a una edad más avanzada es aplaudido con mayor énfasis en la sociedad. Javiera Rosell Cisternas, del MICARE, dice que eso se debe a que no es algo típico: “Es algo que aún no se visualiza como un derecho. Además, las niñas y niños deben hacerlo por ley. En la vejez es una opción”. (...)


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