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Niveles de violencia en las comunidades escolares


Foto de Ernesto Treviño
Profesor Facultad Educación y director de CENTRE UC
La explosión dentro de un liceo emblemático, con dramáticas consecuencias, puso en la agenda lo que se vive al interior de algunos establecimientos educacionales.

Los niveles de violencia no solo han permeado a los ciudadanos, sino también a los distintos espacios del país, y los establecimientos educacionales no están exentos de la crítica situación de violencia y delincuencia que se registra en Chile. El Ministerio de Educación (Mineduc) suspendió las clases del jueves 24 y viernes 25 de octubre en el Internado Nacional Barros Arana (INBA), en la comuna de Santiago, tras una explosión registrada dentro de la institución, donde hubo, por lo menos, 35 alumnos heridos.

¿Qué ocurrió? De acuerdo con la información preliminar, el incidente se registró al interior de uno de los baños, donde estudiantes mantenían elementos incendiarios con el objetivo de realizar una manifestación en la vía pública. Lamentablemente, esta no es la primera vez que ocurre un hecho de este índole. Incluso, en 2018, se despachó la Ley Aula Segura, ya que para ese entonces el uso de artefactos incendiarios caseros en protestas estudiantiles era común. Esta ley les entrega a las autoridades estudiantiles herramientas para castigar con más contundencia hechos de este estilo. No obstante, hoy queda en evidencia el avance de conductas reñidas con la convivencia escolar.

Los niveles de violencia

Ernesto Treviño, director del Centro UC para la Transformación Educativa, señala que los niveles de violencia y convivencia tensionada están generalizados en todo el país y las escuelas no están exentas de ese fenómeno social. El experto comenta que es importante señalar que en Chile, los hogares son violentos “y no damos un buen ejemplo. Así, 62,5% de los hogares usan violencia física o psicológica para educar a los menores, y 32,5% usa violencia física”, de acuerdo con la Tercera Encuesta Longitudinal de Primera Infancia.

“Los primeros encargados de actuar son los sostenedores, directivos y docentes de los establecimientos. Idealmente, a través de medidas preventivas. En el caso del INBA se ve que la situación es muy compleja porque estos actos se preparan secretamente, y los llevan a cabo jóvenes (…) siendo los padres los primeros educadores, claramente están fallando en eso, y los niños, niñas y adolescentes replican en la escuela las prácticas del hogar. Este caso es muy grave porque se manipularon objetos explosivos y esto puede constituir un delito”, advierte. (...)

 

 


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