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El Mercurio

Oppenheimer, ciencia y dilemas éticos


Foto de Juan Larraín
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Director Instituto Éticas Aplicadas
Es evidente que los descubrimientos científicos generan dilemas éticos y que por lo tanto no podemos ver la ciencia como un quehacer sin implicancias éticas, señala en una columna de opinión para El Mercurio, el académico Juan Larraín, director del Instituto de Éticas Aplicadas UC.

Gran interés ha causado la película Oppenheimer, que relata la creación de la bomba atómica a través de la vida de su creador. Las conversaciones de quienes la han visto se centran en los aspectos históricos, políticos y biográficos, así como también en aquellos relacionados con la crítica de cine. Sin embargo, esta película, por sobre todo, nos permite aprender y reflexionar sobre cómo la ciencia aporta al progreso y los dilemas éticos que genera.

Respecto de lo primero, en la película se aprecia con claridad que el motor que impulsa a la ciencia es la curiosidad y la imaginación. Cuando le piden a Oppenheimer liderar el proyecto Manhattan, él señala que tanto él como otros físicos solamente se dedicaban a la física teórica motivados por la exploración de lo desconocido. Esto es la búsqueda de las respuestas a preguntas fundamentales, como por ejemplo: entender qué es la materia, qué es el átomo, qué es el universo o develar la mecánica cuántica.

El interés inicial de la ciencia no es la búsqueda de aplicaciones prácticas, ya que no es posible proponer a priori la utilidad de algo que se desconoce. Sin embargo, una vez obtenidas las respuestas a esas preguntas fundamentales se abren inesperadas posibilidades. Es así como los avances en física teórica hicieron posible visibilizar la energía que podía liberarse por la fisión nuclear de elementos como el uranio. Esta visión gatilló la invitación a Oppenheimer a liderar un proyecto de investigación aplicada que tenía un objetivo claro y definido, esto es, utilizar el conocimiento adquirido para construir las primeras bombas atómicas.

De esta forma, la película nos muestra con toda claridad la importancia de los descubrimientos motivados por la curiosidad y la imaginación, ya que sin ellos no existirían las posteriores aplicaciones y sus enormes impactos en la sociedad. Por esta razón, es artificial considerar la investigación fundamental e investigación aplicada como dos etapas separadas, sino que, por el contrario, deben verse como un continuo virtuoso. Lo correcto, entonces, es hablar de "investigación aún no aplicada e investigación aplicada", como sugirió el premio Nobel de Química George Porter.

Por esto es importante mantener un fuerte apoyo a la investigación aún no aplicada, ya que sin ella no tendríamos investigación aplicada. El segundo aspecto -quizás aún más relevante- que nos muestra la película, son los dilemas éticos que producen los descubrimientos científicos. (...)


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