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La Tercera

Por la opción a no sentir dolor


Foto de Margarita Calvo
Profesora Facultad Ciencias Biológicas y directora MiNuSPain
Hace unas semanas conocimos la historia de la doctora, experta en bioética, Liliana Ortiz, ex académica de la Universidad de Concepción. Luego de lidiar con un agresivo cáncer de mamas decidió recibir sedación paliativa para que su muerte fuera sin dolor.

Con ello nuevamente se abrieron heridas en temas que como sociedad no queremos atender. Entre ellos, la eutanasia. Este suceso nos recuerda que necesitamos discutir y legislar sobre las libertades individuales en problemáticas de salud, y ahondar en cómo el dolor puede afectar la calidad de vida de las personas.

De acuerdo a una investigación de la Organización Mundial de la Salud, se estima que anualmente 40 millones de personas necesitan cuidados paliativos para el dolor en el mundo, y el 78% de ellos viven en países de ingresos bajos y medianos. En el caso de los niños, el 98% de los que necesitan cuidados paliativos viven en países de bajos y medianos ingresos. En Chile, los cuidados paliativos por enfermedades oncológicas están cubiertas por las garantías AUGE, y dentro de ellos está el tratamiento del dolor.

El dolor afecta la vida completa del paciente, su calidad de vida, su capacidad de trabajar, sus relaciones personales, su autoestima. En casos extremos, hay pacientes que se han quitado la vida porque no logran soportarlo. Generalmente el estrés agrava el dolor, independiente de qué tipo de dolor se trate. Vivir con dolor crónico dificulta la toma de decisiones, obnuliza el pensamiento, se apodera de la persona. (...)


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