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Una Reflexión Semanal

¿Qué hay detrás de la hermana muerte?


Foto de Pbro. Tomás Scherz
Vice Gran Canciller UC
La muerte que, en principio es expresión de nuestra libertad fracasada, aparece, sin preverlo nosotros, como el mejor escenario para mostrar esa inconmensurable lealtad de Jesucristo”.

Todos, e incluso nosotros los creyentes, estamos enfrentados a la muerte como al “máximo enigma de la vida humana” (GS 18), y nos preguntamos intrigados: ¿qué pasa después de ella? Curiosamente, San Francisco la llamó hermana. Los teólogos antiguos hablaban de este tema como el de las “postrimerías”, palabra que refiere a “postrero”, lo último. Y la pregunta era precisamente: ¿Qué pasa al final?

Lo que está al comienzo puede darnos una pista. Recordémoslo: el Dios Creador se esmeró para que el hombre y la mujer participaran de una Casa Común, tal como llama el Papa Francisco a la Creación, donde la misma convivencia era una promesa de felicidad compartida. Pero un ofrecimiento mentiroso de ella nos hizo separarnos y comenzamos a acusar a los otros de nuestros males. La serpiente se reía de nuestra libertad (Cf. Gn 3,1ss). Desde entonces, hemos buscado infructuosamente, pero sin saber el camino, ni la verdad ni la verdadera vida (cf. Jn 14,6). Finalmente, la libertad encontró a su artesano privilegiado en Jesús de Galilea, el hijo de María. Era el anunciado por los profetas y esperado por todos, pero que fue rechazado por los fanáticos de un Dios inmutable e inmortal.

En su anuncio amable y exigente a la vez, llamaba bienaventurados a los sencillos, que entendían la unidad del mandamiento del amor a Dios y al prójimo como a uno mismo. Pero se trataba de un reino que aparecía poco eficaz para una gobernanza de la mezquindad y del éxito de solo algunos. Y así, viviendo acostumbrados en una enemistad con Dios y con los hermanos, ha comenzado a despuntar, con Jesús, una genuina libertad fundada en el amor: una que libera al paralítico de su invalidez, que ilumina la oscuridad del ciego, que devuelve la convivencia al leproso expulsado de la comunidad, que socava profundamente la esclavitud del poder, la riqueza y la dependencia evasiva, es decir, la liberación del pecado y el ofrecimiento del Paraíso al condenado junto al mismo Jesús en el patíbulo. Libertad, paradojalmente, conseguida en el escenario de la muerte.

Y volvemos: ¿Qué hay detrás de ella? ¿Cómo se compatibilizan la muerte y el amor? (…)


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