Reflexión de Navidad
Es Navidad, ha nacido Jesús, el hijo de Dios, quien se hizo hombre para salvarnos del pecado. Podríamos haber esperado una manifestación extraordinaria pero nació niño, vulnerable; en un pesebre, humilde y sencillo; rodeado de animales, pastores y sabios que luego de un gran trayecto supieron reconocer la señal que les fue dada.
En la lectura del evangelio de san Lucas se nos invita, como a los pastores, a no temer ante la cercanía de Dios, a alegrarnos y a reconocer el signo de su presencia: un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.
No parece un signo muy espectacular como para la salvación que necesitamos. Sin embargo, un niño es siempre señal de ternura, de esperanza, de humanidad. Frente a un niño se bajan los escudos, se vuelve a lo simple, se apela a lo frágil, lo vulnerable y desde ahí suele surgir la esperanza que nos conecta con nuestra edad de niños. Así ocurre en la micro o en la calle donde con frecuencia podemos ver las reacciones sencillas de gente seria que sonríe frente a un niño. Este es el gran signo para los pastores: un niño. Un niño puesto en un pesebre – un comedero de animales –, significando desde ya que ha venido a ser nuestro alimento. Que su ternura y la entrega de su vida serán fuente de nuestra salvación. (...)