Sistema frontal, ¿hay formas de estar preparados?
En la madrugada del jueves llegó a la zona central del país un intenso sistema frontal que fue catalogado como uno de los mayores eventos meteorológicos de los últimos años, que incluso ha dejado, hasta el viernes 14 de junio, según el informe del Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Senapred), un total de 6.309 personas damnificadas solo en la Región del Biobío, zona que ha sido fuertemente afectada por las condiciones climáticas.
Ante las intensas precipitaciones y vientos, la Dirección Meteorológica de Chile (DMC), ha emitido una serie de avisos y alarmas sobre la situación climática que afecta al país. Asimismo, debido a la cantidad de lluvia que caería en la Región Metropolitana, Valparaíso, Coquimbo, O’Higgins, Maule y Ñuble, el ministro del Interior (s), Manuel Monsalve, dispuso a suspender las clases tanto en establecimientos privados como municipales el jueves y viernes de la semana pasada como una medida de prevención.
De acuerdo con las cifras del Senapred hasta el 14 de junio, existía registro de 447 viviendas totalmente destruidas, 3.341 con daños menores y 7.510 damnificados. Asimismo, se registran daños en la infraestructura, con mayor énfasis en la zona sur del país.
En cuanto a daños monetarios, un informe preliminar de la consultora Colliers, señaló que la Región del Biobío es la más afectada en materia agrícola, con daños en alrededor de 4.000 hectáreas cultivables. Continúa Ñuble y el Maule que, según los datos del catastro, poseen un poco más de 3.000 hectáreas perjudicadas. (...)
A juicio de Jorge Gironás, investigador del Centro de Investigación para la Gestión Integrada de Riesgo de Desastre (CIGIDEN) y académico del Departamento de Hidráulica y Ambiental UC, sí se puede estar preparado para este tipo de situaciones, aclara que “la preparación puede ser a nivel de la emergencia que es lo que típicamente se puede hacer en estos contextos (…) Creo que la toma de decisiones tienen que ser lo suficientemente flexibles y adaptativas, porque trabajar con pronóstico implica un riesgo menor de equivocaciones, debido a que los pronósticos pueden no cumplirse”.
Por ello, menciona que es favorable que todas las acciones pre y durante la emergencia sean flexibles para ir modificándolas en la medida que estén basadas en un pronóstico. No obstante, apunta que existe un desafío a largo plazo que se basa en las mejoras “que signifiquen no estar solo preparado para la emergencia, sino ojalá minimizar la posible ocurrencia de estas. Hay documentación técnica que permite y que guía la planificación, diseño y construcción de obras de drenaje, hay instrumentos de planificación territorial que debiesen incorporar este tipo de información, hay que ir ejecutando las obras necesarias en la medida que existen los presupuestos y se identifiquen los lugares más críticos”. (...)