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Académicos de Geografía estudian los efectos del tsunami


Medir las alturas de ola y las áreas de inundación, junto con tomas de sedimentos y constatación de daños, es parte de la labor que han estado realizando profesores en  distintas zonas costeras del país.

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photo_camera Archivo UC

Alturas de olas de más de 10 m ha registrado el académico de Geografía UC Marcelo Lagos en la costa de Illapel, en la región de Coquimbo, tras el terremoto y tsunami del 16 de septiembre pasado. “Ya confirmamos y medimos en terreno que el tsunami fue lejos superior a lo que se conoce”, afirma el profesor, quien se encuentra recorriendo la zona junto a su colega de la Universidad Georgia Tech, Hermann M. Fritz, experto en mecánica de fluidos ambientales y recursos hídricos. 

Junto a esta labor, que se enmarca dentro del trabajo que han estado llevando a cabo académicos de distintas facultades y centros de la universidad, se encuentra al registro realizado en las costas de Concón por Carolina Martínez, también del Instituto de Geografía. “El tsunami generó cambios morfológicos en las playas urbanas de la región de Valparaíso, las cuales ya habían sido alteradas por las marejadas de agosto pasado; sin embargo, el mayor efecto provocado por el impacto de los trenes de ondas se registró en la playa La Boca”, afirma.

La investigadora tomó muestras de sedimentos, mediciones de alturas de ola y determinó el área de inundación provocada por el tsunami a través de instrumental topográfico. Además de un reconocimiento de los daños en la bahía de Concón con apoyo de un dron -facilitado por el geógrafo Carlos Romero del departamento de Geografía de la Universidad de Playa Ancha-, estableciendo que los efectos se extendieron entre Ritoque y La Boca.

De acuerdo a lo constatado por Carolina Martínez, en La Boca los locales comerciales fueron barridos por el impacto de las olas del tsunami que alcanzaron una altura de hasta 1.5 m, lo que fue favorecido por una topografía más baja en la zona media de la playa, entrando unos 250 m hacia el interior. En Ritoque, el tsunami se propagó por la playa hasta la única calle de acceso a la playa por una distancia de 700 m, inundando las viviendas aledañas hasta una altura también de 1.5 m (ver foto 8). “El campo dunar de Ritoque amortiguó en gran medida el impacto de los trenes de ondas del tsunami; amplios sectores de las dunas frontales fueron cubiertas hasta una altura de 3 m, alcanzando las cercanías de la red férrea abandonada”, afirma.

En el extremo norte del país, en Iquique, el profesor Pablo Osses experimentó el proceso de evacuación por tsunami. “De pronto te empiezan a llegar alertas a tu celular sin saber cómo ni quién las mando, luego desde los edificios comienzan a señalar enfáticamente que hay que evacuar a través de las sirenas instaladas para tal efecto. La gente comienza a correr y los autos rugen por la calles. Yo no había sentido absolutamente ningún movimiento sísmico. Era la reacción de una ciudad como Iquique, preparada para estos eventos, frente al terremoto 8.4 ocurrido unos minutos antes en la costa de Illapel”, cuenta.   

Si bien el tsunami no llegó de manera perceptible a las costas de Iquique, solo instrumentalmente, se trató de un “tremendo” terremoto, “lo que pasa es que como seguimos funcionando como país, pensamos que no fue para tanto, y sí lo fue”, afirma el geógrafo. “Como país estamos en un momento muy oportuno para dar el siguiente paso, más allá de las evacuaciones y el desarrollo institucional, debemos avanzar con decisión hacia la planificación territorial frente a amenazas naturales, que será lo único que nos permita convivir de manera segura y sustentable con la naturaleza”, concluye. 

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INFORMACIÓN PERIODÍSTICA

Nicole Saffie, periodista, nsaffie@uc.cl


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