Avances y desafíos para ser una comunidad más acogedora e inclusiva
En el marco del día Internacional de las personas con discapacidad, que conmemoramos el pasado 3 de diciembre, reflexionamos respecto de cómo podemos aportar desde nuestra propia vereda para ampliar oportunidades, y seguir avanzando en facilitar la participación y pleno desarrollo de todos los miembros de nuestra comunidad universitaria.
Raimundo Mejías es estudiante de Psicología, ingresó a esta carrera en la UC en 2016, y ya se encuentra en la última fase y preparándose para el mundo laboral. Natalia Gutiérrez entró a la educación superior en plena pandemia, en 2021, para seguir su sueño de estudiar Pedagogía en Educación Física y Salud. Mientras que Sergio Ñiripil ingresó a Derecho un año más tarde.¿Qué tienen en común? Todos ellos forman parte del universo de 2.703.893 personas adultas que presentan algún grado de discapacidad física o intelectual en nuestro país, según la última Encuesta de Discapacidad y Dependencia (ENDIDE) de 2022 y el III Estudio Nacional de la Discapacidad (ENDISC) de 2022.
Cada uno de ellos vive su discapacidad desde diferentes frentes. Raimundo necesita una silla de ruedas para movilizarse; aún así dedica su tiempo libre al tiro con arco de alto rendimiento, a la música y al altruismo, a través de una fundación que él mismo creó. Natalia es una persona sorda, por lo que requiere de un intérprete que le traduzca a lengua de señas los contenidos de las clases y los diálogos de camaradería en el contexto social; sus deberes académicos y espacios para socializar los comparte con la práctica del nado y sus ávidas ganas de comunicarse con su entorno. En tanto que Sergio es un estudiante con discapacidad visual, que disfruta de todo lo aprendido en su carrera en los dos años que la ha cursado, y también de las actividades de encuentro y esparcimiento junto a sus compañeros.
Sus trayectorias dentro de la UC han sido muy distintas, marcadas por las necesidades particulares de apoyo que han requerido y las exigencias propias de la vida universitaria. En este contexto, ampliar oportunidades y disminuir barreras para la comunidad universitaria es el principal encargo de la Dirección de Inclusión de la universidad, con especial foco en los y las estudiantes. Y para lograrlo, explica su directora, Catalina García, “es fundamental la valoración y la visibilización de la diversidad y ver cuándo, esa diversidad o esas diferencias, queremos potenciarlas, sacarles provecho y que sean cosas positivas para todos y todas; y cuándo esas diferencias son inequidades y qué podemos hacer al respecto, cómo abordarlas de alguna forma y buscar la equidad”.
PIANE y su modelo de atención integral
De acuerdo al último estudio a nivel nacional en esta materia, solo el 9,1% de las personas con discapacidad en etapa para ingresar a la educación superior, accede a ella. Cifra que nos demuestra que el acceso a la educación superior de personas en situación de discapacidad sigue siendo un desafío, como explica la coordinadora del Programa para la Inclusión de Alumnos con Necesidades Especiales (PIANE), Andrea Vásquez. Para derribar esta barrera, la UC lleva años trabajando por ampliar oportunidades, creando diversas vías de admisión de equidad, dirigidas a personas con discapacidad u otra barrera de acceso.
Pero no sólo el ingreso es hoy un reto, sino que también la permanencia y la graduación efectiva. Por eso, PIANE ha desarrollado un modelo de atención integral para el acompañamiento de estudiantes con discapacidad, centrado en la trayectoria curricular y particularidades de cada caso y, a partir de ello, idear una estrategia de acompañamiento académico y desarrollo de habilidades para la vida universitaria, que permita priorizar su carga académica, junto con implementar adecuaciones curriculares y servicios de apoyo. Este modelo fue presentado en octubre pasado por Catalina García y Andrea Vásquez, en el congreso internacional “Universidad y Discapacidad”, desarrollado en Salamanca, España.
“Este modelo les da la posibilidad de transitar la educación superior de una manera distinta, pero no por ello menos exigente, siendo lo importante mantener los objetivos de aprendizaje. La forma en que llegamos al aprendizaje puede variar, puede ser súper distinta a la convencional, pero la idea es mantener la exigencia. En este contexto, si bien PIANE tiene un rol fundamental, el papel que jugamos todos y todas como comunidad universitaria, es relevante para seguir avanzando y que la participación de las personas con discapacidad sea cada vez mayor en la educación superior y en la UC”, enfatiza Andrea Vásquez.
“Es fundamental la valoración y la visibilización de la diversidad y ver cuándo, esa diversidad o esas diferencias, queremos potenciarlas (...) y cuándo esas diferencias son inequidades y qué podemos hacer al respecto (...)” - Catalina García, directora de Inclusión UC.
Las acciones de acompañamiento y atención a la diversidad se enmarcan en una Política de Inclusión Institucional, que ha sido recientemente actualizada, y que busca promover la participación en condiciones de equidad de toda su comunidad, haciendo énfasis en las adaptaciones necesarias para responder al estudiantado con discapacidad en la UC, como una mirada institucional y ya no desde la discapacidad. Esta actualización, explica Catalina García, se da luego de “ver que podíamos dar un paso más y aspirar a más cosas. El cambio sustancial es que esta nueva versión va más allá de lo estudiantil, para pensar en la comunidad en su conjunto, más allá del contexto económico como una barrera de equidad, hacia otras características, condiciones o situaciones que hagan que las personas enfrenten con menos equidad el proceso universitario”.
Asimismo, agrega que esta nueva política va más allá del primer año de universidad, con un fuerte foco en el acceso -sin duda- y, por ende, asociado a apoyos económicos y acompañamiento de inserción. Sin embargo, “si bien en la política de inclusión originalmente se menciona a la discapacidad, en esta actualización tiene un foco más fuerte, junto con otras características o condiciones, pero también con el espíritu de que podrían seguir siendo otras las situaciones que, en el futuro o a propósito de la historia de nuestro país o las situaciones que sean, vaya siendo necesario levantar otros requerimientos”, explica la directora de Inclusión.
“La invitación es a naturalizar la discapacidad y a que nos vinculemos" - Andrea Vásquez, coordinadora de PIANE UC.
Comunidad universitaria: un rol clave
El 3 de diciembre pasado conmemoramos el Día Internacional de las Personas con Discapacidad y, en ese contexto, PIANE organizó un encuentro que tuvo como finalidad concientizar a la comunidad UC respecto de las diversas discapacidades que existen, y de qué forma podemos contribuir a la construcción de una comunidad universitaria más inclusiva y amable para quienes presentan alguna discapacidad.
Para ello, se desarrollaron talleres de acercamiento a la lengua de señas y al sistema Braille, sobre cómo asistir a personas con discapacidad visual y el manejo de silla de ruedas, para finalizar con un espacio de conversación que contó con la participación de estudiantes que forman parte de PIANE, además de autoridades de la Dirección de Inclusión. ¿El objetivo? “Que nos sintamos parte de lo que hay que hacer”, afirma Andrea Vásquez, sin ir en desmedro de la autonomía de la propia persona. “La invitación es a naturalizar la discapacidad y a que nos vinculemos. Creo que ahí están los principales desafíos, en seguir avanzando y saber que yo, mi compañero, el de más allá, tiene algo que hacer respecto de la acogida y de la participación de todas las personas, independiente de cuáles sean sus características”, enfatiza.
Para Sergio Ñiripil, todo pasa por un cambio cultural y el desconocimiento que todavía existe en torno a la discapacidad. Explica que, si bien contamos con herramientas legales como la Ley 20.422 establece normas sobre igualdad de oportunidades e inclusión social de personas con discapacidad, que busca garantizar los derechos de las personas con discapacidad para su pleno desarrollo y participación activa dentro de la comunidad, junto con consagrar derechos como el de independencia para la toma de decisiones o actos autónomos o de participación, todavía existe desconocimiento respecto de ellas o de su campo de acción e, incluso, sobre la discapacidad en sí misma. “Hay mucha especulación sobre qué podrá hacer o no una persona con discapacidad, qué aptitudes tendrá. Pienso que tenemos que ver la discapacidad como algo natural, que siempre ha existido, solo que hoy la visibilizamos más. Espero que, en un futuro no muy lejano, este ya no sea un tema debatible, sino que seamos uno más de la comunidad, partícipes de todo lo que significa la vida cotidiana y en sociedad que, finalmente, construimos todos y todas”, enfatiza el estudiante de Derecho.
Natalia Gutiérrez, por su parte, es una ferviente promotora del aprendizaje de lengua de señas, que le permite insertarse con mayor facilidad en su entorno cercano y en la sociedad. “En mi caso, mi discapacidad es invisible. Hay muchos tipos de discapacidades y algunas no se ven, pero no por eso no existen. Además de aprender lengua de señas, espero que en el futuro las personas pierdan el miedo a acercarse, esto también es muy importante. Como comunidad sorda tenemos un rol importante en enseñar a otras personas lo que es esta discapacidad. Yo los invito a que se atrevan a acercarse, a preguntar si necesitamos apoyo y que tampoco sientan lástima por nosotros, ya que ayudarnos no significa que no podamos”, explica la joven estudiante de Pedagogía en Educación Física y Salud.
Raimundo Mejías invita a reflexionar. “Si ustedes se lo proponen, todos los días pueden ser 3 de diciembre, todos los días se pueden dar este tipo de espacios en sus trabajos, en sus casas, en la calle, en el día a día. No tiene que ser necesariamente con grandes acciones, sino que con hechos precisos, simples y concretos. Por ejemplo, si aprendió que no se dice “inválido” ni “capacidades diferentes” y empezamos a hablar de persona en situación de discapacidad o personas con discapacidad. O si comprendemos que en la calle no nos podemos acercar de forma invasiva a una persona con discapacidad visual, o entendemos que las personas sordas no son mudas necesariamente. Si empezamos a pensar en esa lógica, les prometo que la mitad del trabajo está hecho. Siempre faltará por hacer, pero con esas pequeñas cosas, ya contribuyes de forma fundamental, sin la necesidad de contar con grandes recursos económicos para avanzar”, concluye.