Biólogos UC descubren dos nuevas especies de anfibios en Colombia
Estos hallazgos implican conocer mejor la biodiversidad de una región y su potencial biológico. Ellos permitieron describir dos especies de anfibios neotropicales que habitan en una zona remota de los Andes de Colombia, en una región escasamente estudiada y que por décadas ha sido impactada por conflictos armados.
Tras diez años de trabajo en Norte de Santander, Colombia, los investigadores Aldemar Acevedo y Orlando Armesto, junto al profesor e investigador Eduardo Palma, del Laboratorio de Biología Evolutiva de la Facultad de Ciencias Biológicas, identificaron dos nuevas especies de anfibios en los bosques húmedos tropicales de las partes bajas del Parque Nacional Natural Tamá, en la Región Andina de Colombia.
El descubrimiento ha provocado un aumento en el número de especies de anfibios para Colombia, que ahora asciende a 841 especies, y se sitúa después de Brasil, uno de los países con mayor biodiversidad en el mundo.
El proceso de análisis para constatar que las especies no habían sido descubiertas antes, requirió de la revisión y comparación de los ejemplares en colecciones biológicas del Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Colombia y el Museo de Historia Natural José Celestino Mutis de la Universidad de Pamplona.
En el artículo publicado en la revista Zootaxa se resalta la biodiversidad y los ecosistemas de Norte de Santander que permiten la aparición de estos anfibios.
Tras comprobar el hallazgo, se elaboró un manuscrito siguiendo las normas y pautas estándares para la descripción de nuevas especies. El hallazgo fue validado por la revista internacional Zootaxa.
En el artículo publicado en la revista Zootaxa se resalta la biodiversidad y los ecosistemas de Norte de Santander que permiten la aparición de estos anfibios.
Las especies fueron nombradas como Pristimantis ardilae, en honor a la herpetóloga colombiana María Cristina Ardila-Robayo, quien realizó significativos aportes a la herpetológica colombiana. La segunda recibió el nombre de Pristimantis bowara, cuyo nombre significa selva o bosque en la lengua de la comunidad indígena U’wa.
Adaptar las duras lecciones del coronavirus a la crisis de biodiversidad
El coronavirus nos ha obligado a reconsiderar la biodiversidad. La naturaleza y nuestros sistemas económicos están inextricablemente entrelazados. El sistema alimentario global, por ejemplo, es vulnerable a la pérdida de biodiversidad: si desaparecen los polinizadores, entonces también lo hace el 35% de nuestros cultivos globales. Con un millón de especies en riesgo de extinción, debemos reforzar los ecosistemas naturales como una red de contención planetaria para la humanidad.
El coronavirus nos ha obligado a reconsiderar la biodiversidad. La naturaleza y nuestros sistemas económicos están inextricablemente entrelazados.
A esta investigación y la actual contingencia se refiere a continuación AldemarAcevedo, uno de los investigadores que participó en el hallazgo.
¿Cuál es la importancia de este descubrimiento?
El descubrimiento de nuevas especies implica conocer mejor la biodiversidad de una región y el potencial biológico en término de las interacciones ecológicas presentes en las comunidades naturales. A su vez, nos permite reconstruir de una manera más robusta la historia evolutiva de los grupos de interés. En esta nueva publicación describimos dos especies de anfibios neotropicales que habitan en una zona remota de los Andes de Colombia, en una región escasamente estudiada y que por décadas ha sido impactada por conflictos armados.
Por lo cual, nuestra investigación, nos permite, primero, conocer la diversidad de un área muy poco estudiada pero que alberga información valiosa en términos de diversidad biológica, con la oportunidad de generar planes de conservación adecuados para preservar los recursos naturales y la viabilidad a futuro de las comunidades naturales. Segundo, generar información valiosa para comprender los patrones evolutivos de los anfibios andinos y sus eventos de diversificación.
¿Qué lección nos deja el coronavirus en torno a la crisis de la biodiversidad?
El coronavirus ha colocado en primera plana cómo las acciones humanas particulares afectan los entornos naturales, y esto se traduce en eventos que pueden tener implicaciones globales negativas. Se presume que el virus tuvo un origen zoonótico, esto quiere decir que pasó de un animal a un ser humano, y en el contexto del coronavirus todo apunta que su origen pudo deberse por el contacto con murciélagos y con un posible huésped intermedio como el Pangolín, un animal altamente amenazado por su tráfico ilegal para el consumo de su carne y como uso medicinal.
No obstante, esto no quiere decir que los murciélagos y otros animales silvestres sean los responsables de las transmisiones. El problema radica cuando los ecosistemas son alterados y muchas de estas especies son extraídas de sus hábitats naturales.
Esta emergencia global genera evidencias claras sobre la necesidad de tomar acciones claves para preservar los ecosistemas naturales, frenar la deforestación de los bosques y generar políticas internacionales adecuadas y efectivas sobre el tráfico, uso, comercialización y consumo de especies silvestres. Hemos sido testigos de lo vulnerables que somos ante la propagación de nuevas enfermedades, donde los únicos culpables somos nosotros mismos gracias a las actividades de sobreexplotación y hábitos adversos que mantenemos hacia los recursos naturales.