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Buscan recuperar un alimento originario con alto contenido nutricional: la "papa del desierto"


Liderado por el profesor Rodrigo Gutiérrez, un equipo de investigadores de la Facultad de Ciencias Biológicas y el Instituto Milenio de Biología Integrativa (iBio), está trabajando en un proyecto para reintroducir uno de los alimentos más ancestrales de comunidades indígenas en la lucha contra el cambio climático, un tubérculo al que llamaban “Kulchao”. 

Planta de la papa del desierto, en que se ven sus ramas y hojas, sus raíces y tubérculo.

photo_camera El Kulchao o "papa del desierto" tiene más hierro que las lentejas y una alta cantidad de vitamina B12, también es rica en potasio, fibra, hierro y magnesio. (Fotografía gentileza de Rodrigo Gutiérrez)

La agricultura chilena está siendo afectada por los efectos del cambio climático. El desplazamiento de algunos cultivos hacia el sur y la reducción de la superficie sembrada para cereales -como el trigo- son algunas de las consecuencias directas del calentamiento global sobre la producción. De hecho solo en la última década, el total de hectáreas cultivadas en el país cayó de 719 mil a 696 mil.

Aunque suene increíble, un grupo de investigadores ha encontrado esperanzas y soluciones para una agricultura sustentable en pleno desierto de Atacama.

El profesor de la Facultad de Ciencias Biológicas Rodrigo Gutiérrez y subdirector del Instituto Milenio de Biología Integrativa (iBio), cuenta que junto con su colega, el académico de la misma facultad Claudio Latorre,  llevan más de una década estudiando diversas especies silvestres del desierto, tratando de comprender los mecanismos moleculares y también los procesos ecológicos que explican cómo estas plantas pueden sobrevivir en un contexto tan adverso.

Dentro de estas especies hay una que ha llamado particularmente la atención de los investigadores. Se trata de la llamada “papa del desierto” o “Kulchao”, un tubérculo que prospera en condiciones extremas, a pleno sol, bajo fuerte exposición a la radiación y a gran altura. 

Una leguminosa

Tubérculos de la papa del desierto en unas cajas blancas sobre la tierra reseca.
La papa del desierto crece en el límite del desierto absoluto. ¿Como lo hace para sobrevivir? El profesor Rodrigo Gutiérrez explica que una de sus estrategias es a través de un tubérculo, que permanece latente y ante la presencia de agua, germina y se desarrolla". (Fotografía gentileza de Rodrigo Gutiérrez)

“La papa del desierto pertenece a la familia Fabaceae, es decir, es una leguminosa, al igual que los porotos, las arvejas o los porotos de soya. Son plantas que establecen asociaciones con organismos -bacterias específicamente- que tienen la capacidad de fijar el nitrógeno”, explica Rodrigo Gutiérrez. Esta característica permite reducir la necesidad del uso de fertilizantes -con la consiguiente reducción de contaminación- y mejora la calidad del suelo en cultivos de rotación.

Esta especie en particular crece prácticamente al límite del desierto absoluto, es decir, en zonas extremadamente áridas, siendo capaz de vivir ahí durante bastante tiempo. “Uno de sus mecanismos de sobrevivencia es a través de la generación de un tubérculo, es decir, un órgano de reserva que, cuando a planta muere, este queda como una especie de semilla viva, que ante la presencia de agua germina y se desarrolla”, aclara el profesor del departamento de Genética Molecular y Microbiología.

Un súper alimento

La papa del desierto ha sido el alimento de muchas comunidades indígenas de la zona.  “Tiene más hierro que las lentejas y alta vitamina B12, algo inusual en plantas -suele estar más presente en pescados por ejemplo-, lo que la convierte en una alternativa atractiva para el consumo humano en medio del cambio climático. Es capaz de crecer en suelos marginales sin perder su gran valor nutricional. Incluso es rica en potasio, fibra, hierro y magnesio”, afirma Rodrigo Gutiérrez.

Dado lo anterior, esta sería una gran alternativa para los veganos, por ejemplo, y como suplemento a la dieta cotidiana. “Estamos tratando de entender de dónde se produce la vitamina B12, porque esto en general no está codificado en el genoma de las plantas”, añade el investigador.

Aunque los pueblos antiguos lo consideraban como una fruta, el profesor comenta que se parece más a un fruto seco por su textura y sabor, como una almendra.

De la recolección al cultivo

Flor amarilla con hojas verdes pequeñas en un macetero.
El proyecto busca que la papa del desierto, que antiguamente era recolectada por las comunidades indígenas, pueda ser cultivada y producida como un aliemnto. (Fotografía gentileza de Rodrigo Gutiérrez)

Junto con los estudios del genoma y los experimentos en el laboratorio, el proyecto busca cultivar esta especie, ya que esta era recolectada por las comunidades.

Lo que se busca a mediano plazo es reintroducir esta especie como un alimento, a través de una colaboración con las comunidad de Socaire, para que puedan cultivarla y producirla. De hecho, ahora se encuentran realizando pruebas a mayor escala, pensando en pasar a una fase de pruebas de campo para comenzar a cultivar la planta.

Asimismo, el profesor cuenta que se encuentran postulando a un proyecto para investigar potenciales productos que se pueden generar a partir de esta papa, para entrar en la industria alimenticia.

“Es una manera también de darle valor a la diversidad y a los recursos que están presentes en el desierto de Atacama”, agrega el investigador, quien destaca especialmente la puesta en valor de plantas que están adaptadas al clima, a suelos pobres en nutrientes y que son alimentos con alto contenido nutricional, que pueden ser una muy buena alternativa frente a la desertificación.

Como concluye: “Su valor está precisamente en proteger la diversidad. Si no conocemos las especies y no sabemos para qué sirven, poco las podemos valorar, y si se extinguen ya no las podemos usar. Tiene esa connotación de conservación y de darnos cuenta del valor de lo que tenemos”.

Grupo de investigadores que participa en el proyecto de estudio de la papa del desierto, en el desierto de Atacama, con un volcán y una laguna de fondo.
Equipo de investigadores que ha trabajado en el proyecto de estudio de la papa del desierto. (Fotografía gentileza de Rodrigo Gutiérrez)

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