22 diciembre 2022
¿Cómo la Catedral de Santiago constituye un bien cultural significativo? ¿Para quién tiene sentido este patrimonio? ¿Cuáles son los valores que conlleva? Dar respuesta a estas interrogantes es parte de la reflexión que hace el académico de la Escuela de Arquitectura UC Fernando Pérez, director del Museo Nacional de Bellas Artes y Premio Nacional de Arquitectura 2022.
photo_camera Muchos son los valores que conlleva la Catedral de Santiago como patrimonio: su antigüedad, valores artísticos, urbanos, históricos y técnicos, entre otros aspecto en que reflexiona el profesor UC y Premio Nacional de Arquitectura 2022 Fernando Pérez. (Crédito fotográfico: iStock Photo)
*Este artículo es un extracto de la exposición presentada por el profesor Fernando Pérez en el encuentro "Cultura y Fe: Una mirada del patrimonio religioso", realizado por la Dirección de Pastoral y Cultura Cristiana, y el Centro UC de Patrimonio Cultural, cuya adaptación fue publicada por Revista Humanitas.
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La Catedral de Santiago es un verdadero icono de la Plaza de Armas de Santiago. Es una de sus escenas arquitectónicas más significativas, en las cercanías del Congreso y de otros edificios civiles, comerciales y sociales reconocibles.
Pero hay dos interrogantes que nos permitirán comprender en qué sentido podemos hablar de esta como patrimonio nacional:
Quisiera partir con una frase del padre Gabriel Guarda, a quien aprovecho de rendir un homenaje -mucho de lo que hemos podido hacer con tantos estudiantes y tantos equipos en la Catedral lo debemos a él-. “La Catedral de Santiago es el principal bien patrimonial del país o el más importante”, afirmó.
¿En qué sentido? ¿Por qué es el principal?
Son muchos los rasgos, los aspectos, los flancos que definen un bien patrimonial, a veces muy distintos, porque el universo del patrimonio se ha ampliado enormemente. Un artículo que entrega una suerte de resumen sobre estos problemas es el realizado por la Open University de Inglaterra, en él se afirma que lo que define un patrimonio nacional es su declaración; lo que conlleva deberes y derechos que constituyen, por ejemplo, un Monumento Nacional.
¿Qué valores y qué atributos respaldan el hecho de que un bien como la Catedral de Santiago pueda ser un monumento nacional y, por lo demás, uno de los primeros monumentos declarados como tal?
Hagamos la ficción de que se crea un expediente para declarar Monumento Nacional a la Catedral de Santiago. Lo normal sería comenzar con una especie de descripción histórico formal de ese bien. En ese sentido, hay que recordar que la Catedral de Santiago no es solo eso: es "las catedrales" de Santiago, que ella encarna y que orbitan alrededor suyo o sobre las cuales ella está asentada. Porque la Catedral representa todos los esfuerzos, construcciones, formas y prácticas que la precedieron.
Hay por lo menos tres momentos fundamentales en la historia de la catedral:
No basta con la historia de un bien, es fundamental conocer cuáles son esos valores que uno podría detectar, como también de qué hablamos cuando hablamos de esos valores.
Un valor es la antigüedad. En un dibujo de 1790 de la expedición Malaspina, se ve la construcción de la Catedral en un contexto desde la periferia norte de Santiago, entonces prácticamente campestre. En esa época, Toesca llevaba unos diez años trabajando. En otro dibujo, de Juan Mauricio Rugendas, de comienzos del siglo XIX, puede verse la Catedral con la fachada en el estado que Toesca la dejó. Todo lo que existía a su alrededor –el campanil provisorio, las casas episcopales, otras casas, etc.– hoy ha desaparecido. Lo único que persiste es lo que podríamos denominar el alma de esa Catedral. Por tanto, hay un valor de antigüedad que es relativamente indiscutible con respecto a todo el contexto urbano que rodea al templo.
También pueden reconocerse en la catedral valores artísticos. Se trata del valor del entretejido de intervenciones y colaboraciones que van desde el siglo XVIII al siglo XX. Los tres arcos son los elementos que quedan de Toesca, sobre los cuales se distinguen otras intervenciones, como las de Eusebio Chelli, un arquitecto italiano que en el siglo XIX hace un frontón que no estaba en el proyecto de Toesca y que le sobrepone una especie de fachada neoclásica. Luego aparece toda la intervención de Cremonesi, que hace aparecer la bóveda, agrega las torres y le suma nuevas formas decorativas. Todo ello muestra, en síntesis, el paso del tiempo, el paso de los valores, incluso el paso de los gustos artísticos dominantes, dentro y fuera de la Iglesia.
Entre los valores artísticos también es posible incluir todo lo que la Catedral contiene: una colección de objetos de arte en sus altares, en sus imágenes, algunos de los cuales son particularmente valiosos. Todos ellos son una expresión de los tiempos, de las prácticas religiosas, las convicciones, las relaciones de la Iglesia con el Estado, como se aprecia en algunas tumbas, etc. En una zona están, por ejemplo, las platerías de la antigua Iglesia de la Compañía; o la bóveda, que contiene pinturas murales importantes para lo que en Chile se hacía en ese momento y que expresan conexiones del país con artistas europeos, lo que también forman parte del acervo artístico.
También podemos hablar de valores urbanos, de la manera en que la Catedral y su manzana expresan una forma de ocupación y de evolución de lo que fue la trama fundacional de Santiago. su forma de ocupación tienen que ver con una interpretación, con una manera de entender y aprovechar las condiciones urbanas del Santiago fundacional, y también con la constitución de nuevas formas urbanas. Las fachadas, en cambio, pueden verse como rostros de edificios que hablan, que se expresan. La nueva concepción de los espacios públicos, que se va afirmando desde el siglo XIX en adelante y que tiene que ver con asumir nuevos valores urbanos, implica una nueva manera en que se relacionan los edificios con el ámbito público. Ello se da, justamente, a través de la fachada.
Podemos identificar también valores históricos. La Catedral ha sido escena de la vida civil y de la vida urbana por muchísimos años, ha sido un lugar de encuentro de una dimensión religiosa y trascendente con la vida civil y política. Ella ha sido escena de funerales significativos, como el del presidente Federico Errázuriz de 1901, o simplemente de la vida urbana que ocurre a su alrededor. Allí se ha celebrado tradicionalmente la ceremonia del Te Deum, propia de las celebraciones de la independencia, que ha ido adquiriendo formas distintas, hasta llegar a los Te Deum Ecuménicos, los que se fueron afirmando en la medida en que las nuevas relaciones entre la Iglesia, el Estado y la sociedad civil se iban reconfigurando.
Otros valores históricos se pueden vincular a problemas técnicos. Construir la Catedral generó muchas discusiones sobre la amenaza de los sismos para los grandes edificios públicos. La pregunta era cuán alta esta podría llegar a ser sin correr peligro y, al mismo tiempo, sin afectar lo que, en ese momento, se estimaba, era su dignidad formal.
Sería larguísimo listar todos los atributos de la Catedral, todas aquellas características formales que deben ser conservadas para que ese bien se mantenga íntegro y retenga sus valores. ¿Para quién tiene sentido este patrimonio? ¿Solo para cristianos y católicos? ¿Qué sentido civil y qué sentido humano podría tener el patrimonio religioso? La historia de la Catedral parece ser parte de la historia social y cultural del país. Si se suprimiese la Catedral, algo se perdería de ese relato histórico.
Por último, ¿qué significa ser un Monumento Nacional? Por cierto, es estar en una lista, pero aunque ello nos importa, no debemos entender que ser un Monumento Nacional es solo una valoración honrosa y un derecho adquirido. Cuando algo es declarado patrimonio, quiere decir que es, en algún sentido, un poco de todos, de toda la sociedad y, por tanto, quien lo tiene o lo administra tiene también una responsabilidad social.
También significa que la puesta en valor del patrimonio y su apertura sean concebidas como un servicio; si nosotros poseemos o administramos algo que es patrimonio de todos, tiene que estar abierto a todos y tiene que estar abierto de buena forma. Poner en valor no es solo mantener, sino es incrementar el valor de un bien, poniendo todo lo necesario para que ese bien siga brillando cada vez de mejor forma y prestando cada vez un mejor servicio.
En este contexto uno vuelve a escuchar la frase del padre Gabriel Guarda con que inicié esta conversación, diciendo que “la Catedral de Santiago es el principal bien patrimonial del país”. Esta realidad, si es tal, tiene sin duda rasgos problemáticos. Hay muchísima densidad detrás de esa frase y, de ser realidad, constituye una enorme responsabilidad.