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Cigiden y Facultad de Comunicaciones presentaron el primer estudio sobre percepción de amenazas naturales en Chile


WhatsApp y redes sociales es lo más utilizado para comunicarse en caso de desastres en Chile, aseguró el “Barómetro Ciudadano del Desastre”, un estudio que indagó la penetración de las nuevas tecnologías y las redes sociales, y cómo estas han cambiado la forma en que los chilenos reciben la información y se comunican antes, durante y después de los eventos naturales en Chile.

En la última década hemos sido testigos presenciales de terremotos, tsunamis, incendios, aluviones y erupciones volcánicas en nuestro país, incluso tornados y trombas marinas en el sur de Chile que, aunque infrecuentes, comienzan a tener más presencia en la historia de desastres de nuestro país.

“Somos un territorio en movimiento que convive periódicamente con amenazas naturales”, explicaron Gonzalo Bacigalupe, investigador UC y de Cigiden y Daniel Halpern, académico de la Facultad de Comunicaciones UC y también investigador de Cigiden. Ambos lideraron el estudio "Barómetro ciudadano del desastre".

“Las frecuentes amenazas naturales como los recientes tornados dejan al descubierto las fragilidades institucionales, nuestras maneras de habitar el territorio y una educación desvinculada de los conocimientos locales y científicos necesarios para prevenir, mitigar, y prepararse. No solo el entorno físico se ve alterado”, dijo el investigador Gonzalo Bacigalupe. Frente a este contexto, los investigadores planificaron un barómetro ciudadano que les permitió conocer la percepción, hábitos comunicacionales y conocimiento que tienen chilenos y chilenas frente a estas amenazas naturales que, en contexto de cambio climático, aumentan su frecuencia.

“Realizamos 970 encuestas a personas con acceso a internet a nivel nacional, diferenciando entre las distintas generaciones para ver si efectivamente tienen una percepción distinta los adultos de los más jóvenes sobre los desastres y otras temáticas. Sondeamos la penetración de las nuevas tecnologías y las redes sociales, y cómo éstas han cambiado la forma en que las chilenas y chilenos reciben la información y se comunican antes, durante y después de estos eventos naturales y desastres, lo que incide en la visión que tenemos de los fenómenos”, aseguró el académico de la Facultad de Comunicaciones Daniel Halpern.

Comunicación y riesgo

El uso de medios tradicionales como la radio y la TV en momentos de crisis y desastres, es intergeneracional, lo mismo de canales como el WhatsApp, que ha ganado adeptos incluso en las generaciones sobre los 55 años. Por otro lado, la encuesta reveló el rol preponderante que medios privados como WhatsApp tienen a la hora de entablar relación directa con los seres queridos en caso de desastres. “A partir de las preferencias se observa que hay una relación entre el grado de cercanía que ofrecen los canales y las preferencias para comunicarse con los cercanos, ya que a medida que se hace más impersonal el medio, disminuyen también las preferencias por hacer uso de ellos”, planteó Bacigalupe.

De acuerdo con Daniel Halpern, los datos muestran uno de los principales aspectos del actual paradigma comunicacional: “Las personas consideran WhatsApp como la forma natural de comunicarse con sus cercanos y redes de conocidos (70%). Sin embargo, las personas siguen mostrando una fidelidad casi inquebrantable hacia la radio (76%) para informarse y como compañía frente a estas situaciones, incluso por sobre los medios online (41%)”.

Los datos muestran que a la gente en Chile les preocupa tanto las amenazas de origen natural como los asociados a terceras personas. Así los robos (76%) y la violencia callejera (74%) compiten en preocupación con eventos como los terremotos (72%), los incendios (67%) y tsunamis (60%). Amenazas como los aluviones y erupciones con un 45% de las preferencias aparecen con menos preocupación debido en parte a su baja frecuencia a la exposición de los encuestados a ellos.

Riesgo y preparación

Por otro lado, en general, las personas dicen sentirse más preparadas para enfrentar los fenómenos naturales que presentan mayor frecuencia y exposición en nuestro territorio. Así, más de la mitad de las personas, dice sentirse preparadas frente a terremotos (63%), y un poco menos frente tsunamis (49%) y tormentas (49%), pero ese porcentaje baja a menos del 15% al preguntarles sobre incendios, erupciones y aluviones.

Una explicación, planteó Gonzalo Bacigalupe, es que para los primeros existen protocolos de evacuación, más información pública por recientes eventos, sumado al contenido y protocolos de emergencias que se practican desde la edad escolar. Lo que no ocurre con aluviones, incendios y erupciones volcánicas que carecen protocolos de evacuación y son menos transversales territorialmente.

De forma similar que en la percepción individual, las personas efectivamente proyectan estos aspectos también a nivel nacional. Asumen que como ellos han recibido preparación en estas áreas, el país también se encuentra preparado para responder a estas amenazas como terremotos (62%) y tsunamis (47%). Lo que no ocurre con las fuertes lluvias con vientos, ya que el 60% de los encuestados percibe a Chile como nada o poco preparado, lo que es coherente con los impactos que han tenido en ciudades como Santiago, temporales que han dejado a gran parte de la población sin luz.

Grado de seguridad

Los datos muestran que hay relación lineal entre el grado de preparación que muestran las personas frente a las amenazas y el grado de seguridad que perciben frente a estos eventos. Con los terremotos, por ejemplo, a pesar del poder de destrucción que presentan, un 61% de las personas dicen sentirse más seguras frente a su ocurrencia. Lo ocurre lo mismo con los incendios (21%), erupciones volcánicas (22%) y aluviones (23%).

De acuerdo con Víctor Orellana, vicepresidente de Fundación Alto Río, que participó del análisis de la encuesta, “la memoria sirve de preparación para las comunidades, te permite corregir un comportamiento frente a un desastre. La memoria salva vidas. Por lo mismo, la exposición a los eventos naturales y la información correcta que reciba la población durante la emergencia es fundamental no solo para el presente, sino también para el futuro”.

En esta misma dirección, los datos muestran que gran parte de la población reporta haber vivido de manera presencial los terremotos y tsunamis más grandes de las últimas tres décadas en Chile, que impactaron el centro y sur del país: el terremoto y tsunami del 1985 (46%) y el de 2010 (82%). De lo anterior se desprende que ambos eventos telúricos afectaron a un amplio territorio en Chile, desde la zona central hacia el sur, son los más recientes y están en la memoria de desastres de chilenos y chilenas.

Crisis de confianza

Los datos de esta encuesta muestran, además, la crisis de confianza que viven hoy las instituciones en nuestro país, ya que ocho de las 13 instituciones tienen menos del 50% de la confianza de la gente para informar en caso de desastres. Al contrario, destacaron en confianza para informar principalmente instituciones que las personas ven actuar frente a los desastres. Este factor puede explicar por qué entidades que han sido golpeadas en su reputación con escándalos de corrupción como Carabineros (62%) y el Ejército (56%), aún continúan teniendo un alto grado de confianza ciudadana, versus el 2,6% de confiesa de los partidos políticos o 16% de los empresas privadas.

Con respecto a qué hacer durante un terremoto de gran intensidad, casi tres cuartos de los encuestados señaló que la primera acción que realizaría sería evacuar hacia zonas seguras, por lo tanto, no esperaría el anuncio de las autoridades frente a un potencial riesgo de desastre. Recordemos que el 82% de los encuestados reportaron haber vivido en forma presencial el desastre del 2010, experiencia e información que de alguna manera permeó en la población chilena, quién opta por la autoevación preventiva.

No ocurre lo mismo con la señalética de emergencia y evacuación y la ubicación de las zonas seguras, con el 61% y 52% de las personas que reportan sentirse informadas en estos dos aspectos. Esta respuesta es coherente con aquellas ciudades de Chile que carecen de esta información visible y accesible para toda la población, en especial, aquellas localidades que habitan en zonas de riesgo de desastre en el país.

Esta pregunta está asociada a lo anterior, ya que un categórico 98% concuerda con que los turistas en Chile debieran recibir información básica donde se establezca la condición sísmica de nuestros territorios y los resguardos que debieran tener en caso de ocurrir un terremoto y/o tsunami, u otra amenaza natural. Eso es relevante para políticas públicas asociadas al turismo en Chile tanto de extranjeros como chilenos en territorios en riesgo.

Según Gonzalo Bacigalupe, cobra relevancia que personas que viven en territorios en riesgo, que es la mayoría del país, cuenten con información básica de estas amenazas para estar mejor preparadas para asistir a aquellos turistas que no conocen o no han vivido estos eventos en su vida, y se encuentran con una gran incertidumbre al experimentarlas en Chile. La familiaridad da cierta seguridad, el haber vivido ya la experiencia de ciertas amenazas naturales. No saber y no haber participado en actividades de preparación como prácticas de evacuación y otros, genera más miedo y ansiedad o conductas que pueden agudizar el impacto. La incertidumbre genera más miedo.

Finalmente, la encuesta también mostró que las amenazas naturales son, además, fuente de ansiedad, estrés y dificultades para dormir. Ya que casi la mitad de los entrevistados dicen experimentar ansiedad (45%) y estrés (45%), tipos de “daño emocional” durante una amenaza de origen natural. Con mayor frecuencia mujeres (con 50% en ambos tipo de problemas emocionales) que hombres. Lo que es coherente con lo reportado en la literatura, que podría atribuirse a diferencias en estilos de enfrentamiento entre géneros, es decir, diferencias en la neurobiología de respuesta al estrés, y mayor “peso” de responsabilidades en la respuesta familiar al desastre, por razones culturales, entre otras.

De acuerdo al investigador de Cigiden, Rodrigo Ramírez, lo señalado no es un reflejo de “trastornos de ansiedad”, “depresión”, “insomnio”, o “trastorno de adaptación”, sino una aproximación por autoreporte, es decir, información útil porque ofrece una visión general de las percepciones del estado anímico de las personas en nuestro país en relación a los desastres de origen natural. “Es interesante constatar la mayor frecuencia de fenómenos relativos a «ansiedad» (i.e. ansiedad, insomnio, estrés), versus aquellos relativos a depresión. Ello también es coherente con la literatura, que muestra que la mayoría de las personas se tornan ansiosas frente a desastres, pero solo una minoría desarrolla depresión (8,1%) o desánimo marcado”, sostuvo el experto.

Este ítem de la encuesta levanta la necesidad de educar a la población en primeros auxilios psicológicos, como lo sugieren nuestros investigadores en salud mental de Cigiden. Una estrategia ya sistematizada en un manual publicado junto la Pontificia Universidad Católica de Chile, que pueden realizar todos quienes entran en contacto con las personas afectadas por un desastres, crisis o emergencia, para recuperar la calma, la confianza y la esperanza.


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