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Cine UC programa ciclo que revisa medio siglo de comedia francesa


Con el apoyo del instituto Chileno Francés, la selección titulada “Medio siglo de comedia francesa: 1964-2013” comprende películas como: El hombre de Río, de P. de Broca (1964); Alto, rubio, con un zapato negro, de Y. Robert (1972); La piel dura, de Truffaut (1976); Cambio de dirección, de E. Mouret (2006) y 2 otoños, 3 inviernos, de S. Betbeder (2013), entre otros.

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photo_camera Archivo UC

Aunque hubo un tiempo en que ganaba estatuillas y hoy revive en ciertos festivales, el cine que genera risas ha sido históricamente subestimado por críticos, jurados y programadores. Proclive al mal envejecer, tiene sin embargo herramientas de las que otros carecen a la hora de retratar una sociedad; de extraer lo mejor y lo peor, lo noble y lo vil, de los seres humanos que retrata. Localmente, como en tantas latitudes, las comedias vienen ante todo de Hollywood y de la producción nacional. Pero ha habido, antes más que ahora, presencia de la producción francesa, de estrellas como Jean-Paul Belmondo, Louis de Funès y Daniel Auteuil, y de realizadores como Philippe De Broca, Francis Veber y Bruno Podalydès. 

Este ciclo, que se realiza con el apoyo del Instituto chileno francés, da cuenta de artesanías y lógicas industriales; de humor cándido y de humor negro; de retablos socioculturales, de absurdos cotidianos y sinsentidos varios. Así, propone al espectador sortear las severidades evaluativas y los lugares comunes de la cinefilia, en el entendido de que el humor no se explica: sencillamente, ocurre.        

"_x0007_Quién dijo que el cine francés de los 60 es sólo en blanco y negro, con predilección por los diálogos largos y con alergia a la acción. La caricatura y el cliché han terminado por sepultar la reputada tradición de la comedia francesa nacida más o menos al mismo tiempo que la prestigiosa Nueva Ola de Godard, Rohmer y Truffaut. Es más, al menos uno de esos directores (Truffaut) cruzó alguna vez la frontera de territorios con absoluta propiedad  y el actor Jean-Paul Belmondo fue el rostro de Sin aliento de Godard, pero también de las mejores comedias de Philippe de Broca", escribió Rodrigo González para La Tercera, a raíz del programa.

Del 6  al 17 de julio. Miércoles a domingo, a las 16, 19 y 21.30 hrs. Sábados 19 y 21.30 hrs. Entrada general $2.500, Convenios 2x1. Más información, aquí 

 

Programación

El hombre de Río (L’homme de Rio), de Philippe de Broca (1964)

Recién llegado de servir con su regimiento, el soldado Adrien Dufourquet (Jean-Paul Belmondo) es insospechado testigo del secuestro de su novia (Françoise Dorléac, tempranamente fallecida hermana de Catherine Deneuve), hija de un famoso antropólogo. Sin pensarlo, Dufourquet va al rescate, aunque eso signifique llegar a Brasil –a Brasilia, a Río de Janeiro- donde comienza un periplo cuya excusa es un tráfico de estatuillas aborígenes. Una aventura sin pausas que aprovecha los telones naturales y urbanísticos para llenar la pantalla de acción, color y humor. 

 

Aventuras chinas en China (Les tribulations d'un Chinois en Chine), de Philippe de Broca (1965) 

Basada en la novela homónima de Julio Verne, publicada serialmente en 1879, esta comedia de aventuras es un viaje acelerado por un país remoto, a cargo de un millonario aburrido (Jean-Paul Belmondo) que quiere acabar con su vida. Nada le resulta, así que deja su destino fatal en manos de un tercero. Pero conoce a Alexandrine (Ursula Andress) y ya no quiere morir. ¿No es ya tarde para arrepentirse? Favorito del joven Spielberg de los 60, De Broca corona en esta cinta las artes de la coreografía y el montaje para así no dar respiro al espectador. 

 

La fuga fantástica (La grande vadrouille), de Gérard Oury (1966)

Junto a La vida en el castillo, del mismo año, La fuga fantástica rompió con una especie de tabú de dos décadas relativo a mirar la ocupación nazi desde la comedia. Y se convirtió en el mayor éxito de taquilla en la historia del cine francés. Corre 1942 y un avión inglés es abatido en los cielos de París. Los tres ocupantes alcanzan a lanzarse en paracaídas y llegan a distintos lugares de la capital, siendo ayudados por dos civiles (Louis de Funès, Bourvil), que insospechadamente se convierten en miembros de la Resistencia.   

 

Oscar, de Edouard Molinaro (1967) 

Oscar fue una de las obras teatrales que alcanzaron el éxito en la gran pantalla de la mano de Édouard Molinaro (La jaula de las locas). Bertrand (Louis de Funès) es un tipo adinerado que lleva una vida apacible… hasta que un día su hombre de confianza le pide la mano de su hija, Colette, de quien es amante, y le confiesa que le ha venido robando por años. Para peor, ocurre que Colette también tiene guardados un par de secretos. En 1991, John Landis dirigió un remake hollywoodense con Sylvester Stallone en el protagónico.

 

Alto, rubio, con un zapato negro (Le grand blond avec una chaussure noire), de Yves Robert (1972)

El coronel Toulouse (Jean Rochefort) es un jefe del servicio secreto que quiere despistar a otros elementos del aparato de seguridad que están tras sus pasos. Con este fin, hace creer a medio mundo que un anónimo violinista (Pierre Richard) es en realidad un temible espía internacional. Lograda parodia de los procedimientos del thriller, pródiga en interpretaciones solventes y dueña de un ritmo ad hoc, esta película de Yves Robert conoció un gran éxito, que llevaría al director y a su guionista (Francis Veber) a realizar una segunda parte en 1974.  

 

Una chica tan decente como yo (Une belle fille comme moi), de Francois Truffaut (1972) 

Hay quien afirma que François Truffaut es un realizador feminista. Si tal fuera el caso, este singular muestrario de humor negro bien podría ser el más feminista de sus filmes. Un sociólogo (André Dussollier) prepara una tesis sobre la criminalidad en las mujeres basándose en el caso de Camille Bliss (Bernadette Laffont), joven bella, juguetona y elusiva que está en prisión, sospechosa de haber dado muerte a más de uno de sus numerosos amantes. Laffont, a quien Truffaut había hecho debutar en su corto Les mistons (1957), ofrece un rol cautivante en esta cinta anómala y entrañable. 

 

Le Père Noël est une ordure, de Jean-Marie Poiré (1982)

El colectivo teatral Le Splendid (que entre otros formaron Thierry Lhermitte, Josiane Balasko, Michel Blanc y Gérard Jugnot) trasladó de la escena a la pantalla esta farsa navideña. Es Nochebuena y una central telefónica orientada a la gente solitaria se ve perturbada cuando un par de personajes marginales trasladan a este espacio anodino sus querellas particulares. Los enredos y los accidentes se multiplican sin cesar en un filme que tendría en 1994 su remake hollywoodense, con la dirección de Nora Ephron (Locos en línea).  

 

Los repodridos (Les ripoux), de Claude Zidi (1984)

A un policía experimentado y más bien corrupto (Philippe Noiret) le es asignado un compañero joven y aplicado (Thierry Lhermitte) que poco y nada comulga con sus métodos. Eso sí, el paso de las semanas verá alterarse las percepciones y las conductas de este último. Dura y fría cuando debe serlo, esta buddy movie a la francesa sabe también sacarle punta a su faceta cómica, desarrollándose satisfactoriamente en ambos aspectos, sostenida como está en una puesta en escena funcional a las veleidades del relato y en un set de actuaciones descollantes.  

 

La cena de los idiotas, de Francis Veber (1998)

Exitosa transposición de un hit teatral, es el propio autor de la obra quien escribe y dirige. Todos los miércoles, Pierre Brochant (Thierry Lhermitte) organiza junto a sus amigos una cena a la que cada quien debe llevar a alguien con pocas luces: el más espectacular de estos “idiotas” le da el triunfo a quien lo descubrió. Este miércoles, sin embargo, Brochant cree que tocó techo al llegar acompañado del funcionario gubernamental François Pignon (Jacques Villeret). Lo que no imagina es el desastre que se va a producir.

 

El placard, de Francis Veber (2001)

“Taquillazo” en el circuito chileno de arte y ensayo, esta cinta sigue los pasos de un contador (Daniel Auteuil) abandonado por su mujer y padre de un hijo adolescente, que cierto día se entera de que será despedido de la fábrica en la que trabaja. Acosado por el fantasma de la cesantía, echa mano a un último recurso: si se declara homosexual, la jefatura dará marcha atrás para evitar ser acusada de discriminación. Esta estrategia toma a todo el mundo por sorpresa y cambia la percepción que se tenía de un tipo más bien gris. 

 

Cambio de dirección (Changement d’addresse), de Emmanuel Mouret (2006)

Recientemente instalado en París, David, un músico tímido y torpe (Emmanuel Mouret), se enamora de una joven alumna (Frédérique Bel), a quien intenta seducir. Su compañera de departamento, en tanto, lo aconseja, lo alienta… y hasta lo consuela. Comedia sutil, cuya levedad se construye a base de una acabada observación de los personajes, da cuenta de la filmografía singular y más bien subestimada de Mouret: rara avis, incluso dentro de la producción autoral francesa, que ha persistido en el cultivo de un cine de género “a la antigua”.

 

Camila regresa (Camille redouble), de Noémie Lvovsky (2012) 

Actriz de películas sin renombre, Camille Vaillant (Noémie Lvovsky) es una mujer de “cuarenta y tantos” a quien el marido (Samir Guesmi) abandona por otra más joven. Reunida la noche de Año Nuevo con sus antiguas amigas del colegio, se ve trasladada precisamente a su época escolar: todo se ve igual a como ella lo recordaba, en los lejanos 80, pero ella sigue siendo la de “ahora”. Comparada con Peggy Sue, de Coppola, estea dramedia portentosa extrae lo mejor de un variado elenco para construir un relato que da lugar a un amplio rango de emociones.  

 

Adieu, Berthe, de Bruno Podalydès (2012)

Comedia atípica del subgénero funerario, esta cinta de Bruno Podalydès tiene a su hermano Denis en el rol de Armand, un farmacéutico de la pequeña localidad de Chatou que había olvidado “un poco” a su abuela, Berthe, hasta que recibe la noticia de su fallecimiento. Junto a las preguntas prácticas de rigor (p. ej., si enterrar a la abuela o incinerarla), surgen otras más profundas (¿quién fue Berthe para él?) y algunas que lo obligarán a desplegar destrezas varias: qué hacer en casos como éste, por ejemplo, cuando se tienen una esposa y una amante.  

 

9 meses de condena. (9 mois ferme), de Albert Dupontel (2013)

Sandrine Kiberlain tiene ya una trayectoria dilatada que la ha visto trabajando a las órdenes de destacados realizadores. Y aunque la cartelera local se ha inclinado a ofrecernos su lado más dramático (Betty Fisher, Mademoiselle Chambon), no es lo único que puede para ofrecer. En 9 meses  de condena, que le valió un premio César, se echa al hombro una historia algo deschavetada y plena de humor negro. Su rol es el de una jueza trabajólica y ascendente, sin pareja, sin hijos ni ganas de tenerlos, que por perder los estribos una noche queda embarazada. Y apenas puede creer quién es el padre. He ahí el comienzo de su travesía.   

 

INFORMACIÓN PERIODÍSTICA

Constanza Flores L., cmflores@uc.cl


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