¿Cómo avanzar en equidad en Chile?
Si bien el país ha logrado reducir enormemente la pobreza en las últimas cuatro décadas, aún tiene un gran pendiente: la desigualdad de ingresos. El profesor de la Escuela de Gobierno, Osvaldo Larragaña, propone poner el foco en la acción distributiva, a través de políticas públicas en temas clave como educación y capacitación laboral, ingresos y seguridad social, entre otros.
*A continuación se presenta una síntesis del artículo “La sociedad del descontento”, publicado en el número 174 de Revista Universitaria.
En las últimas cuatro décadas, Chile logró reducir la pobreza de un 39% en 1990 a un 7% en 2022. Ha avanzado en temas de cobertura educacional, esperanza de vida y déficit habitacional, entre otros. Sin embargo, hay una dimensión en la cual no logra los mismos avances: la desigualdad de ingresos.
En el mismo periodo (1990 a 2022), el coeficiente de Gini -el índice más utilizado para medir esta variable, cayó de un 52% a apenas un 48%. Ahora bien, un mejor indicador y de creciente uso es el coeficiente de Palma, que es la ratio entre la participación en el ingreso del 10% más rico respecto del 40% más pobre. En 2017, este indicador ascendió a 3,1, es decir: el 10% de mayores ingresos obtuvo 3,1 veces más ingresos que el 40% más pobre en su conjunto.
A pesar que la pobreza se ha reducido, esto no significa que Chile se haya convertido en un país de clase media, donde la mayoría viva con tranquilidad económica. De hecho, entre un 30% y un 40% de la población vive con ingresos bajos y una gran incertidumbre económica.
Una sociedad de alta desigualdad es percibida por la población –o parte de ella– como una sociedad injusta. La crisis social que amenazó la institucionalidad del país en 2019 tuvo por sustrato un extendido malestar vinculado a condiciones de vida precaria, sensación de abusos y pérdida de confianza en las instituciones.
Hacia una política distributiva
Si bien la historia muestra que el sistema de mercado o capitalista ha sido una máquina de crecimiento económico, también propicia procesos de concentración de la riqueza, por lo que se requiere la acción distributiva de los gobiernos.
¿Por dónde debiera avanzar la política distributiva en Chile?
Un aspecto dotar a niños, niñas y adolescentes de mayores y mejor distribuidas capacidades constituye una base para transitar hacia una sociedad más próspera y justa. Sin embargo, esta es una meta poco alcanzable bajo condiciones de alta desigualdad socioeconómica. Por lo que es una medida necesaria, pero no suficiente.
Otro tema es que Chile tiene un problema generalizado de bajos ingresos laborales, un 40% de los asalariados recibe una remuneración líquida por debajo de 530.000 pesos, equivalente a la línea de pobreza para un hogar de cuatro personas. Ingresos laborales más altos mejoran la calidad de vida de los hogares y desincentivan el camino de la informalidad y de la ilegalidad. Asimismo, hay una gran tarea pendiente en capacitación laboral.
Otro tremendo desafío es avanzar en seguridad social. Su eje principal son las pensiones de la vejez, cuya provisión en el país se ha delegado en un sistema de capitalización individual administrado por organizaciones privadas (AFP). Este sistema ha probado ser muy inefectivo para entregar pensiones dignas a la mayoría de los usuarios, acentuando la desigualdad en el país. Este es otro espacio donde la política pública puede hacer una diferencia a futuro.
Leer artículo completo en Revista Universitaria 174: “La sociedad del descontento”
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