¿Cómo lograr una Constitución de unidad?
Veinte académicos y académicas de las más variadas disciplinas de la universidad, reflexionaron y dialogaron durante varios meses, para aportar al proceso histórico que vivirá nuestro país para cambiar su Constitución. El documento fruto de esta labor sienta las bases sobre las que debiese cimentarse el trabajo de la Convención Constitucional.
El mandato era tan ambicioso como amplio: Aportar desde la Universidad Católica con una reflexión respecto del proceso que vivirá el país a partir de la elección de una Convención Constitucional.
“Es necesario destacar el rol que pueden cumplir las universidades, instituciones clave en la formación integral de la juventud y en la creación de nuevo conocimiento. Todo esto como parte de su compromiso público de servir al país”, expresa el rector Ignacio Sánchez, quien le planteó el desafío de liderar un trabajo interdisciplinario en torno a este tema a la académica de Derecho Alejandra Ovalle, a comienzos de 2020.
La profesora, quien ya había liderado la primera Comisión UC Proceso Constitucional en 2016 -que funcionó en el contexto de los cabildos convocados por la entonces Presidenta Michelle Bachelet- dirigió el trabajo que reunió a docentes de las más diversas disciplinas -artes, comunicaciones, estudios urbanos, medicina e ingeniería, entre otras- (ver listado completo de participantes al final).
“La Constitución por supuesto que tiene una dimensión técnica que concierne al Derecho constitucional, pero también hay que entenderla como un pacto fundamental que nos atañe y convoca a todos”, afirma Alejandra Ovalle. De ahí la decisión de conformar una comisión lo más amplia posible.
“El debate en torno a la nueva Constitución excede de manera significativa la discusión meramente jurídica”, subraya el rector Sánchez. “No podemos olvidar que el actual proceso constituyente se origina en medio de una de las crisis más profundas que ha experimentado Chile en las últimas décadas. La decisión de avanzar hacia una nueva Constitución no solo ha permitido encauzar institucionalmente esta crisis, sino que se ha erigido como uno de los principales espacios formales para el encuentro y la construcción de acuerdos al interior de nuestra comunidad nacional”, añade.
La riqueza de la interdisciplina
En total, serían veinte académicos y académicas quienes trabajarían durante varios meses en esta comisión, reuniéndose semanalmente todos los viernes durante dos horas. Aunque el inicio alcanzó a ser de manera presencial, la pandemia por Covid-19 obligó a desarrollar todo el trabajo de manera remota por la plataforma Zoom.
“El mandato del rector era bastante amplio, por lo que cada uno inició esta tarea con una idea preconcebida acerca de la aproximación y naturaleza del aporte que teníamos que realizar. Y la verdad es que el rumbo que en definitiva siguió el trabajo de la Comisión fue el resultado de la apertura al diálogo y el intercambio respetuoso de ideas, porque se van rompiendo gradualmente las propias estructuras disciplinares, y se amplían y enriquecen las perspectivas”, relata la profesora Ovalle.
Así, los distintos participantes hicieron presentaciones respecto de temas atingentes a la Constitución, desde su propia disciplina, dando paso a una reflexión y diálogo.
“Al principio fue difícil determinar el propósito concreto de esta Comisión. Cada uno tenía su visión al respecto. Creo que el mayor desafío fue darle una coherencia al documento y dejar satisfechos a todos los participantes”, relata el académico del Instituto de Ciencia Política Rodrigo Mardones. “La discusión se dio en un marco de mucho respeto, ya que en las comisiones de este tipo se genera una relación entre las personas”, dice.
Como afirma la profesora de la Facultad de Comunicaciones Rayen Condeza: “Esta experiencia constituye una oportunidad única de aprendizaje, pues nos permite adentrarnos a un fenómeno complejo, constituido por múltiples aristas, no solamente las jurídicas. Ha sido un ejercicio concreto de respeto a la diversidad de puntos de vista, así como de las experiencias y formas de generar conocimiento propias a cada disciplina y que pueden aportar a dicho proceso constitucional. La mirada interdisciplinaria siempre es más que la suma de las partes”.
“Ha sido una experiencia universitaria en su definición más profunda. Fuimos convocados a pensar nuestro país, el difícil momento que estamos viviendo y su futuro, desde la perspectiva del proceso constitucional, que se presenta como una oportunidad de cambio hacia una comunidad inclusiva que acoja a todas y todos quienes habitamos este hermoso territorio”, afirma el académico de Artes Luis Prato, y añade: “La experiencia de compartir y analizar información relevante a través de visiones de diversas áreas del saber nos ha dado la oportunidad de ejercitar, por una parte la escucha atenta, pero también con pensamiento tan crítico como flexible. Puedo decir que disfruté el cruce de miradas sobre el proceso constitucional, conducido bajo los valores del encuentro y diálogo académico, basado en la verdad, pero también en la confianza y generosidad”.
Como agrega el decano de Filosofía, Olof Page: “Una conversación de este tipo no tiene siempre una estructura predeterminada y, por esa razón, participar de esta conversación requiere salir de la propia zona de confort y, por momentos, aventurarse a pensar cosas que habitualmente pueden no entrar en nuestros respectivos campos de estudios”.
La importancia del proceso constitucional
El fruto de todo este proceso de diálogo y reflexión es el documento “Reflexiones en torno al proceso de elaboración de la nueva Constitución”, que fue presentado en un seminario online el pasado miércoles 31 de marzo.
“Fue un desafío para todos encauzar este debate interdisciplinario hacia un documento reflexivo que acoge una diversidad de visiones, por una parte, pero que encuentra una coherencia transversal que es resultado del diálogo agudo, crítico, enriquecido por la participación de cada integrante”, relata Luis Prato.
Un elemento importante es que el documento no se centra en el contenido que debiese tener la nueva Constitución, sino en el proceso constitucional. El documento pone de relieve algunas cuestiones a las que debiera prestar atención la discusión pública y la propia Convención durante el proceso constituyente y, en particular, al momento de definir el reglamento que enmarcará su trabajo.
“Nos adentramos en qué implica que un proceso constituyente se oriente desde principios pluralistas e inclusivos, en el que se valore y se permita el diálogo, así como la deliberación desde el respeto, la promoción de la convivencia y que trabaje en pos del bien común”, afirma Rayén Condeza. “Destacaría la relación directa que consideramos tiene el proceso de elaboración de la Constitución con sus resultados. Por lo mismo, resalto el marco macro que debiera orientar dicho proceso, cuando nos referimos a que este último debe tener como brújula, como norte, un ideal colectivo y que la carta fundamental nazca de las convicciones compartidas, posibilite el sentido de pertenencia a nuestra comunidad y nos movilice hacia un futuro común, como se afirma en el texto”, añade.
El documento comienza relevando la dimensión simbólica de la Constitución. “Lo simbólico no es una especie de ornamento superficial o resultado de la casualidad o de una campaña publicitaria. No, su dimensión simbólica es consecuencia de una voluntad transversal de trabajar mirando nuestro país con valentía y generosidad, para entender este proceso constitucional como una oportunidad de sentar nuevas bases de una comunidad donde todos somos reconocidos y ocupamos un lugar en ella. La Constitución debe llegar a ser símbolo de una imagen de país por el cual cada chileno y chilena quiera trabajar cada día porque ve en ella simbolizada una mejor vida en común”, explica Luis Prato.
Luego se presenta la necesidad de un espacio para consensuar un diagnóstico compartido acerca de la crisis social y política que intensificó la cuestión constitucional y un proyecto común que oriente la definición de las normas constitucionales.
Otro elemento que destaca Olof Page es “la importancia de la participación ciudadana una vez que la Convención ya está constituida, es decir, el vínculo que la Convención debe construir con la ciudadanía durante su funcionamiento, asegurando -a través de distintos mecanismos posibles- que las opiniones sean efectivamente tomadas en consideración, lo que significa, a lo menos, que estas sean leídas o escuchadas por las y los miembros de la Convención”. Asimismo, también subraya “la amistad cívica como elemento que debiera permear la atmósfera en la que la Convención trabaje”.
“Un punto que me parece central es el llamado en este proceso, a ver y escuchar. Se ha podido constatar que los mecanismos de representación no son suficientes para llevar a las esferas donde se toman las decisiones, las múltiples realidades que se viven en Chile. Escuchar es una urgencia transversal en nuestra sociedad que implica estar dispuesto a reconocer al otro en su legítima dignidad y estar dispuesto a suspender posturas de interés personal para construir una comunidad solidaria que reconoce el destino común que se apoya en la valoración de las diferencias. Esto implica tener la voluntad genuina de incorporar a quienes han estado excluidos del actual modelo social a partir de una actitud de escucha sincera”, añade Luis Prato.
Finalmente, se debe tener presente que no todo lo que se quiere incluir puede estar en el texto constitucional, por lo que el ejercicio debe ser contenido en expectativas. “Pienso mucho en las generaciones de adolescentes y de jóvenes que probablemente fueron a votar por primera vez para este plebiscito. Este proceso de elaboración de una nueva carta magna constituirá, aunque no lo pretenda, un modelo de formación cívica único e irrepetible para las nuevas generaciones”, sostiene Rayén Condeza.
“Esta es una reflexión que pretende llegar a los convencionales, pero también a toda la comunidad”, afirma Alejandra Ovalle. “Precisamente uno de los principales desafíos es que este documento llegue a la opinión pública, que sea una contribución a la discusión”, acota Rodrigo Mardones.
Como concluye el rector Sánchez: “Esperamos que esta reflexión contribuya al desarrollo de un proceso político que sea eficazmente deliberativo y participativo, que restaure la confianza de la ciudadanía, favorezca un clima de mayor concordia y culmine en la aprobación de una nueva Constitución que siente los cimientos del futuro de nuestro país”.
Miembros Comisión UC Proceso Constitucional
Alejandra Ovalle, académica Facultad de Derecho, presidenta de la Comisión
Magdalena Amenábar, vicerrectora de Comunicaciones
Carlos Amunátegui, académico Facultad de Derecho
Matías Bargsted, académico Instituto de Sociología
Paula Bedregal, académica Escuela de Medicina
Andrés Bernasconi, académico Facultad de Educación
Rayén Condeza, académica Facultad de Comunicaciones
Luis Fuentes, director Instituto de Estudios Urbanos
Osvaldo Larrañaga, director Escuela de Gobierno
Rodrigo Mardones, académico Instituto de Ciencia Política
Vladimir Marianov, académico Escuela de Ingeniería
Claudia Martínez, académica Instituto de Economía
Olof Page, decano Facultad de Filosofía
Valeria Palanza, académica Instituto de Ciencia Política
Macarena Ponce de León, académica Instituto de Historia
Luis Prato, académico Escuela de Arte
Joaquín Silva, académico Facultad de Teología
Sebastián Soto, académico Facultad de Derecho
Sebastián Valenzuela, académico Facultad de Comunicaciones
Loreto Valenzuela, académica Escuela de Ingeniería y directora College.
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