¿Cómo se vive la discapacidad al interior de la UC?
El 3 de diciembre se conmemora el día internacional de las personas con discapacidad. Integrantes de la Comunidad UC comparten sus alegrías, temores y desafíos desde su propia experiencia frente a la discapacidad. Este miércoles 4, se realizará una actividad en el Campus San Joaquín, instancia de diálogo entre distintas unidades que se congregarán para reflexionar sobre las estrategias que se están adoptando para hacer de la UC una universidad de todas y todos.
María José Soto cursa primer año de Psicología. Cuando recién entró a la UC llegaba siempre temprano a clases, al menos 30 minutos antes, ya que el desplazamiento hacia y en el Campus San Joaquín ha sido un desafío que ha logrado ir superando, siendo una persona ciega. Ingresar a la universidad es un proceso que no ha sido fácil para la joven, pero entiende que es complejo para todos quienes acceden a la educación superior, “no solamente por mi discapacidad, sino que enfrentar un mundo donde uno se prepara para ser profesional, con otro tipo de exigencias”, explica.
Realizó la enseñanza básica en un colegio especial para personas ciegas y de baja visión, y la enseñanza media la realizó en forma particular, rindiendo exámenes libres, ya que intentó estudiar en un colegio que contaba con un Programa de Integración Escolar (PIE), pero éste no estaba preparado para recibir a personas sin visión. El principal cambio que vivió al entrar a la universidad, comenta María José, fue que en el colegio las adecuaciones eran más predecibles, “uno sabe que va a necesitar relieves para geometría o dibujos para biología, mientras que acá, en todos los ramos se ven cosas nuevas todos los días, entonces ya no es solo adaptación de material físico y virtual, junto con que PIANE me adapte los textos que vienen fotocopiados, sino que se debe considerar que el texto en sí mismo ya es un desafío”, afirma.
La estudiante cuenta que eligió la UC porque comparó los apoyos para personas con discapacidad ofrecidos por otras instituciones de educación superior y aquí encontró claridad respecto de lo que ofrece el Programa para la Inclusión de Alumnos con Necesidades Especiales (PIANE). “Eso es (un proceso) muy común para las personas con discapacidad; primero pensar qué universidad es capaz de recibirme con mi discapacidad y luego ver la malla curricular”, añade Andrea Vásquez, coordinadora del Programa PIANE y exalumna de la UC, quien además es usuaria de silla de ruedas.
Ya casi finalizando su primer año como estudiante de la UC, María José destaca que en sus compañeros ha encontrado personas que la han integrado, compartiendo en espacios de estudio, además de los tiempos entre clases y almuerzo. “Y cuando los profesores muestran imágenes, una muy buena compañera me va describiendo lo que va saliendo en las pantallas, porque a veces a los docentes se les olvida enviar el material a PIANE para que adapte lo que se necesita”, dice María José, agregando que ha tenido buena recepción de sus compañeros. “A veces me eligen para presentar los trabajos o de acompañante. También siento que les da temor hablarme, entonces soy yo quién inicia la conversación, pero es porque para ellos es algo nuevo, nunca habían interactuado con una persona ciega o con alguna discapacidad, en general, ni en sus colegios ni en su vida personal, entonces es desafiante al principio. Y para los trabajos, nos vamos repartiendo las labores según la capacidad de cada uno”.
En cuanto a la infraestructura, asegura que una de las cosas que más valora es que, al menos en su experiencia en el Campus San Joaquín, es posible caminar libre de obstáculos, disminuyendo la probabilidad de accidentes. Si bien dentro del campus universitario las condiciones de accesibilidad son las adecuadas en la mayoría de los espacios, un desafío importante para las personas ciegas es el desplazamiento. Así lo confirma Ignacio Antillanca, estudiante de tercer año de la carrera de Trabajo Social, quien perdió la visión cuando solo tenía un año, debido a una cirugía de cerebro que obligó a extirparle el nervio óptico.
Aprender a moverse “en el mundo real”
Ignacio Antillanca se tomó un tiempo para ingresar a la educación superior, ya que antes de cumplir las varias metas que se había propuesto, tenía claro que le faltaba alcanzar una cosa: tener la autonomía suficiente para desenvolverse en el 'mundo real', como él lo denomina. “Hasta cuarto medio siempre me fui en furgón, así que no sabía andar en micro. No quería entrar a la universidad sin saber andar en la calle porque yo decía, en este momento mi papá me puede llevar a todos lados, pero si el día de mañana en la 'U' me piden hacer un trabajo y mi papá no me puede llevar, yo no le puedo decir al profesor que no hice el trabajo porque mi papá no me llevó". Fue entonces que ingresó a un colegio especial para personas ciegas, donde aprendió orientación y movilidad durante un año, y luego realizó estudios de masoterapia.
Entrar a la educación superior fue difícil y fácil a la vez, dice Ignacio. Complejo por la movilidad, pero sin mayores problemas en cuanto a la adaptación, ya que toda su vida estudió en colegios convencionales, donde debió cumplir con los deberes como cualquier otro alumno de su clase. "Crecí sintiéndome como un niño normal, haciendo las cosas que hacía cualquier niño. Para mí nunca fue tema mi visión y si alguna vez lo fue, yo era tan chico que mi mamá supo frenar esos pensamientos negativos, cuando pensé ‘pucha, por qué a mí, por qué soy ciego’. Me quedó grabada la frase de mi mamá cuando yo le decía ‘no puedo’ y ella me decía: ‘no puedo, significa no quiero’”.
Buscando mejores posibilidades futuras, en octavo básico postuló a otro colegio. “Entré por selección, no por cupo especial, porque yo dije: ‘la vida no está hecha para ciegos y yo no voy a estar pidiendo selección en todos lados’. Si voy a postular a un trabajo no puedo decirle al jefe, ‘oiga seleccióneme a mí’. Así que di las pruebas y entré como cualquier otro. Y fue todo un desafío para el colegio, porque nunca habían tenido alumnos ciegos. Entonces, al principio me dejaban en las salas del primer piso, alguna que esté cerca del baño y yo les decía ‘déjeme donde sea, yo tengo que aprender a movilizarme solo’".
Poco a poco el joven, que hoy tiene 26 años y un gran sentido del humor, asegura que ha avanzado a paso firme como estudiante en la UC, ya que el factor social y la contención es algo fundamental para él. “No ha sido fácil en ese sentido, porque no era como en el colegio, en que uno hacía su grupito que era inseparable hasta cuarto medio. En la universidad no es así, uno se hace un grupo al principio, pero llegas al segundo semestre y si no pasaste el ramo, se desarmó el grupo. Así que de a poco he ido avanzando, me he ido quedando, pero aquí estoy, como digo, ‘en tercero medio’”.
Superar la barrera de la comunicación
El ámbito social, la vida universitaria y aquello que va más allá de lo académico, es una parte fundamental de cualquier estudiante en su trayectoria en la educación superior. Los lazos afectivos, las redes de contactos y la contención socio emocional entre pares, es algo difícil de construir para las personas sordas. Así lo ha vivido Natalia Gutiérrez, estudiante de tercer año de Pedagogía en Educación Física y Salud, y seleccionada UC de natación que, a pesar de ser una persona sorda, no dudó ni un segundo en aprovechar al máximo todo lo que su paso por la UC puede ofrecer.
Cuando postuló a la UC, Natalia debió rendir una entrevista previa, donde le preguntaron por qué quería estudiar esta carrera. “Les respondí que me gusta mucho el deporte y porque también quiero que, en un futuro, personas sordas puedan trabajar y enseñar a otros, porque he visto que no hay muchos profesores que sepan lengua de señas, pero sí hay estudiantes sordos que quieren hacer deporte, talleres de natación. A mí me pasó lo mismo, yo ya enfrenté esas barreras de comunicación, entonces yo dije ‘voy a estudiar esta carrera para que otros estudiantes sordos se motiven y apoyarlos para que se atrevan a hacer todas esas cosas’. Me gustaría crear un proyecto en que pueda enseñarles a personas sordas y también a personas oyentes, para que aprendan lengua de señas, eso es muy importante”, relata.
Desde pequeña, Natalia debió afrontar el desafío de expresar lo que piensa y generar relaciones con sus pares enfrentando su discapacidad, pero también las barreras del entorno, ya que para lograr comunicarse en lengua de señas requiere de un intérprete, con el cual contó solo a partir de la enseñanza media. En ese momento su mundo se abrió, logrando establecer relaciones de amistad y también de estudio. Sin embargo, entrar a la universidad significó nuevos desafíos. “En el colegio era sencillo y después cuando entré a la universidad, me di cuenta de que hay mucha información teórica y muchos detalles, por ejemplo, hay muchísimas palabras nuevas que tuve que aprender, palabras que en mi vida pensé que existían. Yo pensé que iba a ser fácil, pero ha sido muy difícil. Los cursos son todos diferentes y requieren de mucho esfuerzo. En el colegio estudiaba poco, leía y aprobaba, pero acá en la universidad he tenido que ser muy responsable, estudiar mucho, organizarme porque tengo que estudiar y repasar todos los días”, enfatiza la joven.
El ámbito social es fundamental para Natalia, quien se muestra abierta a conocer personas, y expresar lo que siente y piensa. "Es complejo, porque las personas oyentes tienen miedo de acercarse a nosotros como personas sordas, nunca se acercan. Yo tengo que estar acercándome a ellos, preguntarles quién quiere hacer grupo de trabajo conmigo. Creo que es importante que las personas se acerquen también a nosotros, que sean valientes, que se atrevan, que aprendan señas. A veces lo intentan, pero les da un poco de vergüenza, no se atreven. Sería importante para mí que las personas se esfuercen un poquito para comunicarse con una persona sorda”, manifiesta.
Afirma que, en estos cuatro años, lo más difícil ha sido establecer lazos de amistad. “Yo tengo muy poquitos amigos en la universidad, porque la verdad es que cada estudiante que se acerca a mí, me ve y dice no, es que es muy difícil, no sé qué hacer, no sé cómo comunicarme, y esa persona debe entender que su expresión también entrega información y tampoco es bueno que no se acerquen, porque igual es importante aprender cómo comunicarse con una persona sorda”, agrega.
"Entrar a la universidad ha sido un proceso muy interesante, he aprendido muchas cosas, de verdad que he aprendido mucho. Me he ido desarrollando, me he esforzado mucho. A veces he pensado que voy a reprobar un ramo, pero con tanto esfuerzo logro aprobar los cursos y así he avanzado súper bien, aunque ha sido súper difícil, porque combinar los estudios con el deporte es agotador”, dice Natalia, quien comenzó a practicar la natación a muy temprana edad y que recientemente obtuvo medalla de bronce en los 6° Juegos Panamericanos de Sordos en Brasil, donde representó a nuestro país en las pruebas de 50 metros libre y 50 metros pecho.
Siempre dispuesta a enseñar lengua de señas a quien quiera aprender, esta joven quisiera que la comunidad en general tomara conciencia de la importancia de contar con intérpretes en actividades fuera del aula, ya que muchas veces se realizan actividades interesantes o instancias informativas en las que no entienden lo que dicen al no contar con intérprete en lengua de señas. “En mi opinión, creo que sí hay apoyo en la UC para personas sordas, está PIANE, la Dirección de Inclusión, hay tutorías, apuntes, intérpretes. Creo que falta avanzar en actividades extracurriculares que sean inclusivas con las personas con discapacidad, particularmente personas sordas, porque a veces hay distintas actividades, pero no hay intérpretes”, afirma.
Neurodivergencias: la discapacidad que no es evidente
Antonia Ortiz tiene 22 años y actualmente cursa el último semestre como estudiante de Letras Inglesas. La joven presenta una enfermedad genética neuromuscular degenerativa que ha implicado contar con apoyos de movilidad desde temprana edad y que a partir de los 14 años la obligó a usar silla de forma permanente. Antonia se crió y estudió en Rancagua, donde no tuvo una buena experiencia, ya que los colegios donde estuvo no estaban preparados para recibir a una persona con discapacidad física, tanto en términos de infraestructura como en cuanto a la convivencia escolar. “Ya en la enseñanza media me vine a Santiago y entré a un colegio que tenía un buen programa de inclusión y estaba súper bien adaptado, no sé si tanto como el Campus San Joaquín, pero era mucho más cómodo que los colegios en los que estuve en Rancagua”, asegura la joven.
Comenta que en la carrera que estudia hay varias personas en silla de ruedas, así que el ambiente es bastante cómodo por lo familiar que es para docentes y estudiantes. “En cuanto al relacionamiento social, mi discapacidad no es tema, o al menos para mí no lo ha sido, como sí lo fue en el colegio”, afirma.
“Cuando yo entré, PIANE y la Dirección de Inclusión eran mucho más pequeños, había menos gente trabajando y menos apoyos disponibles”. En su opinión, hoy existen muchos más apoyos, entre los que destaca la infraestructura del Campus y el soporte físico de una profesional en las instalaciones de la UC, que les asiste en situaciones de la vida cotidiana, “frente a algún tipo de barrera, eso nos ha ayudado mucho, y llevar de mejor forma la vida diaria en la universidad”, agrega.
A partir de los 17 años, Antonia comenzó a ser más autónoma en su vida cotidiana en cuanto al desplazamiento, con la instalación de una parte eléctrica adosada a su silla de ruedas. “Fue tarde igual, pero siempre tuve mucho miedo de caerme, que es algo muy típico andando en silla de ruedas y, en general, la gente que camina piensa que andar en silla de ruedas es súper cómodo, y la verdad es que, sobre todo al principio, uno se siente súper inseguro, porque es algo externo a ti que no puedes controlar al 100% que, claro, te ayuda, pero también puede ser súper peligroso si no la sabes usar bien o si alguien la toma y la mueve, que es algo que pasa mucho. Las personas no respetan las barreras personales, y toman la silla y te mueven. Con la parte eléctrica empecé a tener más autonomía, me sentía más segura, estable desde el punto de vista físico. Y ahí traté de salir un poco más”, cuenta.
Antes de eso, la joven asociaba su dificultad para establecer vínculos sociales a su discapacidad física. Sin embargo, desde el 2019, fue diagnosticada con déficit de atención y hace un año y medio, con autismo. “Cuando era más pequeña no sabía qué era neurodivergente y no sabía el impacto que podría tener en el ámbito social, principalmente”, explica Antonia. “Con el tiempo me di cuenta de que eran temas súper distintos. En general, no tengo mayores problemas en ese ámbito ahora. Con el tiempo he aprendido a manejar mejor las situaciones, pero también depende mucho de los ambientes”, dice la joven que encontró en la UC y en su Facultad, en particular, un espacio seguro donde logró establecer relaciones con sus pares.
Constanza Caroca es egresada de Antropología. Cursaba segundo año de esa carrera en otra universidad chilena, cuando decidió que debía cambiar de rumbo, ya que sufría de bullying y hostigamiento a propósito de su discapacidad: autismo, narcolepsia y movilidad reducida, debido a problemas de funcionamiento de los órganos internos. “Yo fui diagnosticada tardíamente cuando ingresé a la ‘vida real’, porque provengo de un ambiente privilegiado, en el que fui protegida por mi entorno y donde mi discapacidad no era un tema, porque crecí con terapias de apoyo. Siempre supe que había algo distinto en mí, porque uno se da cuenta de eso, pero como crecí tan protegida, nunca tuve la necesidad de mostrar una credencial frente al mundo. Eso cambió en 2017, cuando ingresé a la universidad y ya no estaba en un ambiente protegido y controlado”, explica la joven, hoy estudiante de magíster en Trabajo Social en la UC.
Cuando tuvo el diagnóstico de su discapacidad, su vida dio un giro, ya que pudo entender muchas cosas y situaciones que no encajaban. “La gente muchas veces no entiende que el autismo es un espectro, en el que yo no me veo autista pero mi carnet de discapacidad certifica que tengo 75% global. Lo más difícil ha sido batallar contra el estereotipo y que me quitaran todo lo que conocía, porque me decían que estaba fingiendo, porque cómo era posible que fuera tan inteligente, estudiar en la Católica y ser autista”, relata.
Asegura que a pesar de ser consciente de sus capacidades y poder rendir académicamente, el factor crucial que le permitió concluir sus estudios de pregrado con éxito fue entrar a la UC. “Se me podía estar desplomando el mundo, pero mi casa de estudios fue incluso más allá, guiándome y dándome oportunidades de intercambio y de ofrecer un espacio seguro para aprender. Me abrió una puerta al ‘mundo real’ sin perderme a mí misma y sufrir pensando en lo que podría pasar cuando saliera de la universidad siendo autista y me diera cuenta de que el mundo no funciona como en la universidad. Que me digan ‘no sabemos cómo podemos ayudarte, pero vamos a buscar la forma de ayudarte porque nos importas’, es fundamental para mí”, concluye.
En el próximo proceso de admisión, además de la discapacidad visual, auditiva o motora, nuestra casa de estudios incorporará a aquellos postulantes con discapacidad mental o psíquica. ¿Qué condiciones o diagnósticos dentro de esta dimensión aplicarán para postular a esta vía? La respuesta está en la normativa nacional vigente: todos los tipos de discapacidad reconocidos por la Ley y acreditados por COMPIN o Credencial de Discapacidad.
Avanzando en inclusión para personas con discapacidad
Andrea Vásquez egresó de Psicología de la UC. Es usuaria de silla de ruedas y hoy coordina el Programa PIANE. Desde su experiencia como estudiante hasta hoy, ha evidenciado cuánto ha avanzado la universidad. “Creo que cuando uno ve la discapacidad, hay una tendencia a decir siempre esto es lo que nos falta. Yo fui estudiante de la UC, así que la conozco de cerca desde hace bastantes años, pero sí veo que hay un avance significativo. Hace 10 o 15 años atrás, la visión de la discapacidad era la gente en silla de ruedas y hoy hay mucha más diversidad. Son espacios que se han ido abriendo por esfuerzos que han hecho las mismas unidades académicas, por las intenciones de diversificar a nuestro estudiantado”, afirma.
Asimismo, valora la posición que ha tomado la universidad y sus distintas unidades académicas, por avanzar en acceso a personas con discapacidad. “Antes se pensaba que había que tener todo resuelto para abrirnos a la posibilidad de recibir a estudiantes con discapacidad distinta a la movilidad. Hoy sabemos que no vamos a tener todo resuelto, por supuesto que nos encantaría, pero hay una apertura para decir, ‘ok, no lo tenemos todo resuelto, pero estamos abiertos a recibir a todos los estudiantes e ir generando estrategias para abrir espacios de mayor diversidad dentro del grupo de personas con diferentes tipos de discapacidad’”, ese es el espíritu que prima en la UC, asegura Andrea Vásquez.
“Ha habido muchos avances: primero, que la inclusión es vista de manera más transversal, empujado por la propia institución y también en el contexto nacional, hay leyes que se han ido sumando, que nos permiten mirar la inclusión mucho más desde la equidad que desde la lástima”, agrega Catalina García, directora de Inclusión. En este sentido, asegura que son evidentes los avances dirigidos hacia el estudiantado, que tienen que ver con la ampliación de las vías de admisión de equidad y, posteriormente, mirando la inclusión como algo mucho más transversal, sumando capacitación, el trabajo con las carreras y sus docentes, además de disponer de recursos para acompañar de mejor manera a los y las estudiantes con discapacidad. “Hemos llegado a la idea de que las trayectorias tienen que ser diferenciadas, que sea pertinente para cada estudiante, porque tú esperas que ese estudiante llegue al mismo lugar, pero si lo haces caminando de la misma forma, es inviable”, dice la directora.
Afirma que las trayectorias diferenciadas y el acompañamiento respectivo ha significado un importante avance, “concretándose uno de nuestros sueños que era crear las nivelaciones que, en este caso, no son solo académicas. Este también es un avance importante, porque puede haber barreras de aprendizaje, algo que no aprendiste, que no te enseñaron o que no tenía las adecuaciones necesarias, y a veces puede tratarse de barreras de accesibilidad, es decir, tu sí tienes todos los conocimientos, estás preparado, pero cómo demuestras lo aprendido si el formato no es accesible. Todas esas distinciones nos han hecho abordar de mejor manera esas trayectorias y el acompañamiento”, afirma Catalina García.
Al respecto, Andrea Vásquez agrega: "yo valoro el esfuerzo que hace la Universidad, tanto desde la Dirección de Personas como de la Dirección de Inclusión, por cómo hacemos las cosas para hacerlas bien, no solo para cumplir con la ley, sino que sean medidas razonables, que tengan un propósito, una lógica. Yo creo que eso es lo más destacable de cómo se ha ido construyendo este ámbito. Que quedan desafíos, siempre, como en todas las cosas”.
Lo que mejor resume la percepción de trabajar en la Dirección de Inclusión y en PIANE, en particular, dice Andrea Vásquez, “es la sensación de resguardo de la dignidad de la persona, en este caso, y de validación también. Yo creo que no hay nada más nefasto para una persona pensar que estás aquí solo porque tienes discapacidad. Qué triste sería que ese fuera el mensaje. Entiendo que la discapacidad te ayuda a entender mejor ciertas realidades, pero creo que es muy poco digno que alguien sea seleccionado en un entorno solo por eso. Creo que trabajar acá es realmente una validación, es un reconocimiento que es muy honesto. Yo no espero que sean complacientes, que se dejen pasar cosas que no están bien por la pena que puede provocar la discapacidad, porque no es caridad esto. Creo que eso es algo muy valioso y que no se nos debe olvidar que ese es el espíritu”.
La psicóloga explica que, en la sociedad actual, la mayoría de los cargos que ocupan las personas con discapacidad en Chile son puestos operativos, hay muy pocos profesionales con discapacidad. “Eso creo que es algo que tiene que remover y cuestionar a nuestra sociedad y decir ‘por qué tenemos pocos profesionales con discapacidad, qué está pasando’. Que una persona sorda no pueda recibir terapia porque no hay psicólogos sordos o que conozcan la lengua de señas, por ejemplo. Saber que hoy día hay una persona sorda que se está titulando de psicología y que podrá hacer terapia a personas sordas en lengua de señas, es algo que a mí en particular, me llena de optimismo respecto de lo que como institución de educación superior podemos contribuir al país. Eso es algo que tenemos que visibilizar y sentirnos orgullosos de lo que estamos haciendo en ese plano”, enfatiza.
Promover la plena integración de las personas con discapacidad al mundo laboral es lo que busca la Ley 21.015. De acuerdo a esta, la Superintendencia Seguridad Social cumple un rol formal en la incorporación al Sistema Nacional de Información de Seguridad y Salud en el Trabajo. Esta busca promover la accesibilidad tanto digital, como física, mediante la aplicación de principios de diseño universal, y mediante la identificación proactiva, la eliminación de las barreras y la adopción de medidas para prevenirlas.
En este contexto, la UC está avanzando en este tema a través de una serie de iniciativas que está impulsando la Dirección de Visibilidad Digital de la Prorrectoría. Estas acciones están orientadas a garantizar que nuestros entornos digitales sean accesibles para todas las personas -estudiantes, académicos, profesionales, administrativos y público general- promoviendo la igualdad de oportunidades en el acceso a la información y los servicios.
Entre estas iniciativas se incluye un “Plan de investigación” con usuarios, que busca comprender cómo las principales plataformas digitales de la UC son utilizadas y qué barreras enfrentan las personas de la comunidad universitaria con discapacidad visual, motora, auditiva o cognitiva, a través de una serie de entrevistas, tanto individuales como grupales, dirigidas a estudiantes, personal académico, y profesional y administrativo. También se incluyen charlas de accesibilidad para sensibilizar a la comunidad UC en general en temas de accesibilidad web y entregar herramientas digitales concretas para mejorar este aspecto; auditoría del sitio uc.cl y del kit digital; certificaciones de accesibilidad; implementación de la metodología Easy Checks o un listado de comprobaciones básicas; y un mapa del ecosistema de accesibilidad.
En el marco del Día internacional de las personas con discapacidad, este miércoles 4 de diciembre, a las 14:15 horas en el Auditorio de la Facultad de Historia, Geografía y Ciencia Política, en el Campus San Joaquín, se llevará a cabo un espacio de diálogo y reflexión sobre las estrategias que estamos implementando como Universidad para acompañar a integrantes de nuestra comunidad que presentan alguna discapacidad.