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Conversatorio RU reflexiona sobre los futuros posibles de América Latina


El encuentro organizado por la Revista Universitaria reunió a los músicos Mario Mutis, de Los Jaivas, y Francisco Sazo, de Congreso, junto con la arquitecta Alejandra Celedón, que dialogaron sobre sus experiencias de vida y cómo el arte y la cultura pueden ayudar a superar el diagnóstico pesimista que predomina en la región.

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photo_camera El segundo conversatorio de la revista de la Vicerrectoría de Comunicaciones y Extensión Cultural se realizó en la sala Cine UC del Centro de Extensión.

Existe una preocupación internacional por la situación de América Latina. La región vive un momento crítico gatillado por los problemas derivados del cambio climático, la escasez hídrica, el narcotráfico, el crimen organizado y la inmigración ilegal. “Hay un retroceso, hay una América Latina desorientada”, dice Miguel Laborde, director de la Revista Universitaria. Y agrega: “Se suponía que a fines del siglo XX íbamos mejor: se habían dejado atrás las dictaduras, había apertura comercial, habían mejorado las balanzas de pago”. Sin embargo, hoy lo que predomina entre analistas y ensayistas es un diagnóstico pesimista.

Para reflexionar sobre este panorama de crisis e incertidumbre, pero desde un enfoque centrado en el arte, la revista de la Vicerrectoría de Comunicaciones y Extensión Cultural de la UC organizó su segundo conversatorio, el miércoles 3 de abril pasado, en el Centro de Extensión Alameda.

Participaron los músicos Mario Mutis y Pancho Sazo, quienes como integrantes de Los Jaivas y Congreso, respectivamente, fueron verdaderos protagonistas de esta América Latina que vivió una cultura y un arte común en las décadas de los sesenta y setenta. “Fueron artistas latinoamericanos más que chilenos. Ellos incorporaron instrumentos de distintos países y se volvieron latinoamericanos gracias a esa mixtura y convivencia”, explicó Laborde en su introducción.

Además, integró la mesa Alejandra Celedón, doctorada en Arquitectura, curadora del Pabellón de Chile en la Bienal de Venecia el 2018. “Yo me fui a estudiar al hemisferio norte y tengo que regresar muchos años después para comprender la relevancia del lugar común y de los problemas comunes: la precariedad, la vulnerabilidad, la pobreza, la tensión con lo precolombino”, relató. A pesar del pesimismo por el crimen, el narcotráfico y la crisis climática, que pudiera hacer pensar que la filosofía y la cultura no son prioritarias, es al revés. Cuando más se necesita ese relato es en estos momentos, sostuvo.

Los Jaivas y la fusión

Tanto Sazo como Mutis destacaron sus orígenes en la Quinta Región, Valparaíso y Viña del Mar, en un momento en que casi toda América Latina estaba en la búsqueda de una identidad. “Una que nos retratara un poco mejor, sin tirar a la basura aquellas cosas que nos comprometían con Occidente”, recordó Pancho Sazo. Luego van a aparecer Los Jaivas, que van a deslumbrar a todos con la idea de la fusión y que, contrariando los dogmas establecidos, muestran que es posible tocar una trutruca junto con una guitarra eléctrica. “Cuando yo era un niño, no había quenas en la zona central. La primera vez que escuché un charango fue con Violeta Parra. La zampoña era una cuestión exótica. Empiezan a entrar en las radios y en la televisión”, recordó. “Al lado estaba Octavio Paz y Mariátegui en términos políticos; lo que hacía el cine de Sanjinés en Bolivia. Hay toda una constelación de pensadores y artistas y era muy fácil subirse a este río no sabiendo en dónde desembocaba”.

“Cuando yo era un niño, no había quenas en la zona central. La primera vez que escuché un charango fue con Violeta Parra. La zampoña era una cuestión exótica. Empiezan a entrar en las radios y en la televisión”- Pancho Sazo.

Mario Mutis recordó que, en su origen, Los Jaivas fue una pandilla de amigos del colegio. “Nos conocimos en los años 1958-1959, cuando ni siquiera había televisión. Inventamos muchísimos juegos y uno de esos juegos se llamaba el juego de la música y empezamos con tablas y terminamos tocando instrumentos”, relató. Empezaron a hacer música inspirados en lo que sonaba en las radios y en algunos discos. “Esas radios que escuchábamos cuando teníamos 9 o 12 años eran emisoras locales, que obedecían a un lugar geográfico o a un lugar cultural especial. Uno escuchaba programas de tango, de música folklórica de Chiloé. En general, era música latinoamericana”, contó.

A ese período corresponde una colección de CD que se llama La Vorágine, donde se pueden encontrar guajiras, malambos, cuecas chilenas y hasta milongas. “Tuvimos un lenguaje que nos expresaba a nosotros y expresaba a muchos. Y la gente venía a los conciertos y existía algo que hasta ese momento no había pasado, que era una especie de comunión entre los músicos. Era una comunidad y esa comunidad nos impulsó a seguir desarrollando ese lenguaje y a crear música nueva que reflejó de alguna manera esa América Latina”, relató.

"La gente venía a los conciertos y existía algo que hasta ese momento no había pasado, que era una especie de comunión entre los músicos. Era una comunidad y esa comunidad nos impulsó a seguir desarrollando ese lenguaje y a crear música nueva que reflejó de alguna manera esa América Latina”- Mario Mutis

Somos mestizos

Como resultado de esa evolución, sea cual sea el escenario de la región donde se han subido a tocar, Mutis afirmó que “mágicamente existe esa comunicación, porque el público que está ahí reconoce elementos musicales que les pertenecen”. "Somos unos pueblos que tienen por destino económico y cultural unirse", sostuvo Sazo. No nos damos cuenta de que estamos traspasados en nuestra existencia por lo indígena. Se nos olvidó que somos mestizos, declaró. “Hay unos ríos que, aunque se seque el cauce principal, siguen fluyendo y nos llegan a todos. La cosa es saber escuchar, es poder mirar y hacerse cargo de eso”, dijo.

“Hay un retorno a comprender que Latinoamérica es un escenario fértil de futuros alternativos y que, frente a las crisis que vivimos, pareciera que nuestras propias formas, nuestros propios modelos, son un laboratorio y un aprendizaje en sí mismos”- Alejandra Celedón

La arquitecta Alejandra Celedón compartió el diagnóstico: “Por un lado no nos reconocemos con ese mundo prehispánico precolombino, pero también tenemos rabia de este mundo que nos coloniza. Entre medio de los dos, ¿qué somos y con qué nos vamos quedando para construir este futuro? Algo tiene que surgir de esas reconciliaciones o conciliaciones con nuestro propio pasado. Intentar volver demasiado atrás no nos va a ayudar. Negar estos últimos tiempos, tampoco”.

“Quizás, el camino pasa por buscar nuevos puntos de comunión, no anclados en la nostalgia de las utopías, sino que en el presente, hacia adelante, asumiendo los pasados y capas de la historia”, dijo. Y agregó: “Hay un retorno a comprender que Latinoamérica es un escenario fértil de futuros alternativos y que, frente a las crisis que vivimos, pareciera que nuestras propias formas, nuestros propios modelos, son un laboratorio y un aprendizaje en sí mismos”.

 

 


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