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Cuaresma: tiempo de preparación y esperanza


En el contexto del Año Jubilar de la Esperanza, la Cuaresma se presenta como una oportunidad para fortalecer la fe a través de pequeños sacrificios y acciones concretas de amor al prójimo.

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photo_camera La Cuaresma comenzó con la misa de miércoles de ceniza y se extenderá hasta el 17 de abril, cuando se celebra el jueves santo. Fotografía: Karina Fuenzalida.

La Cuaresma es un tiempo de preparación para la Semana Santa, un periodo de 40 días en el que la Iglesia invita a los fieles a la conversión y a volver la mirada a Jesús. Este año se extiende hasta el día 17 de abril, jueves santo en el cual se recuerda La Última Cena.  

Según el Pbro. Jorge Merino, Capellán Mayor UC, este es un momento para permitir que Cristo tome un rol muy importante en la vida de cada persona. "Es un tiempo para dejar que Jesús vaya actuando y que pueda tomar un lugar más protagónico en la vida de cada uno de nosotros", afirmó. 

Para lograr esta transformación, la Iglesia propone tres pilares fundamentales: la oración, el ayuno y la limosna. En ese sentido el Padre Merino enfatiza que el ayuno no se reduce solo a la abstinencia de alimentos, sino que también puede traducirse en renuncias cotidianas que permitan dar más espacio a Dios. "Hay ayuno de redes sociales, ayuno de quejarse, ayuno de flojera, ayuno de ver series. En el fondo, son todas aquellas pequeñas renuncias que podemos hacer para que Cristo vaya estando más presente en nuestra vida", explicó. 

Este año, el Papa Francisco ha resaltado que la Cuaresma se enmarca en el Año Jubilar, cuyo tema central es la esperanza. Esto invita a los creyentes a vivir este tiempo con un espíritu renovado de confianza en Dios y en su misericordia. 

Por su parte, Rosa Yáñez, académica de la Facultad de Teología UC, recalca: “La Cuaresma está marcada por la esperanza, y la esperanza no es optimismo. La esperanza cristiana es una virtud, por lo tanto, se necesita practicar el abrirse al encuentro del Señor y al encuentro con el otro. La Cuaresma va a tener esta especial connotación también de purificarnos, pero sobre todo en el año jubilar prepararnos para alegrarnos profundamente con la venida del Señor. Que sea un tiempo jubilar de alegría, pero de alegría de la reconciliación con nosotros mismos, con los demás y con el Señor”. 

"Hay ayuno de redes sociales, ayuno de quejarse, ayuno de flojera, ayuno de ver series. En el fondo, son todas aquellas pequeñas renuncias que podemos hacer para que Cristo vaya estando más presente en nuestra vida" - Pbro. Jorge Merino, Capellán Mayor UC. 

Organizarse para leer, rezar y practicar la caridad 

El Padre Merino también destacó la coincidencia providencial del inicio de la Cuaresma con la primera semana del regreso a clases, lo que representa una oportunidad para organizarse espiritualmente de la misma manera en que se planifican los estudios. "Es una buena oportunidad para decir: bueno, yo me programo, me planifico para ver de qué manera puedo vivir este tiempo de Cuaresma", sugirió. 

Dentro de las acciones concretas que los fieles pueden tomar durante este tiempo, el sacerdote mencionó algunas prácticas que pueden fortalecer la experiencia cuaresmal, como la lectura de la Palabra de Dios, la presencia de la Virgen en la vida diaria, la caridad con los más necesitados, visitar a un enfermo o acudir al sacramento de la confesión. "Creo que es bonito planificar la mejor manera de vivir nuestra Cuaresma", expresó. 

Por su parte, Heriberto Cabrera, académico de la Facultad de Teología UC, resalta la importancia de la oración: “La Cuaresma es un tiempo para liberarnos, pero desde la fe. No se trata solo de dejar atrás hábitos o actitudes negativas, sino de abrirnos a la vida nueva que Cristo nos ofrece. La oración nos recuerda que nuestra existencia depende de Dios, el ayuno nos ayuda a moderar nuestros deseos y a compartir con los demás, y la limosna nos abre a la solidaridad, expresando concretamente nuestra fraternidad con quienes más lo necesitan”. 

“Cuaresma es un momento del año para recordar que estamos todos y todas llamados a renovar la alianza con Dios, es decir la relación personal que tenemos con él, de manera que la pasión por Jesucristo se renueve y que movidos por el Espíritu Santo nuestras vidas sean testimonio de personas para quienes la esperanza tiene un nombre: Jesús resucitado”, recalca el teólogo. 

La imagen del desierto 

La profesora Yáñez explica el significado del desierto en cuaresma. “El desierto en la tradición bíblica y en la tradición cristiana es un don. No es estar solo ni tampoco un mutismo, sino que la experiencia del desierto es un don que regala el Señor a su Iglesia, que regala el Señor al creyente, que hace posible que el creyente pueda abrirse y reciba este amor gratuito de Dios”.  

“La experiencia del desierto es siempre una experiencia de amor. Eso lo dice ya el profeta, o sea, te llevaré al desierto y ahí te hablaré de amor. Y la experiencia del desierto es una experiencia del espíritu porque una experiencia que abre a la alteridad del otro, pero primero abre a encontrarme a mí mismo, a mí misma y después a encontrarme con el otro”. 

Esperanza que no defrauda 

“Para el creyente, la vida es un peregrinaje” – dice el profesor Heriberto Cabrera. “Es un camino en el que experimentamos una esperanza que no defrauda. Nuestra esperanza no es una mera idea o un sentimiento pasajero, sino una certeza viva: Jesús. Él es nuestra brújula en medio de la incertidumbre y el compañero en el camino. 

"Me gusta recordar lo que afirmaba don Luigi Giussani "la mayor estupidez es negar la posibilidad del acontecimiento". Es decir, solo cuando nos dejamos sorprender por lo que nos sucede, cuando nos abrimos a lo imprevisible, permitimos que la realidad nos revele su auténtica profundidad. La vida siempre va más allá de nuestros cálculos y expectativas, y es allí en donde reconocer a Dios se vuelve una posibilidad. Como nos recuerda el Evangelio: "Para los hombres es imposible, no así para Dios, porque para él todo es posible" (Mc 10,27)", indica el académico. 

El profesor señala que, al igual que Nicodemo (Jn 3,4), podemos nacer de nuevo, superando el escepticismo que nos paraliza y abrazando la novedad que Dios nos ofrece. Solo el que se abre a la sorpresa de Dios puede caminar verdaderamente como peregrino de la esperanza. 
 
Lea el mensaje del Papa Francisco para esta Cuaresma.  


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