El dolor: Un problema de salud pública
Un diez por ciento del gasto completo en salud en Chile se destina a aliviar el dolor crónico, lo que equivale a lo que el país invierte en investigación en total. De ahí que entender los mecanismos que producen el dolor, para poder disminuirlo o prevenirlo, resulta clave. Esa es precisamente la misión con la que nació el Núcleo Milenio MiNuSPain, liderado por la UC, y que aúna a profesionales de distintas universidades y disciplinas.
Se estima que un tercio de la población adulta sufre dolor crónico, o en otras palabras, que padece dolor de manera constante por más de tres meses. De hecho, los medicamentos más vendidos, por lejos, son precisamente aquellos que buscan su alivio: primero están los analgésicos, con el paracetamol encabezando la lista, y luego les siguen los antiinflamatorios.
Un diez por ciento del gasto completo en salud del país se destina a reducir el dolor crónico, monto que equivale a lo que se invierte en investigación en total en el país. (Según estudio Vargas et al., 2018)
El problema es que no hemos logrado aliviar el dolor.
“Los medicamentos que tenemos no son óptimos”. Afirma enfática la profesora de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Católica, Margarita Calvo. “De cada seis pacientes con dolor neuropático a los que se les da medicamentos, sólo uno logra reducir el dolor, pero apenas entre un 30% y 50%”, explica.
Sin embargo, “si se da un tratamiento integrado, desde una unidad de dolor, en general funciona bien. Pero hay pocas unidades de este tipo en el mundo y son poco accesibles para la población en general”, agrega.
Margarita Calvo sabe de lo que habla. Desde sus inicios como médico se interesó por el tema. “Cuando yo comencé mi formación, se sabía muy poco sobre esto, no se enseñaba”, recuerda. Entonces hizo un magíster sobre el manejo del dolor y otro sobre enfermedades del sistema nervioso periférico en Milán, y luego su doctorado y postdoctorado en el King’s College London y la Universidad de Oxford, donde investigó el rol del sistema inmune y los modelos clínicamente relevantes del dolor neuropático.
“Mi interés actual es entender cómo el daño de las terminaciones más distales de las neuronas sensitivas, las fibras intraepidérmicas, puede provocar dolor neuropático”, dice. Investigación que ha llevado a la práctica en el departamento de fisiología de la facultad de ciencias biológicas, complementado con su trabajo clínico en la Unidad de Manejo del Dolor de la Red de Salud UC Christus.
Entender los mecanismos del dolor
Lo primero que se necesita para poder aliviar el dolor, es comprenderlo.
Con ese objetivo nació precisamente el Núcleo Milenio MiNusPain, que busca investigar las bases celulares y moleculares del dolor. Liderado por Margarita Calvo, reúne a académicos e investigadores que estudian el tema desde distintas áreas, tanto desde las ciencias biomédicas como clínicas, pertenecientes a cinco universidades chilenas: Católica, de Chile, de Santiago, Católica del Norte y de Concepción.
Como explica Elías Utreras, director alterno de MiNusPain y académico de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile: “Lo primero que hacemos es investigación básica, para tratar de entender los mecanismos celulares, y las moléculas y proteínas implicadas en todos los procesos que están relacionados con la sensación de dolor, ya sea en neuronas sensoriales u otras. Una vez que entendamos bien cómo funciona un sistema, o las vías de señalización que son importantes en el proceso, es posible bloquearlo, aumentarlo o disminuirlo. Y ahí es donde entra el desarrollo de nuevos medicamentos o terapias”.
Como agrega Rodolfo Madrid, académico de la Facultad de Química y Biología de la Universidad de Santiago: “En el Núcleo estamos interesados en el dolor crónico y en particular en el dolor neuropático. Estamos hablando de una condición de dolor crónico inmovilizante, o sea, la persona deja de funcionar, para sí misma y para la sociedad. Es un problema muy complejo”.
“Sabemos que hay muchas entidades moleculares que participan en la señalización dolorosa, tanto en condiciones fisiológicas como patológicas. Pero aún tenemos muchas preguntas abiertas. Necesitamos entender qué es lo que ocurre precisamente a nivel molecular, incluso a nivel de cada individuo, de manera que tengamos más herramientas para hacer terapias que sean, a futuro, mucho más específicas y eficientes”, agrega el investigador.
Y para poder ir respondiendo las interrogantes, la investigación interdisciplinaria es vital. “El núcleo lo componemos distintos laboratorios de diferentes universidades, con distintas expertises y puntos de vista, con acceso a pacientes por un lado, y a técnicas punteras de biología molecular, electrofisiología, cultivos celulares, etc, por otro. De alguna manera, hemos juntado fuerzas para comenzar una historia, porque si bien llevamos mucho tiempo colaborando entre nosotros, y trabajando juntos, en esta historia del núcleo estamos recién comenzando”, relata Rodolfo Madrid.
Formar especialistas
Quienes estudian el dolor en Chile son pocos. Por eso, como afirma la profesora Calvo, “para nosotros es muy importante entrenar nuevos científicos que trabajen en esta área”. Así como también que los estudiantes conozcan y aprendan sobre dolor crónico desde el pregrado, en las distintas carreras, como Medicina, Kinesiología, Enfermería, Biología y Bioquímica, entre otras.
“Tenemos alumnos de pregrado, de postgrado y doctorado, y queremos ayudar a quienes se interesen en este tema a armar su carrera científica. También son muy importantes los postdoctorantes, la idea es que tengan un trabajo colaborativo con nuestros laboratorios y apoyarlos para que ellos puedan conseguir sus datos y sus propias líneas de investigación dentro del dolor crónico”, agrega la investigadora.
Como añade Elías Utreras: “Tenemos hartos alumnos que vienen a nuestros laboratorios buscando unidades de investigación, seminarios de título, tesis de pregrado, magíster y doctorado. Por lo tanto, como nosotros trabajamos en la línea de investigación del dolor en distintas áreas, tratamos de incorporarlos a todos en este mundo del estudio del dolor a nivel molecular, celular, porque después ellos van a hacer una tesis, quizá van a hacer un postgrado, y hay posibilidad que puedan hacer un postgrado con nuestros colaboradores internacionales, porque siempre hay concursos abiertos… Esto es una plataforma que estamos formando para que la gente estudie más este tema y posteriormente, que vuelva al país a seguir investigando, y que esto crezca”.
Ciencia en lo cotidiano
La alfabetización de las ciencias biológicas en general, es otro de los desafíos de este grupo de científicos. “Vivimos en una sociedad cuyo conocimiento en biología, en medicina, es muy, muy bajo. El aprender de tu cuerpo, cómo sientes, cómo vives el mundo externo, debe ser algo que tengas en el inconsciente. Tienes que saber a grandes rasgos qué es una célula y cómo funciona, de qué está compuesta la luz, cómo podemos detectar el calor, el frío, por qué cuando me dan un martillazo me duele… son cosas del día a día”, afirma Rodolfo Madrid.
De ahí que dentro de los proyectos de difusión, se encuentra un juego que a través de un mazo de cartas busca que las personas aprendan cuáles son las neuronas componentes del sistema somato-sensorial, que permite detectar los estímulos del medio; y también los componentes moleculares que participan en el dolor, entre otros. La iniciativa está dirigida especialmente a los colegios, para transmitir estos conceptos de manera lúdica.
Otro público objetivo son los pacientes que sufren dolor crónico. Por eso comenzaron con una campaña en la Red de Salud UC Christus dirigida a personas que padecen fibromialgia. A través de cápsulas, conversatorios y seminarios on line, se explica los mecanismos del dolor, por qué duele y qué hacer para manejar el dolor de manera general. La idea es hacer lo mismo para otras enfermedades, como las neuropatías.
Creciendo en red
A nivel internacional, tampoco son muchos los especialistas formados en dolor. La Asociación Internacional para el Estudio del Dolor (IASP, por sus siglas en inglés), agrupa a más de 7 mil profesionales de 125 países, involucrados con el estudio y tratamiento del dolor, impulsando la colabación y la vinculación con laboratorios y hospitales de distintas partes del mundo. “Al ser parte de esta red tenemos acceso a muchos lugares”, dice Margarita Calvo, quien es la única consejera latinoamericana de la asociación.
Y añade: “Nuestros fondos siempre son más reducidos, por lo que es una limitante. En Europa es otra orden de magnitud. Y somos muchos menos. Pero con lo que tenemos, hacemos el mismo nivel de investigación que se hace en otros países del mundo”.
“Todos nosotros tuvimos la suerte de hacer nuestros postdoc afuera y eso significa que también tuvimos la posibilidad de conectarnos con muchos laboratorios. Hemos ido formando una red de profesionales y laboratorios en Estados Unidos, Inglaterra, Suiza, Alemania -Europa en general-, y en Latinoamérica, con países como Argentina y Brasil. La idea es que siga creciendo, que sea sinérgico, que nazca algo más grande de lo que cada uno podría haber hecho en su laboratorio por separado”, expresa Rodolfo Madrid.
Tema país
El núcleo milenio está proyectado a tres años y es posible postular para la renovación por un igual período. Sin embargo, estos investigadores sueñan en grande y esperan instalar el dolor como un tema país.
“Yo atiendo pacientes con dolor crónico y dan muchas ganas de poder ayudarlos, de tener nuevos tratamientos e ir avanzando. Y la investigación me encanta, es entretenida, uno está siempre pensando, es desafiante. Tenemos un problema grande que tenemos que ir solucionando”, cuenta Margarita Calvo.
Y como agrega su colega Rodolfo Madrid: “Para mí nunca ha sido un trabajo. Me siento un privilegiado porque me he dedicado a hacer lo que me gusta, que es aprender cómo funcionan las neuronas y cómo sentimos”.
El desafío a nivel país es grande. “El objetivo es fortalecer unidades de dolor en los hospitales públicos, que las personas puedan recurrir a un especialista. Ponerlo en la palestra como un problema global. Y si uno ve lo lamentable que son los tratamientos, la investigación básica cobra sentido, especialmente la que va de la mano con la investigación clínica”, afirma el investigador.
Como concluye la la directora de MiNusPain: “Lo que me gustaría es que -a futuro- estemos haciendo hartas colaboraciones, que tengamos hartos alumnos de doctorado y postdoc que estén rotando en los laboratorios, trabajando en proyectos en común, que estemos publicando buenos artículos de cosas en conjunto. Por otro, que haya un mayor reconocimiento en la sociedad en general del problema del dolor. Y tener harta gente joven nueva, aportando con su trabajo y sus ideas”.