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¿Cómo será la biblioteca de los próximos 20 años?


La biblioteca universitaria está viviendo uno de sus cambios más importantes y no es solo una mera adaptación al mundo virtual. Lo que fue un lugar para el estudio reservado de unos pocos hoy se está convirtiendo en un nuevo espacio público de reunión e intercambio de ideas. Este es un reportaje del diario Visión UC.

Hasta hace poco, la idea de una biblioteca universitaria no había cambiado mucho a como la concibieron los antiguos egipcios 300 años antes de Cristo. Desde sus inicios, la mítica biblioteca de Alejandría fue un lugar para poetas, científicos y artistas. Era el prototipo de biblioteca universitaria hasta donde no llegaba cualquier persona. Surgió al interior del museo de esa misma ciudad dominada por los griegos, un museo que más bien era un recinto de estudio hasta donde fueron convocados estos hombres ilustres por la familia de los Ptolomeos. Fue para ellos que estos monarcas levantaron este gran espacio que influenciaría a todo occidente por más de dos mil años. Esto hasta ahora, cuando la biblioteca universitaria está dando un giro nunca antes visto, impulsado por el desarrollo tecnológico y principalmente por Internet.

En esencia, la biblioteca universitaria aun mantiene la estructura del tiempo antiguo. Allí fue donde se creó la figura de un director, donde se realizó la primera catalogación alfabética, donde existía una suerte de departamento de adquisición de nuevas obras (rollos de papiro, en este caso) y se crearon los primeros catálogos generales.

Pero sin lugar a dudas, «estamos en un momento de transición y avances tremendamente grandes. La manera tradicional que tenemos de entender la biblioteca ha cambiado», sostiene la directora de Bibliotecas UC, Evelyn Didier. «Estudiantes, académicos y todos buscamos en Google, por eso la biblioteca también está en Google desde donde se puede acceder a nuestra colección electrónica, y a los contenidos de nuestro repositorio institucional tales como, tesis, artículos de académicos, revistas UC, discursos de los rectores, colección patrimonial, etc. Queremos estar presentes donde buscan nuestros usuarios".

Las bibliotecas no sólo están digitalizando las bibliografías esenciales de su acervo, sino que están, según el exdirector de investigación e innovación tecnológica de las bibliotecas de la Universidad de Vanderbilt, Marshall Breeding, «focalizándose cada vez más no en proveer simplemente acceso a contenido, sino que en proveer las herramientas, tecnología y experiencia para ayudar a los usuarios a integrar el contenido en sus trabajos creativos».

Tanto el MIT como Harvard, dos de las mejores universidades del mundo, están en un proceso profundo de estudio de las nuevas tendencias. En el MIT han convocado a toda la universidad bajo el marco del proyecto Ad Hoc Task Force on Future of Libraries. Y en Harvard, están estudiando tanto a los usuarios como al entorno, dice a Visión la directora de estas bibliotecas, Sarah Thomas.

«Internet ha sido muy transformador y cada día trae cosas nuevas. En Harvard, por ejemplo, hemos inaugurado una exhibición de manuscritos antiguos ilustrados. Con ella celebramos el trabajo del pasado, muy en sintonía con la tradición de las bibliotecas clásicas, pero enteramente moderna a través del uso de las últimas tecnologías», dice Thomas.


Un nuevo espacio público

La baja de usuarios en los espacios físicos de las bibliotecas comenzó a hacerse evidente hace más o menos una década. No hay una razón específica, sino una suma de varias razones ligadas todas a un desarrollo acelerado de nuevas plataformas de información, a nuevas formas de interacción y relación en el espacio virtual y físico y a cambios profundos en la manera de enseñar y aprender.

En los últimos diez años, además, el mundo vio nacer la revolucionaria red social Facebook, la plataforma YouTube y el lanzamiento de los teléfonos inteligentes iniciado por iPhone. Si esto no explica del todo este cambio en los usuarios, sí por lo menos es la prueba de que estos hoy prefieren informase sin moverse de su propio escritorio. De hecho, en EE.UU. las lecturas de libros electrónicos aumentó de 17 a 28 por ciento entre 2011 y 2014, según el centro Pew Research.

Ante esta realidad, el equipo de la Biblioteca Nacional de nuestro país (una biblioteca pública pero con los mismos desafíos de una universitaria) impulsó una política de difusión de sus colecciones a través de la digitalización y generación de contenidos en línea. Ellos la llaman la “Biblioteca Nacional remota», «accesible desde cualquier parte del mundo a través de una conexión a Internet», sostiene Pedro Pablo Zegers, subdirector de esta institución. Esta política sin duda ha dado resultados, pues si bien los visitantes han bajado año a año en este lugar, a nivel virtual la situación es otra: 4,6 millones de visitas a través de sus tres plataformas en línea en 2015, según cifras entregadas por este organismo.


Nuestra universidad ha tenido también cambios importantes en el comportamiento de sus usuarios. Según datos de Bibliotecas UC, si en 2010 ingresaron un millón 380 mil usuarios a sus espacios, en 2013 ese número disminuyó a un millón 284 mil personas. Esta tendencia  se revirtió en 2014, cuando el número de usuarios repuntó a un millón  435 mil visitantes, después de que la ochentera biblioteca de San Joaquín fuera remodelada en un 25 por ciento, y la creación de un nuevo espacio para la investigación en el tercer piso de la Biblioteca de Humanidades. Del mismo modo, el uso de los recursos electrónicos y servicios en línea ha tenido un aumento significativo.


Los cambios, eso sí, no han sido sólo físicos, sino también conceptuales. Al ingresar a las bibliotecas se ofrece una atención integral sobre todos sus servicios y recursos que están disponibles en forma presencial, vía telefónica o vía virtual. También se busca contribuir al aprendizaje de los estudiantes y al desarrollo de las actividades docentes mediante un equipo de bibliotecólogos especializados que ofrecen recursos, herramientas y servicios para cubrir las necesidades de aprendizaje, docencia e investigación. Además, se han remodelado los espacios interiores e incorporado salas de estudio tecnológicamente equipadas con mobiliario flexible.


«La biblioteca se ha movido desde un repositorio de conocimiento, ya que Internet ha disuelto de alguna manera su archivo físico, a un lugar de sociabilidad», dijo hace unos meses en el MIT el arquitecto David Adjaye, reconocido por estar detrás de un gran número de proyectos bibliotecarios alrededor del mundo como el Gwangju River Reading Room en Corea del Sur.
Adjaye hablaba de las bibliotecas públicas en una universidad privada como el MIT. Desde hace unos años, en esa universidad todas las bibliotecas están abiertas a todo tipo de personas. Son de alguna manera bibliotecas públicas donde incluso un turista puede acceder y consultar un libro, o bien sentarse frente a un computador. Es una manera de vincularse con el medio, una manera muy similar a cómo el mismo sistema de Bibliotecas UC está cambiando al abrir sus puertas a exalumnos y también a otras comunidades como las que atiende la Biblioteca Escolar Futuro, iniciativa innovadora en el ámbito de las bibliotecas universitarias que va más allá de los límites tradicionales de estas.


Después de todo, la clásica manera de identificar a las bibliotecas como espacios de búsqueda de información ha cambiado, afirma Claudia Gutiérrez, directora de Web UC: «Yo ya no voy a buscar información, sino que voy a usar el espacio como sala interactiva o para ir a ver una película o para ir a crear», asevera.

 

Gentileza Visión UC


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