Jóvenes con síndrome de down cierran taller de actuación con emocionante montaje
Los participantes del “Taller de iniciación actoral para personas con síndrome de down”, organizado por la Escuela de Teatro en conjunto con el Centro UC Síndrome de Down, finalizaron su proceso con la presentación de la obra “La pastora y el cóndor”.
El recinto estaba repleto. Padres y familiares esperaban ansiosos la culminación de un trabajo que se había extendido por dos semanas. En el fondo, una cortina roja oficiaba de telón y estaba bordada con las coloridas flores que conformaban la escenografía. En el centro, una pareja de jóvenes realizaba una danza. Ella, una pastorcita vestida con un atuendo altiplánico de muchos colores. Él, un imponente cóndor que desplegaba sus negras alas girando alrededor de ella. Esa coreografía era parte de una de las escenas finales del montaje que emocionó a los presentes por la belleza de su historia y la impresionante actuación de todos quienes estuvieron en escena.
Ese 23 de enero, en la Sala 9 de la Escuela de Teatro, en Campus Oriente, tuvo lugar el acto de finalización del “Taller de iniciación actoral para personas con síndrome de down”, organizado por la Escuela de Teatro UC en conjunto con el Centro UC Síndrome de Down. Como cierre de la actividad, los participantes del taller mostraron “La Pastora y el cóndor”, obra que prepararon durante tres de las diez sesiones bajo la guía del profesor Víctor Romero, arte-terapeuta especialista en desarrollo cognitivo. En las clases, los participantes adquirieron con rapidez un sinnúmero de habilidades sociales. Además, desarrollaron su expresión lúdica y potenciaron sus capacidades y destrezas expresivas a través del uso de la voz y el cuerpo, explorando su propia creatividad.
“El trabajo en sí es súper colaborativo. Hay instancias dentro de las sesiones de mucho juego dramático, de mucha comprensión a nivel más cognitivo. La idea es que ellos puedan hacer asociaciones, establecer comparaciones, categorizar, reconocer, explorar. A partir de ese trabajo cognitivo y expresivo, ellos van improvisando un movimiento, un gesto o una palabra. Y lo que hicimos nosotros como mediadores del proceso fue unificarlo e ir montando una especie de fotograma, escena tras escena. Al final se le añadieron componentes que complementan el montaje como la iluminación, el vestuario y la música. Pero en el fondo es un trabajo dinámico que surge de ellos”, relató Romero.
Hilda Becerra y Flavio Torres son los padres de Nicole, una joven de 19 años que integró el grupo de pastorcitas del montaje. Nicole confirmó que le gustó mucho participar en la obra y actuar con sus nuevos amigos. Su mamá, en tanto, valoró los cambios positivos que observó en su hija tras la experiencia. “Ella avanzó mucho, adquirió más personalidad y estuvo muy contenta, porque yo nunca la había dejado sola tanto rato y compartió mucho con los niños”, dijo.
El profesor pudo apreciar el progreso del grupo día a día. “Lo más patente para mí fue ver cómo aumentaba el sentimiento de pertenencia entre ellos, la colaboración que aparecía en cada sesión desde lo más práctico, desde cuando se acercaban al círculo para ponerse los zapatos, sacar su colación o incluso cuando hacían mediaciones entre ellos en un espacio más específico como montar una escena. Yo creo que el sentido de pertenencia y el acto de compartir, en ellos fue muy significativo”, comentó.
Flavio, el papá, valoró que Nicole participara en el taller, porque a su juicio, lo aprendido le dará más confianza y la ayudará a desenvolverse mejor en lo que ella sabe hacer. Por lo mismo, se sintió muy feliz al verla de la mano con sus compañeras en el escenario. “Es un orgullo porque uno como padre quiere que su hijo sea mejor cada día y con esto de a poco se va avanzando”, afirmó.
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Constanza Flores L., cmflores@uc.cl