La importancia de la democracia a 50 años de su quiebre
Necesitamos reflexionar sobre el golpe y su corolario, por el doloroso saldo que aún no terminamos de procesar como sociedad. El país sigue sin responder preguntas fundamentales acerca de lo ocurrido durante el régimen impuesto y, en este sentido, no se ha registrado suficientemente la historia, sostiene Valeria Palanza, académica y decana de la Facultad de Historia, Geografía y Ciencia Política.
En medio de las actividades organizadas en conmemoración del quincuagésimo aniversario del Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, parece pertinente preguntarse por qué han surgido, desde distintos ámbitos, tantas y tan variadas propuestas de conmemoración. Esta conmemoración no es feliz. Por el contrario, nos remite a un lugar oscuro, a sucesos dramáticos, a confrontaciones dolorosas. Sin embargo, la necesidad de conmemorar se ha hecho presente. Encarna, posiblemente, una necesidad de provocar, a través de la reflexión, una toma de conciencia acerca del valor de la convivencia democrática. Distintas voces han manifestado el deseo de reflexionar sobre el concepto de ciudadanía y de los derechos asociados al ser humano.
Necesitamos reflexionar sobre el golpe y su corolario, por el doloroso saldo que aún no terminamos de procesar como sociedad. El país sigue sin responder preguntas fundamentales acerca de lo ocurrido durante la duración del régimen impuesto por el golpe de Estado. En este sentido, no se ha registrado suficientemente la historia. Y se llega a impedir el ejercicio activo de la memoria, por ejemplo, toda vez que se invisibiliza un sitio.
"Visitar el Museo de la Memoria aumenta el apoyo a las instituciones democráticas y a políticas de justicia transicional restaurativa, con independencia de las predisposiciones ideológicas de quienes lo visitan" - Valeria Palanza, decana Facultad de Historia, Geografía y Ciencia Política
De modo más dramático, en el país se sigue cuestionando la pertinencia de que exista un Museo de la Memoria y los Derechos Humanos. No obstante, existe evidencia científica que nos lleva a valorar su existencia. En una investigación que desarrollé con dos colegas, Laia Balcells y Elsa Voytas, que fue publicada el año pasado, encontramos que visitar este museo aumenta el apoyo a las instituciones democráticas y a políticas de justicia transicional restaurativa, con independencia de las predisposiciones ideológicas de quienes lo visitan. La evidencia también muestra que visitarlo hace menos probable el apoyo a instituciones asociadas a la represión, y sugiere que la apelación emocional que realiza el Museo de la Memoria consigue cambiar actitudes de la ciudadanía, lo que podría favorecer el proceso de reconciliación.
Desde el sentido común, la reconciliación podría ser deseable per se. Desde el análisis politológico, la reconciliación favorece la convivencia en democracia. Quizás la principal fortaleza del régimen democrático sea que hace viable el disenso, lo institucionaliza, y en cierta medida lo necesita. La democracia entrega herramientas para acercar posiciones entre quienes no piensan igual, y se nutre de las diferencias toda vez que canaliza preferencias y las representa. No obstante, para que la democracia sea viable como régimen deben existir bases sólidas en común, que permitan el disenso, mas eviten el quiebre.
Si pensamos en el proceso constitucional que atraviesa el país a 50 años del golpe, la dificultad de las élites políticas para ceñirse a unas bases comunes que aseguren la vida democrática es preocupante, y requiere que como sociedad nos hagamos preguntas difíciles y muy necesarias. La democracia nos garantiza que no es necesario pensar igual para convivir de modo armónico, pero es necesario estar de acuerdo en un tronco común sobre el cual asentar la democracia.
"La democracia nos garantiza que no es necesario pensar igual para convivir de modo armónico, pero es necesario estar de acuerdo en un tronco común sobre el cual asentar la democracia" - Valeria Palanza, decana Facultad de Historia, Geografía y Ciencia Política
Por todo esto, necesitamos reflexionar sobre el golpe y su corolario. Sobre la tragedia que acontece cuando se pierde la democracia, cuando se abandona el Estado de derecho, y sobre la naturaleza intransable de los derechos humanos. Nadie en Chile es indiferente ante los sucesos que se desencadenaron a partir del 11 de septiembre aquel. El problema es que no podamos ponernos de acuerdo acerca de que nada justifica un golpe de Estado, nada hace aceptable la interrupción del Estado de derecho. Quizás ponernos de acuerdo en eso permitiría construir un proyecto democrático más sólido. Como mínimo, deberíamos poder dialogar al respecto.