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Imagen de un glaciar en primer plano y montañas de fondo

La UC y Universidad de Columbia se unen para desentrañar el retroceso glacial y el cambio climático


Los profesores Esteban Sagredo, del Instituto de Geografía UC, y Joerg Schaefer, del laboratorio LDEO de la Universidad de Columbia, han liderado un exitoso programa de colaboración científica que ha permitido avanzar en la comprensión del retroceso glacial en la Patagonia y sus impactos, lo que se ha traducido en más de una decena de publicaciones en revistas científicas, y un programa de intercambio tanto para estudiantes de pregrado y postgrado, como postdoctorantes.

Grupo de personas sobre un glaciar con montañas de fondo.

photo_camera A inicios de marzo se realizó la primera Academia de Campo en Puerto Natales y Torres del Paine, con la participación de académicos y estudiantes de postgrado de la Universidad de Columbia, Universidad de Utah, la Universidad del Estado de Utah y la Universidad Católica. (Crédito fotográfico: Glaciar Grey/Jacqueline Austermann)

Descifrar la historia de las fluctuaciones glaciales del Manto de Hielo Patagónico desde la última glaciación, ha sido el propósito de un trabajo conjunto, desde hace doce años, entre el subdirector del Instituto de Geografía e investigador de la Estación Patagonia UC, Esteban Sagredo, y Joerg Schaefer, fundador y director del Laboratorio de Isótopos Cosmogénicos de Lamont-Doherty Earth Observatory (LDEO), de la Universidad de Columbia.

Esta alianza ha permitido aportar con más de una decena de publicaciones en revistas indexadas, respecto de la relación existente entre los glaciares y el clima, a escalas mileniales y centeniales.

Pero además se ha materializado en un aporte muy concreto para la formación académica: el desarrollo de un exitoso programa de intercambio de estudiantes de pregrado y postgrado, además de postdoctorantes, quienes han contribuido a la formación de más de una docena de investigadores e investigadoras jóvenes, que serán líderes en temas climáticos tanto en la academia como en el ámbito público y privado a nivel global.

Un pilar fundamental de esta colaboración ha sido el destacado geólogo y profesor investigador de LDEO, Mike Kaplan, quien hace más de 20 años estudia los cambios glaciales de Patagonia y se ha convertido en mentor de numerosos estudiantes chilenos.

En este contexto, a inicios de marzo, los profesores Sagredo y  Schaefer organizaron la primera Academia de Campo en Puerto Natales y Torres del Paine, con la participación de académicos y estudiantes de postgrado de la Universidad de Columbia, Universidad de Utah, la Universidad del Estado de Utah y la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Esta inédita iniciativa estuvo dirigida a miembros del proyecto MAGIC (Mountain Glacier Contribution to Sea Level CE 1900-2100), que convoca a un equipo internacional de investigación  de diferentes instituciones y disciplinas. Su objetivo es enfrentar la titánica labor de desentrañar los impactos del retroceso glacial y desarrollar estrategias transdisciplinarias para la adaptación y la mitigación de las consecuencias del cambio climático, y así enfrentar los desafíos de la justicia climática tanto en Chile como en Estados Unidos.

“Este programa de ciencia y educación, que construimos hace más de una década entre la Universidad Católica y la Universidad de Columbia/LDEO, ha sido uno de los más exitosos en que he sido parte durante mi carrera. Esta iniciativa, que aborda el cambio climático y glacial, y sus impactos en la sociedad, se inserta en la temática de justicia climática, uno de los desafíos fundamentales que la sociedad  chilena y alrededor del mundo deberán enfrentar en las próximas décadas”, afirma Joerg Schaefer.

Transdiciplina para enfrentar los grandes desafíos

Participantes de la Academia de Terreno del proyecto MAGIC en glaciar Serrano. (Crédito fotográfico: Jacqueline Austermann)

Durante una semana, los miembros del proyecto MAGIC, compartieron aspectos teóricos y prácticos de sus disciplinas, visitaron los glaciares del Parque Nacional Torres del Paine, analizaron su evolución durante las últimas décadas familiarizándose con los registros paleoclimáticos existentes en el área y discutiendo acerca de la evolución de los glaciares y la disponibilidad hídrica en nuestro país.

 “El objetivo de esta novedosa experiencia era conectar activamente la ciencia climática con los efectos en nuestra sociedad. En Chile, por ejemplo, tenemos el enorme desafío de evaluar, gestionar y adaptarse a los impactos del retroceso de los glaciares en la disponibilidad de los recursos hídricos”, sostiene Esteban Sagredo.

El equipo de la UC estuvo conformado además por el profesor Cristián Simonetti de la Escuela de Antropología y los estudiantes Fabián Riquelme, candidato a Doctor, y María José Puentes, estudiante de pregrado, ambos del Instituto de Geografía.

Uno de los principales desafíos de MAGIC ha sido la aproximación transdisciplinaria y multicultura,l que ha permitido aprovechar los recursos y experiencias de diversas instituciones. Se espera pueda servir para contribuir en futuros proyectos, en ámbitos como la glaciología, la geomorfología glacial, el modelamiento climático y glacial, la inteligencia artificial/machine learning, la sociología climática, la antropología y la comunicación climática.

La iniciativa, asimismo, contó con la participación del documentalista y experto en comunicación científica de la Universidad de Boulder Colorado Ryan Vachon. “Tuvimos la oportunidad de visitar la majestuosa, pero climáticamente vulnerable Patagonia, y de discutir cómo las diferentes disciplinas entienden y construyen el conocimiento. Esperamos que este esfuerzo contribuya no sólo a desarrollar ciencia más holística y robusta, sino también a cultivar una generación más empoderada de jóvenes científicos”, comenta.

La evidencia es contundente y ha demostrado que la única forma de enfrentar desafíos de esta magnitud e impacto, es el trabajo y búsqueda de soluciones transdisciplinarias. En la práctica se ha visto que ninguna disciplina puede contribuir, de forma aislada o independiente, a la adaptación o mitigación de manera significativa.

“La reciente expedición a Patagonia, sin duda demostró la necesidad de fortalecer y formalizar los nexos de colaboración para fomentar programas de investigación de punta y de formación de jóvenes investigadores, y de paso visualizar los próximos desafíos. Entre estos están buscar nuevas oportunidades de colaboración y financiamiento, con el apoyo de la Universidad Católica y la Universidad de Columbia, para así darle continuidad a esta exitosa iniciativa”, enfatiza el profesor Sagredo.

Miembros del Instituto de Geografía que participaron en la academia de terreno del proyecto MAGIC. De izq a derecha: Fabián Riquelme (candidato a Doctor), María José Puentes (estudiante de pregrado) , y el profesor Esteban Sagredo. (Fotografía: Jacqueline Austermann)

Lo que nos depara el futuro

A partir de la segunda mitad del siglo XIX, y en particular desde comienzos del XX, nuestro planeta ha experimentado un drástico e inequívoco aumento en las temperaturas globales. Entre las consecuencias más evidentes de este calentamiento destaca la significativa pérdida de masa glacial que ha afectado tanto a los grandes casquetes de hielo polares, como también a los pequeños glaciares de montaña.

La velocidad que ha adquirido este proceso en las últimas décadas ha gatillado una alarma y una particular consciencia, no sólo entre la comunidad científica, sino que también en toda nuestra sociedad, sobre los impactos del retroceso glacial puede, y está teniendo, en nuestro entorno natural y en los modos de vida de la sociedad moderna.

Junto al aumento en el nivel del mar, las alteraciones en los ecosistemas de montaña y el incremento en la frecuencia de eventos catastróficos, uno de los temas más sensibles asociados a la pérdida de masa glacial son los efectos sobre los recursos hídricos del planeta. Actualmente nos enfrentamos a incertezas en la disponibilidad de agua para irrigación, generación de energía hidroeléctrica, y más crítico, para el consumo directo de la población.

El Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), ha estimado que es muy probable que el calentamiento antropogénico -causado al acumularse en la atmósfera ciertos gases emitidos cuando quemamos combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas)- se acelere en lo restante del siglo XXI.

Así surge la pregunta: ¿Qué pasará con nuestros glaciares? La respuesta es clara y contundente: los glaciares seguirán retrocediendo. Sin embargo para reducir la incertidumbre de nuestras proyecciones, requerimos más información.

Muchos investigadores han dedicado su vida a estudiar los cambios que experimentan los glaciares año a año. Esta información es muy valiosa y esencial, pero demanda grandes esfuerzos, recursos y entrega una ventana temporal de análisis muy pequeña.

En este sentido, las imágenes satelitales han sido de gran utilidad, porque  proporcionan fotografías semiperiódicas de glaciares, muchas veces ubicados en zonas inaccesibles. Lamentablemente, son imágenes que en el mejor de los casos corresponde a los últimos 25 a 40 años.

Si consideramos que la respuesta de los glaciares integra cambios climáticos de varias décadas o siglos, incluso la información más detallada de cambios en la superficie glacial a escalas anuales o de algunas décadas, no son suficientes para entender el fenómeno.

De esta manera, para predecir de manera robusta la respuesta glacial al cambio climático en el futuro cercano, es necesario entender la respuesta y la dinámica glacial a una escala temporal mucho más larga. Que es precisamente lo que busca esta investigación desde una mirada interdisciplinaria.

 

Causas del calentamiento y pérdida de masa glacial
El frente del glaciar Grey da cuenta de su dramático retroceso. (Fotografía: Jacqueline Austermann)

En la actualidad, existe un consenso en la comunidad científica de que el principal responsable del calentamiento que ha experimentado el planeta durante las últimas décadas, ha sido el resultado de la indiscriminada liberación de gases de efecto invernadero a la atmósfera, que hoy tiene sumido a nuestro planeta en un experimento biogeoquímico sin precedentes.

El efecto invernadero es un proceso natural donde gases tales como el vapor de agua, el metano y el CO2, capturan parte de la energía emitida por el planeta, impidiendo que este se enfríe, generando así las condiciones propicias para la vida como la conocemos actualmente. 

Registros del pasado (testigos de hielos) nos muestran que durante la transición climática ocurrida entre el máximo de la última glaciación y el mundo pre-industrial, la concentración de CO2 atmosférico del planeta aumentó en menos de 100 partes por millón (ppm), en un proceso que tardó aproximadamente 10.000 años. Sin embargo, durante los últimos 150 años, el ser humano, principalmente a través de la quema de combustibles fósiles, ha liberado a la atmósfera un total cercano a 140 ppm de CO2. Esto nos habla que la tasa de incremento de CO2 en la atmósfera de los últimos 150 años, fue casi 100 veces más rápida que durante uno de los mayores cambios climáticos naturales (no antrópico) que ha experimentado nuestro planeta en el último millón de años.

Este proceso ha llevado a la exacerbación del efecto invernadero, provocando el aumento de las temperaturas globales y la consecuente pérdida de volumen que han experimentado los glaciares de todo el planeta. Desafortunadamente, dado que los glaciares pueden tomar incluso más de 100 años en responder a estos cambios climáticos, aún no hemos experimentado completamente las consecuencias de este calentamiento. En otras palabras, incluso si milagrosamente las temperaturas se mantuvieran constantes a partir de mañana, los glaciares continuarán derritiéndose y retrocediendo drásticamente durante las siguientes décadas, lo que conlleva efectos dramáticos en la hidrología de nuestros ríos y los recursos hídricos.


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